La mujer y la política, ¿es necesario un cambio?

Nicole Cáceres Báez
Matilde Hidalgo fue una la primera mujer ecuatoriana, y latinoamericana, en votar, pero también la primera en estudiar, ejercer y doctorarse en medicina.

Problemas como acoso callejero, violencia sexual y hasta violencia intrafamiliar pueden cambiar si se crean leyes desde una visión femenina. La participación de las mujeres en los espacios de decisión es fundamental para el desarrollo del país y aquí lo analizamos.

Hoy en día vemos violencia de género en múltiples áreas: educativa, salud, laboral, en el hogar e incluso en los mismos espacios políticos en los que luchamos por tener una voz y un voto para cambiar las realidades anteriormente mencionadas. “Muchas veces siendo mujer joven, sentada en una mesa de hombres, hablando de política, inmediatamente me dicen ‘usted es la secretaría de alguien o por favor tráiganos algo de picar o sírvame un café’, cuando no es así”, de esta manera nos comparte su experiencia Rebeca Morla, una joven politóloga y especialista en temas de gobernanza, que a pesar de tener la preparación necesaria para el trabajo en el que se desempeña, constantemente se encuentra con un camino cuesta arriba por ser mujer. Lo cierto es que la realidad de las mujeres ecuatorianas se forma desde los espacios en los que se toman las decisiones de poder, y sin una representación femenina en las distintas esferas del gobierno es difícil que nuestra realidad cambie.

Sin ir muy lejos, otro ejemplo claro de violencia política de género que se ha visto en nuestro país ocurrió hace 25 años, cuando a Rosalía Arteaga, la primera mujer en ejercer la presidencia del Ecuador, le arrebataron el cargo en medio de una serie de contradicciones legislativas, “lastimosamente yo perdí la presidencia por ser mujer, tardaron más de 20 años en poner mi retrato en el Salón Amarillo. Decían que fue por los pocos días que estuve, pero vaya a ver, hay hombres que han estado menos días que yo en la presidencia de la República y nadie objetó que se coloque su retrato”, nos narra Arteaga.

GANAR MÁS ESPACIOS

Rebeca Morla nos hace una reflexión de esta situación y nos comparte que, aunque sabemos que para nosotras las mujeres es muy difícil ganarnos ciertos espacios que para los hombres históricamente han sido más fáciles o que siempre han estado ahí, “nos toca a nosotras cambiarlo con el tiempo y nosotras debemos inspirar a que otras mujeres vengan a ocupar estos puestos de liderazgo, vengan a involucrarse en el sistema político y a defender la causa de la mujer en la política”. Una causa que no es simplemente cuestión de cubrir una cuota femenina en la lista de los partidos políticos, sino velar por hacer leyes y políticas públicas con una visión femenina que sea incluyente, innovadora, ejemplificadora y justa, en temas no solo relacionados a los derechos de las mujeres y el género, también en presentar propuestas viables para encontrar soluciones a temas que no se los ha tratado como se debía, tanto en educación, salud, seguridad, etc.

Pamela León Andriuoli, máster en Comunicación Política, se une a este pensamiento diciendo que “es preciso reconocer que las leyes continúan siendo generalizadas y poco incluyentes”. Muestra de ello son las problemáticas sociales que nos aquejan a las mujeres, como la violencia de género y las alarmantes cifras de femicidios en el Ecuador, solo en lo que va del 2022 ya van más de 200 mujeres asesinadas.

LEYES CON VISIÓN FEMENINA

Y ¿qué podemos cambiar al involucrar a más mujeres en la política y al generar leyes con una visión femenina? Mucho. Comenzando no sólo porque se prioriza la representatividad política y democrática de la mujer en el Ecuador, sino también porque “se aportan perspectivas diferentes que retroalimentan el programa político con ejes y preocupaciones cercanas al género”, como lo menciona León. “Las mujeres históricamente tenemos una escuela en el hogar que nos hace multifacéticas, esa capacidad que tenemos de simultaneidad, de hacer varias cosas al mismo tiempo y hacerlas bien la podemos trasladar a la política, podemos dar un contingente muy importante de soluciones, capacidad y servicio”, argumenta Arteaga, resaltando que de sus años de experiencia como política, educadora, activista, entre otros, siempre invita a las niñas y jóvenes a no cambiar esa esencia humana que nos caracteriza a la mayoría de mujeres cuando se entra en el juego de la gobernanza.

UN TRABAJO DE TODOS

Para ver cambios en favor de las mujeres, quienes representamos la mayoría de la población ecuatoriana, nos merecemos leyes que nazcan desde nuestras necesidades y problemáticas que vivimos día a día, y dicho así, es primordial empezar por la educación. “Educar, desde las escuelas de formación política, sobre la inclusión de la mujer en espacios de liderazgo para normalizar la interacción entre hombres y mujeres en escenarios políticos”, invita Pamela León. Y este es un punto fundamental, pues nada se logrará si se trabaja desde un solo lado de la sociedad, tenemos que ser todos, hombres y mujeres, niños y niñas, quienes a través de la educación cambiemos los prejuicios sociales y unamos fuerzas para ver más representación femenina en los espacios de poder. Además, según la máster en comunicación política, el rol de las representantes que en este momento ocupan cargos en espacios políticos, está obligado a ser favorable, y ser una base que sirva como ejemplo para las futuras generaciones.

“Poniendo el ejemplo, participando, involucrándonos. Ya sea desde las redes sociales, las calles, las aulas de clase, la política. Todas tenemos una voz y juntas podemos hacer un cambio real por nosotras. Creo que es una cuestión de sororidad, todas las mujeres tenemos un compromiso de luchar por las que vienen, por nuestras hijas y nietas, para que puedan vivir tranquilas y no les toque vivir la misma suerte de aquellas a las que ya les arrebataron la vida y no tuvieron quién las proteja”, acota Morla.

Solo así cambiarán las realidades que nos toca enfrentar día a día y que son muy distintas a las de los hombres, desde situaciones de acoso callejero, violencia sexual digital y hasta violencia intrafamiliar. “Es importante que la legislación, especialmente en torno a la problemática que afecta a las mujeres, tenga una perspectiva de género e involucre la participación de mujeres porque somos nosotras las que la conocemos. La política pública se debe construir de la mano de la ciudadanía, con información real de quienes serían sus beneficiarios, y no desde un escritorio”, comenta la politóloga.

SEMBRAR LAS BASES DEL FUTURO

Si bien es cierto que desde 1924, cuando la lojana Matilde Hidalgo de Procel hizo historia en toda Latinoamérica y en el país al convertirse en la primera mujer en sufragar en una elección nacional, mucho se ha avanzado, aún tenemos un arduo camino por delante. La realidad, la política y el futuro de la sociedad ecuatoriana necesita de mucho más. En un futuro no muy lejano, quizás, podamos reflejarnos en naciones que han sabido entender esta tarea pendiente en representación política femenina y que han brindado nombres como el de Eva Perón, Margaret Thatcher, Angela Merkel, Jacinda Ardern, Kamala Harris, entre otras, para inspirar al resto del mundo.