¿Jubilación tranquila?

Alberto Acosta-Burneo

La esperanza de todo ciudadano es poder disfrutar de una jubilación tranquila luego de una larga vida laboral. Con este objetivo aportamos mensualmente una parte de nuestro sueldo al IESS. Sin embargo, esta meta puede quedarse como un sueño y nunca transformarse en realidad. Expliquemos por qué.
 
El problema es que los aportes para jubilación que hacemos al IESS no se acumulan ni ahorran para nuestro futuro, sino que se aplican al pago de prestaciones de los jubilados actuales. Todos estos recursos entran a un fondo general que, además, funciona como una “caja chica” del gobierno. Cada que a los políticos les falta dinero, acuden al IESS para financiar: gasto público, hidroeléctricas, pago a jubilados del gobierno, etc.
 
Entonces, ¿cómo se financiarán nuestras pensiones cuando nos jubilemos? La única esperanza es que las generaciones futuras estén dispuestas a pagar, con sus aportes, los valores de nuestras pensiones jubilares. Es decir, nuestra jubilación no depende del esfuerzo que nosotros hacemos actualmente, sino de una promesa de los futuros aportantes al IESS.
 
Afortunadamente, existen alternativas si exigimos un cambio. Si eliminamos de raíz la perversión del actual sistema de reparto y, además, impedimos que todos los aportes vayan a una caja común abierta a los políticos de turno. Debemos recuperar el control y quitar las manos de los políticos de nuestras jubilaciones.
 
Estudiemos casos de éxito como el del fondo de Cesantía del Magisterio Ecuatoriano. Este fondo es voluntario, es decir cada maestro decide libremente si se afilia. Además, existen cuentas individuales de los aportantes, quienes conocen mensualmente cuánto ganan por intereses y el capital que han acumulado.
 
Aplicando estos mismos principios a la seguridad social, podemos construir un sistema en donde cada ciudadano decida a qué fondo de pensiones afiliarse y que pueda seleccionar libremente entre el IESS y fondos privados. Los fondos de pensiones serán escogidos en base a las preferencias individuales de inversión: rentabilidad, seguridad, servicios, etc. Que la competencia saque a relucir lo mejor de cada fondo (público y privado) y beneficie a los ciudadanos.
Los aportes de cada ciudadano deben ir a cuentas individuales que permitan conocer, en todo momento y en línea, como se capitalizan los ahorros (como una cuenta bancaria). Podríamos verlos crecer y tener la seguridad de que tendremos recursos para nuestra jubilación. Esto constituirá un incentivo para ahorrar más, ya que cada ciudadano podrá decidir el monto de su aporte (siempre que supere el porcentaje mínimo establecido).
 
Para el caso de los ciudadanos con bajos ingresos y que no avanzan a acumular un capital suficiente para garantizar una pensión jubilar mínima, se puede acudir a los recursos de un fondo solidario complementario, financiado con el aporte que actualmente el Estado realiza a la seguridad social. ¡Para garantizarnos una jubilación tranquila y decente, debemos exigir que el manejo y control de nuestros fondos de jubilación regrese a nuestras manos!