Historias tristes de la dolarización

Alberto Acosta-Burneo

Zimbabue entró a la dolarización en 2009 para acabar con una hiperinflación provocada por fuertes déficits fiscales financiados con una impresión descontrolada de billetes. La inflación alcanzó en 2008: 79’600.000.000% al mes. Una vez dolarizada, la inflación desapareció y la economía rebotó. El PIB per cápita creció en promedio 11,2% anual. Pero la alegría duró poco.
 
En 2013, Mugabe recuperó el control absoluto de la Cámara de Representantes y volvió a las malas prácticas previas a la dolarización. El gasto público se disparó y retornaron fuertes déficits ficales, algo que se sabía no debía ocurrir bajo las “reglas de la dolarización”. 
 
Inmediatamente, el gobierno empezó a emitir cantidades enormes de “nuevos zim dólares” que tenían dos formas: bonos (físicos y electrónicos) y monedas. No se trataba de una nueva moneda, sino de activos que daban derecho a reclamar al gobierno su valor equivalente en dólares norteamericanos. Sin embargo, la emisión de estos bonos creció aceleradamente conforme aumentaban las necesidades fiscales.
 
Los “nuevos zim dólares” no tenían un respaldo en oro o dólares norteamericanos (eran dinero fiduciario), solo representaban la promesa de convertibilidad por parte del gobierno. Como la población no quería aceptar los bonos, el gobierno emitió dinero electrónico vía certificados del tesoro. El dinero sustituto elevó la oferta monetaria aceleradamente. A pesar de que los bonos estaban denominados en dólares norteamericanos, su poder de compra se redujo y retornó la inflación que la dolarización había logrado eliminar. A octubre de 2019, la inflación bordeó el 500% anual.
 
Los problemas no terminaron ahí. Mientras el gobierno seguía emitiendo sustitutos del dinero, los dólares norteamericanos comenzaron a desaparecer. Esta escasez se explica con la “Ley de Gresham” que muestra cómo el “dinero malo saca de circulación al dinero bueno”. Los bonos emitidos por el gobierno eran utilizados para realizar pagos, mientras que los dólares norteamericanos eran atesorados y salían de circulación, resultando en una escasez artificial de dólares norteamericanos.
 
¡En la dolarización no caben experimentos! La dolarización es incompatible con la irresponsabilidad fiscal. En Ecuador, existe un peligro en la Ley de Simplicidad Tributaria (Art. 54) que abre la puerta para la emisión de sustitutos del dinero (bonos del Estado y certificados de tesorería libremente negociables) para el pago de atrasos del gobierno. ¡No repitamos los errores de Zimbabue y evitemos convertirnos en otra triste historia de la dolarización!