¡Debemos autoprotegernos!

Alberto Acosta-Burneo

Por: Alberto Acosta-Burneo
 
El escenario más probable es que el covid-19 esté entre nosotros hasta que aparezca una vacuna o una cura efectiva (podría tomar hasta 18 meses). Esto significa que las cuarentenas totales y forzosas, inviables por tanto tiempo, deben ser complementadas con medidas de protección voluntaria, para que la actividad productiva continúe.
 
En los momentos de extrema dificultad, las personas tienden a buscar un “salvador”, a quien están dispuestos a ceder toda su libertad a cambio de sus “soluciones”. Sin embargo, el resultado siempre es el mismo: decepción. En economía, así como en la lucha contra el covid-19, es imposible que una sola persona, o a un grupo reducido de ellas, encuentren la solución por sí solas. Mientras más complejo es el desafío, mayor es la necesidad de impulsar la acción de todos los ciudadanos. 
 
Cualquier estrategia basada en el autoritarismo está condenada a naufragar, igual que la planificación central es incapaz de ordenar exitosamente a la sociedad usando mandatos coercitivos. Los planificadores están condenados al fracaso porque creen, arrogantemente, que la información que poseen para tomar decisiones es completa. Pero la información es subjetiva y está dispersa; cada individuo tiene una realidad única. Entonces, ¿cuál es la alternativa?
 
Enfrentar al covid-19 con una estrategia que permita a los ciudadanos adoptar medidas voluntarias, en base a su realidad y tomando decisiones bien informadas. Las autoridades sanitarias deben proveer información oportuna y recomendaciones de cómo actuar; descentralizar la actividad de los laboratorios y liberar la compra de insumos. Las cuarentenas forzosas se aplicarían solo en los lugares con incidencia crítica, al tiempo que en el resto del país los individuos deben aplicar sus propias medidas de autoprotección e, incluso, cuarentenas voluntarias en caso de requerirlo.
 
¿Qué medidas de autoprotección debemos desarrollar? Esbozo algunas ideas: nuevos protocolos de comportamiento social (mantener distanciamiento incluso en saludos); crear estándares de desinfección acordes a la necesidad de cada actividad productiva; tener desinfectantes de manos disponibles; controlar la temperatura al ingreso a lugares de reunión (escuelas, centros comerciales, etc.), reducir el aforo (restaurantes, hoteles); acuerdo voluntario entre empleadores y trabajadores en relación con horarios, lugar de trabajo, etc.; aplicar cuarentenas voluntarias por ejemplo cuando se detectan muchos casos de fiebre en una escuela, sin aplicar a todas las escuelas cuando el resto no las necesita.
 
Aprovechemos las herramientas tecnológicas para la enseñanza, distribución de productos, transporte de personas y trabajo remoto. Los trámites públicos y privados pueden realizarse en línea evitando aglomeraciones. Aprendamos del éxito de Taiwán al enfrentar al covid-19 con medidas flexibles que han dejado campo para que los individuos adopten sus propias iniciativas y tengan los incentivos de ser más cuidadosos para proteger a sus clientes y a sí mismos. La vida después del covid-19 no será la misma, es momento que los ciudadanos asumamos nuestra responsabilidad en combatir este virus.