Cruzada contra la razón

Alberto Acosta-Burneo

POR ALBERTO ACOSTA-BURNEO
 
Hay un enemigo silencioso que amenaza con alejarnos del camino a la prosperidad que siguieron los países que ahora son desarrollados. Se trata de un cambio cultural sin precedentes: que dudemos de nuestra propia capacidad de tomar decisiones. Esto significa desconfiar del poder de la razón de los individuos. ¿Qué alternativa nos proponen?
 
Quieren que, al abandonar la confianza en nuestra capacidad para conocer la realidad, entremos al mundo del “todo vale” o de la subjetividad, en donde todas las
interpretaciones son igualmente válidas. En donde la realidad la establecen los colectivos (de género, de clase social, etc.) y las discrepancias solo se solucionan con el uso de la fuerza. El objetivo final de esta nueva visión es ejercer poder para “deconstruir” la realidad (que no es otra cosa que la visión marxista para cambiar la sociedad). Con este objetivo en mente, Andrés Arauz reflexiona sobre lo que considera son los mayores desafíos regionales de esta cruzada contra la razón:
 
1RO. La transformación ideológica de las Fuerzas Armadas.
 
2DO. Controlar los contenidos de las redes sociales y plataformas de streaming, desarrollar proyectos alternativos de buscadores de Internet y sistemas operativos 
 
3RO. Combatir la hegemonía cultural de EE.UU. controlando la educación de nuestros hijos y generando contenidos afines a los intereses de esta cruzada.
 
4TO. Indoctrinar a la población en el “progresismo”, denunciar al “dios dinero” y al consumismo. Aprovechar la afinidad del papa Francisco para una cruzada pedagógica y de concientización política.
 
5TO. Integrarse en un frente progresista regional al mando del Foro de Sao Paulo para lograr una “segunda y definitiva independencia”.
 
Nuestro desafío es combatir este cambio cultural que está poniendo en riesgo todas las instituciones que heredamos de la Ilustración: la política liberal, el libre mercado, el progreso científico y la innovación. No abandonemos la ruta a la prosperidad para embarcarnos en un camino de pobreza y servidumbre.