Reseña | ‘Teléfono Negro 2’: Una secuela fallida
‘Telefono Negro 2’ no supera a su predecesora. Se nota que el éxito de la primera fue el motivo principal para tratar de estirar la fórmula.
La película ‘Teléfono Negro 2’, dirigida nuevamente por Scott Derrickson, se presenta como continuación de la historia iniciada en la primera entrega. Según la sinopsis oficial, cuatro años después de que Finney Blake sobreviviera al secuestrador ‘The Grabber’, su hermana Gwen empieza a tener visiones y llamadas desde un teléfono negro que la vinculan a un campamento de invierno donde el villano extiende su amenaza.
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Desde el principio, la película busca retomar la atmósfera del film original, pero al mismo tiempo la traslada a un entorno distinto, un campamento durante una tormenta de nieve, buscando de esta manera renovar la ambientación e introducir un par de nuevos personajes.
La pregunta es: ¿logra cumplir con lo que promete? Derrickson opta por intensificar los elementos de horror visual y sonoro que ya había usado antes: secuencias oníricas, visión deformada, nieve, ecos de llamadas que vienen de otro mundo. De hecho, el propio director ha señalado que esta secuela sería “más violenta y más agresiva” que la original, pero no es necesariamente algo bueno ya que mucho del misterio de la primera se pierde por culpa de recursos ya vistos en clásicos como ‘Pesadilla en la Calle Elm’.
El trabajo de cámara y montaje logra en ciertos momentos generar tensión, por ejemplo, cuando Gwen entra en sus sueños o visiones, la textura de imagen cambia, se nota cierta distorsión digital, como un videotape antiguo y se logra algo de tensión. Esa decisión es arriesgada y en general funciona para dar sensación de extrañeza.
Sin embargo, también hay momentos en que esa fórmula resulta algo repetitiva: la película se alarga, el recurso de la llamada telefónica ya no sorprende como en la primera entrega, y la ambientación del campamento de invierno no se explota de forma óptima. La tensión decae en algunos tramos, y el ritmo se diluye hacia el tramo final.
El guion, escrito por Derrickson junto a C. Robert Cargill, vuelve a apoyarse en la premisa del teléfono que conecta con el más allá, el trauma, la culpa, los fantasmas de un pasado que no se deja atrás, pero se nota la ausencia del gran Joe Hill para crear suspenso.
El cambio de foco hacia Gwen (en lugar de centrarse en Finney) es una buena idea: le da a la historia un aire nuevo, introduce una protagonista femenina con motivaciones distintas, y amplía el universo del villano; pero falla en su ejecución: los pasajes de “investigación” en el campamento, la tormenta que los aísla, la revelación de un vínculo familiar oculto... todo sabe a fórmulas ya conocidas y generan poco impacto.
A esto se suma que algunas de las conexiones de la trama carecen de desarrollo suficiente, por ejemplo, los lazos entre personajes adultos, las interacciones en momentos clave y la poca profundidad para fortalecer los motivos del villano hacen que el clímax tenga menos impacto.
En cuanto al reparto, Ethan Hawke vuelve como ‘The Grabber’ y aporta esa presencia inquietante que ya se evidenciaba en la entrega anterior. Las pocas veces que aparece, logra generar esa sensación de repulsión que salva varios tramos del filme.
Por otro lado, Mason Thames como Finney entrega una actuación más contenida: su personaje está marcado por el trauma, la culpa y la inacción. La sorpresa la aporta Madeleine McGraw como Gwen, aunque es un rol difícil porque debe transitar entre la vulnerabilidad, la rabia, la curiosidad y el miedo; logra darle fuerza a su interpretación. El problema es que el guion le da menos coherencia emocional de la que podría: algunos de sus cambios parecen abruptos, y la química con el resto del elenco no siempre se siente potente.
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En lo que respecta a la ambientación, el filme obtiene una buena valoración. Los efectos de luz y sombra, la sensación de aislamiento, el uso del silencio y los ruidos metálicos del teléfono negro, todo contribuye a crear un ambiente inquietante. A esto se suma el aspecto del manejo de la violencia, más explícita que en la entrega anterior; sin embargo, no es suficiente cuando falta contundencia en la trama.
En conclusión, ‘Telefono Negro 2’ no supera a su predecesora. Se nota que el éxito de la primera fue el motivo principal para tratar de estirar la fórmula, pero en lugar de potenciar su universo, cayó en el letargo de las segundas partes, perdiendo la oportunidad de trascender.