Eterno obstáculo

Alberto Acosta-Burneo

Los peores enemigos de una sociedad de bienestar somos nosotros mismos, porque hacemos todo lo posible para impedir el cambio, para mantener el statu quo, para anclarnos en visiones arcaicas. Nos asustan las diferencias y tenemos puesto permanentemente el “pie en el freno”. Nos negamos a evolucionar. La alternativa es entender que el motor del bienestar en el mundo moderno es la innovación.

La innovación no es otra cosa que probar maneras distintas e improbables de hacer las cosas. Es abandonar las prácticas ancestrales y buscar nuevas combinaciones. La innovación es infinita porque siempre se pueden encontrar mejores maneras de hacer las cosas. La innovación se materializa vía la inversión. Sin embargo, la innovación se enfrenta a los intereses creados. A aquellos que no quieren que las cosas cambien, que se benefician de vivir en el pasado.

Ecuador tiene un potencial enorme en muchas áreas, pero para aprovecharlo debemos abrir las puertas al cambio, a la inversión y a la innovación. Es urgente superar visiones obstruccionistas como aquella de la Conaie que exige que no usemos nuestros recursos naturales con una moratoria perversa. Siendo coherentes con sus exigencias, la moratoria en la producción petrolera y minera debería estar seguida por una moratoria en el consumo de minerales y petróleo. ¿Podríamos vivir en una sociedad moderna sin metales ni petróleo? ¡No,hasta que se encuentre un sustituto viable!

Ya es hora de que abramos las puertas al futuro, a la inversión y a la innovación. No podemos darnos el lujo de ahuyentar a los inversionistas porque esto equivale a ahuyentar oportunidades y empleos. Algunas medidas urgentes: 1. Eliminar trámites excesivos e innecesarios, 2. Seguir abriendo mercados, 3.Internacionalizar el mercado financiero y liberar el flujo de capitales, 4. Modernizar la legislación laboral, 5. Liberar a la innovación dela exuberancia legislativa. Es nuestra generación la llamada a enfrentar estos desafíos. Sino lo hacemos, tengan por seguro que muchos de nuestros hijos tampoco lo harán, no por falta de voluntad, sino porque habrán tenido que emigrar buscando oportunidades en países que sí son amigables con la inversión y están abiertos a la innovación.