¿Más-carillas?

Alberto Acosta-Burneo

Por: Alberto Acosta-Burneo
 
Imaginemos que estamos en el estadio, todos tienen hambre, pero solo hay un vendedor de empanadas. Están caras porque son las únicas empanadas disponibles. Al rato, llegan más vendedores y el precio de las empanadas baja. Entonces, hay suficientes empanadas para todos los que las deseen.
 
Lo mismo hubiese ocurrido con los insumos para prevenir el coronavirus: mascarillas y gel desinfectante. El arribo del coronavirus a Ecuador evidenció la arraigada presencia de mitos económicos. Fue generalizado el rechazo al incremento en los precios de estos insumos. Se persiguió a los “especuladores”, a quienes se acusó de no cobrar “precios justos”. Pero este razonamiento demuestra un profundo desconocimiento económico. Expliquemos.
 
La realidad es que los precios nacen de cuánto valoran las personas los bienes ofrecidos. En este caso, frente al coronavirus, la población elevó su valoración de las mascarillas, provocando un incremento en su demanda y, consecuentemente, en su precio.
 
La elevación en los precios es un “llamado a la acción”. Funciona como un mecanismo de comunicación, mediante el cual los consumidores avisan a los emprendedores que desean más mascarillas. La elevación de precios es la motivación que impulsa a los productores a priorizar la inversión de recursos escasos para atender las necesidades más urgentes de los consumidores.
 
Los denostados “especuladores” son aquellos que arriesgan su capital y acuden al llamado de los consumidores cuando los precios suben. En su afán de obtener utilidades, encuentran oportunidades en proveer bienes a aquellas zonas en donde estos son más necesitados (en donde los precios subieron). Mientras más emprendedores inviertan, más rápido caen los precios.
 
Sin embargo, frecuentemente existen barreras en la comunicación entre consumidores y productores que tienen graves consecuencias. La peor es el control de precios. Cuando el gobierno decide prohibir incrementos de precios, anula el “llamado a la acción” a nuevos emprendedores para aumentar la oferta de mascarillas. Los controles de precios solo se enfocan en los síntomas (precios más elevados), mas no en el problema de fondo (la falta de mascarillas). El resultado siempre es el mismo: escasez. ¿De qué sirve que se mantenga su precio, si no existe la cantidad suficiente para que todos podamos protegernos?
 
Otro limitante, son las barreras de ingreso al mercado. Cuando los emprendedores no pueden invertir para incrementar la oferta, porque existe una telaraña de: permisos, licencias, cupos, trámites, etc.
 
No caigamos en el error de pensar que la economía es estática. Si realmente nos preocupa el bienestar de la población, la solución no son los controles de precios que solo producen escasez (recordemos el ejemplo de Venezuela). La solución es restablecer la comunicación con los emprendedores y eliminar trabas para que ellos reaccionen rápidamente incrementando su oferta de mascarillas, y así provocar una caída en sus precios. Solo de esta manera, podremos garantizar que exista suficientes insumos para proteger a toda la población.