#NoPopulismoEconómico

Alberto Acosta-Burneo

Las elecciones presidenciales de 2021 están a la vuelta de la esquina y nuevamente los intereses políticos nos están conduciendo a un callejón sin salida. El pueblo no puede seguir viviendo de promesas populistas de izquierda ni de derecha. El deterioro económico continúa y puede tener consecuencias impredecibles, afectando especialmente a los más pobres. Analicemos la situación.
 
Empecemos por las mentiras. Las redes sociales son un mecanismo amplificador de falsedades que terminan convenciendo a los incautos. Algunos argumentos buscan exaltar la ira ciudadana: “se perdonó $4.500 millones en impuestos a los banqueros” o “los ricos no están pagando impuestos”. Otros proponen soluciones insuficientes a la crisis fiscal: “no se debe eliminar subsidios ni subir impuestos, solo se necesita bajar el gasto público”, “cobren lo robado”, “eliminen la pensión vitalicia a expresidentes” o “bajen el sueldo a los asambleístas”.
 
Por el lado económico, estamos en una crisis fiscal ya que, por más de una década, se han aplicado políticas incompatibles con la dolarización. El gasto público excesivo desembocó en 2014 en un ritmo de endeudamiento insostenible. Ahora tenemos una brecha fiscal de $5.000 millones anuales. La opción de seguir con el “tarjeteo” se reduce porque los capitales internacionales están cada vez más nerviosos con la situación del país. El riesgo país es de los más altos de la región, solo superado por Venezuela y Argentina.
 
La única salida RESPONSABLE es estabilizar las finanzas públicas antes de que sea demasiado tarde. ¿Cómo lograrlo? Lo ideal sería combinar: la eliminación de subsidios a combustibles (junto con incremento de beneficiarios del bono de desarrollo humano para los más vulnerables), reducción del gasto público y evitar nuevos incrementos de impuestos. Lamentablemente, el gobierno se vio obligado a dar marcha atrás en la eliminación de subsidios a los combustibles, reduciendo el ahorro esperado en $700 millones que ahora deberán ser compensados con mayores impuestos.
 
¿Y si no corregimos el déficit fiscal y seguimos esperando que la economía crezca nuevamente por arte de magia? Este es el escenario más peligroso porque, cuando se seque el financiamiento, provocará en el gobierno una cesación de pagos a proveedores, funcionarios públicos y acreedores. Inmediatamente seguiría una conmoción social de gran dimensión que impulsaría al gobierno a buscar mecanismos alternativos para pagar sus abultadas deudas. Estos podrían ser bonos al estilo de los “patacones” usados en Argentina durante la convertibilidad o directamente con la emisión de una nueva moneda.
 
No olvidemos las advertencias del vicepresidente Otto Sonnenholzner: “si retrocedemos (corrigiendo el déficit fiscal), lo único que peligra es la dolarización…”. ¡No nos dejemos engañar por promesas de campaña! Exijamos que los aspirantes a Carondelet nos expongan claramente sus propuestas técnicas para solucionar la crisis fiscal. ¡#NoPopulismoEconómico!