Los influencers y su poder de conexión

Nicole Cáceres Báez
Personas que comparten su cotidianidad, su punto de vista e intereses son los nuevos líderes de opinión digitales, pero ¿cuál es el verdadero impacto de un influencer? Varios expertos nos hablan del tema.

Personas que comparten su cotidianidad, su punto de vista e intereses son los nuevos líderes de opinión digitales, pero ¿cuál es el verdadero impacto de un influencer? Varios expertos nos hablan del tema.

Fotos, videos y cortos de personas contándonos sus experiencias, recomendando productos, promoviendo eventos o un estilo de vida es lo que cada vez vemos más seguido en las redes sociales. Les llaman ‘influencers’, que, aunque no se tenga una única definición reconocida sobre estos usuarios digitales, la mayoría de nosotros sabemos quiénes son, cómo diferenciarlos y, de alguna manera, a qué se dedican. Pero entendamos, realmente, qué es ser un influencer en la era digital.

LÍDERES DE OPINIÓN

Comencemos con esta pregunta, ¿son nuevos los influencers? La verdad es que no, los influencers, o antes conocidos como líderes de opinión, siempre han existido a lo largo de la historia de la humanidad. Son personas que gozan de cierta credibilidad y persuasión entre quienes los siguen, ven o consumen, por ejemplo, desde emperadores de la antigua Roma hasta personajes más actuales como Marilyn Monroe, Nelson Mandela o Diana de Gales. La socióloga Fernanda Arévalo nos comenta que lo que sí es nuevo es la palabra inglesa que han acuñado en las nuevas generaciones, “los millenials han adoptado el término ‘influencers’ para referirse o reconocer a las personas que en redes sociales o medios digitales utilizan su físico, estilo de vida, referencia cultural, entorno para difundir una temática particular”, explica la especialista.

Previo a la llegada de las redes sociales, los medios de comunicación masivos dejaron como influencers o líderes de opinión a personas que tenían gran exhibición mediática y gran alcance en los medios tradicionales, “la televisión siempre fue la reina a la hora de posición líderes de opinión, por ejemplo, para el ideal de Ecuador, Alfonso Espinosa de los Monteros”, nos dice Andrea Ocaña, doctora en Ciencias de la Comunicación Social.

LOS INFLUENCERS HOY

La tecnología revolucionó la forma en cómo los seres humanos nos relacionamos y comunicamos, y con el nacimiento de las redes sociales, el juego de la influencia pasó a manos de todos, ahora, cualquier persona con acceso a un teléfono y a internet puede convertirse en el nuevo líder de opinión de su comunidad, pero ¿es tan así? Si bien la socióloga Arévalo nos explica que el aspecto de influencia audiovisual es más amplio ahora porque sus mecanismos pueden ser casi imperceptibles, “ya que actúan a nivel de nuestra psiquis”; estas personas destacan en las redes sociales no solo por ser grandes comunicadores, sino que son personas que logran identificar qué es lo que potencia cada uno de los algoritmos en función de lo que la gente más está consumiendo. Asimismo, Andrea Ocaña, experta con comunicación, aporta en este aspecto: “Los influencers en la actualidad tienen mucho olfato para darse cuenta del tipo de publicaciones que privilegia Facebook, Instagram o TikTok”, acota la experta en comunicación.

MÁS ALLÁ DE UN NEGOCIO

Hoy en día muchos de estos influencers aprovechan sus talentos para ser creadores de contenido y monetizar sus redes. Ya sea vendiendo un producto, un servicio, un estilo de vida o trabajando para marcas. Desde el punto de vista del marketing y la publicidad, los influencers han pasado a ser parte de la estrategia de comunicación o publicitaria. Y aunque muchas de estas personas generan ingresos con marcas al crear contenido que promueva sus productos o servicios, eso ya no es suficiente. La clave está en generar una comunidad que cree conexiones a otro nivel y haga crecerla. “Básicamente es ser un creador de contenido que busca compartir experiencias que lo llenan, con otras personas, para alimentar esa comunidad, y que esto motive a que las marcas, plataformas y personas a su alrededor puedan monetizar su contenido...”, nos explica Guillermo Vizcaíno, experto en marketing digital.

Con la llegada de la pandemia, algunas de las reglas de las redes sociales cambiaron. Muchas marcas se apoyan en los influencers, personas que tienen cierto poder de convencimiento y credibilidad. Sergio Moraga, publicista, con más de 20 años de experiencia, nos enseña que “los influencers son personas que tienen cierto carácter de famoso o que tienen un poder de influencia frente a lo que el otro dice, piensa o hace, respecto de un producto, una marca o una causa. Por eso se intenta buscar muchas veces cuáles son las personas que la gente sigue o la que empatiza con su contenido o le gusta lo que dice, o cómo lo muestra, para trabajar con ellos desde la credibilidad”.

EL VERDADERO IMPACTO

Y en este aspecto que se pone sobre la mesa, de ser personas “famosas”, las nuevas generaciones, niños y adolescentes han encontrado en los nuevos líderes de opinión digitales sus nuevos modelos a seguir, aunque, no todo es siempre positivo. “En esta generación se ha planteado como un tema aspiracional el convertirse en influencer; las razones pueden ser diversas y muchas realmente válidas, pero creo que prima el ego, a la gente le gusta ser observada, adorada, incluso ser un ejemplo, y la retribución económica, es allí en donde el ser influencer muta y adopta una postura negativa, pues si la motivación se envuelve en esos elementos, pierde el sentido y es donde comienza a resaltar la incongruencia o la superficialidad”, puntualiza la socióloga Fernanda Arévalo.

Vizcaíno se une a este pensamiento y resalta que atrás quedaron los influencers que sólo motivan a comprar desde una característica superficial. Hoy en día, si quieren seguir en el juego de las redes sociales, estas personas tienen que mostrarse más reales, más dinámicos y creando comunidades. “El verdadero impacto o influencia es cambiar la vida de una persona y mejorarla así sea un poquito, a eso aspiramos todos o es lo que queremos todos, poder tener la capacidad de ayudar a otras personas”, menciona. “Y yo creo que eso les pasa a muchos influencers, sobre todo en Ecuador. Se dan cuenta que ser influencers no es muy rentable, sino es lo que consiguen por medio de ser influencers lo que les da la oportunidad de tener otro trabajo, o mudarse a otro país, la oportunidad de tener un contrato en el que eres el creador de contenido exclusivo de una marca”, comenta.

La capacidad de mantenerse en el tiempo y ser constante es lo que provoca que puedan hacer conexiones con otras personas. “Poco a poco esto va cambiando y todo regresa. Y allí es donde entran las redes sociales, donde realmente cualquier persona podría ser influencer. Yo creo que lo que diferencia a un influencer del creador de contenido o de la persona que está generando su marca personal es quitarse ese miedo de hablarle a la cámara, porque de alguna forma estás viendo a los ojos a las personas que te escuchan, o que te ven o las que tú quieres impactar y eso es lo más importante de ser influencer: entender que al otro lado de la pantalla o de la cámara hay alguien que sí te va a escuchar y que, a lo mejor, tus consejos, tus experiencias o anécdotas podrían cambiarle la vida. Y ahí en ese momento mágico es donde estás teniendo esa influencia”, concluye.

¿Una futura profesión?

En la actualidad ser influencer se ha convertido en un negocio, una vez que tienen impacto las marcas y plataformas te pagan mientras más personas te siguen, se convierte en un juego en el cual no puedes parar y te haces dependiente. “El trabajo que se requiere para ser influencer es súper pesado, vas a tener que crear contenido 8 horas al día, vas a tener que seguir o medir tus métricas, ser consciente de las tendencias actuales, qué canciones pegan, qué está en moda, cuál formato o sketch seguir, y todo eso de debe aplicar dentro de tus propios canales”, aclara Vizcaíno. Para la comunicadora Andrea Ocaña, ser influencer se ha convertido en una práctica que pudiera decantar en una profesión, “el periodismo también se comenzó a ejercer antes de que se pudiera estudiar”. Entonces es importante entender que para hablar de una profesión no solo implica recibir una retribución, sino que requiere una formación académica que le de sustento y sentido a esa práctica, y quizás en un futuro lo veamos.