Alianza del Pacífico es el futuro

Alberto Acosta-Burneo

El comercio internacional genera riqueza y bienestar para todos los países que intervienen independientemente de su grado de desarrollo. Sus beneficios nacen de la división del trabajo que nos impulsa a enfocarnos en lo que tenemos mayor potencial, especializarnos, mejorar la capacidad productiva, volvernos más eficientes y mejores competidores.
 
Para los productores, todo acuerdo comercial presenta enormes oportunidades. Pueden acceder a mercados de mayor tamaño que les permitirán extender su producción y obtener los beneficios de las economías de escala. Expliquemos con un ejemplo: una empresa que produce cocinas solo para el mercado doméstico puede tener un costo de producción de 200 dólares por unidad, pero aumentando su escala para atender un mercado externo, puede lograr una reducción del costo a 180 dólares por unidad debido a una mayor eficiencia productiva.
 
No todos los productores serán ganadores en el comercio internacional. Aquellos negocios en los que somos ineficientes tendrán que cerrar, y esos recursos deberán ser destinados a nuevas inversiones en actividades en las que sí seamos competitivos. El riesgo de quiebra es el motor más poderoso para el progreso empresarial. Despierta a los emprendedores de su letargo y los obliga a hacer nuevas inversiones para mejorar su producción, reinventarse y, al final del día, llegar al consumidor con un producto más eficiente.
 
Migrar de actividades ineficientes hacia otras con mayor valor agregado (más eficientes) aumenta el bienestar. A nivel del empleo, el efecto neto será positivo. La migración hacia actividades en las que somos más eficientes, junto con el acceso a mercados más grandes, incrementa la generación de valor agregado, lo que eleva la demanda de nuevos bienes y servicios. Este círculo virtuoso requiere la contratación de más personal en los sectores efcientes y nuevos negocios, compensando los empleos destruidos en los sectores ineficientes.
 
Es común que el intervencionismo estatal olvide que el fin último de la actividad económica es mejorar el nivel de vida de los ciudadanos. El comercio internacional cumple con ese objetivo porque: aumenta la diversidad, calidad y cantidad de bienes disponibles reduciendo sus precios. Como resultado, el escaso presupuesto familiar alcanzará para más. 
 
Los acuerdos comerciales producen transformaciones productivas importantes, lo que exige que el sector empresarial se reinvente constantemente, sea innovador y flexible. Pero sobre todo, obligan a muchos productores a abandonar la zona de confort que gozan desde hace 50 años, cuando el gobierno nos exigió pagar precios más altos para impulsar industrias en “incubación”. Llegó la hora de que estas industrias caminen con sus propios pies, y que retribuyan el esfuerzo que los ciudadanos hemos hecho ofreciendo productos a precios competitivos y de alta calidad. La Alianza del Pacífico es la oportunidad para transformarnos en una economía eficiente que genere bienestar para todos los ciudadanos.