"Yo una niña. Él un extranjero, rico. No podía decirle que no": exnovia cubana de Maradona cuenta su historia

Mavys Álvarez, la cubana que fue el apoyo emocional de Diego Maradona durante su rehabilitación en La Habana, comparte su historia por primera vez.
Redacción Vistazo
Mavys Álvarez, la cubana que fue el apoyo emocional de Diego Maradona durante su rehabilitación en La Habana, comparte su historia por primera vez.

“Yo era una niña. No tenía maldad ninguna. Él era un extranjero, un rico y se había fijado en mí. No podía decirle que no. Era un privilegio ser su novia”, contó Mavys Álvarez, la cubana que fue el apoyo emocional de Diego Maradona durante su rehabilitación en La Habana por el año 2000, comparte su historia por primera vez.

En agosto de este año, el portal Teleshow publicó un artículo sobre la relación de Diego y Mavys, lo que dio pie a que el periodista Mario J. Pentón de América Tevé se propusiera hacerle una entrevista, ella aceptó.

Mavys tenía solo 16 años cuando se escapó de su casa para pasear en una ciudad al este de La Habana, el viernes 1 de septiembre del 2000. Se mezclaba con la multitud, era una joven delgada, de ojos claros y cabello rubio. Aquel día un hombre se le acercó y le propuso algo que ella jamás imaginó: acompañar a un profundamente deprimido Maradona -según decía él- ya que necesitaba a alguien para conversar.

“Al principio pensé que quien me proponía eso estaba loco. Era un cubano. Después supe que era el salvavidas del hotel. En el carro, a unos pasos, nos miraba Carlos Ferro Viera, amigo de Maradona. Estuvieron más de una hora convenciéndome de que era importante ayudar a Diego, que era una figura mundial, amigo de Cuba y que estaba deprimido. Y finalmente acepté”, explicó Álvarez al entrevistador en el programa América Noticias.

Fue llevada a un hotel en Varadero, donde conocería al célebre futbolista. Desde ese día, Maradona la llevó a conocer la vida de un turista en Cuba -lo que para los habitantes de la isla es terreno restringido - que, en este caso, incluyó también alcohol, droga y demás excesos con la impunidad bajo el régimen castrista.

“En el hotel me recibió Guillermo Esteban Coppola, un amigo de Maradona. Ahí me asusté muchísimo porque estaba en toalla y pensé lo peor. Unos minutos después me recibió Maradona. Conversó mucho conmigo y me dio confianza. Me cayó bien. Nunca se propasó. Me invitó junto a mi familia al día siguiente a cenar al palacio Dupont”, confesó.

Durante casi cuatro años, Diego cautivó a Mavys con lujos a los que otros cubanos no podían acceder. Paseos, restaurantes, discotecas. Conforme pasaron los meses, Maradona llevó a la joven al Centro Internacional de Salud La Pradera, para que viviera ahí con él, en una de las dos casas que el gobierno cubano la había concedido.

“Mi mamá no lo tomó nada bien. Tampoco mi papá. Pero a esa edad uno suele ser muy rebelde y no tener en cuenta el criterio de los padres. La vida con Maradona era muy loca: fiestas, discotecas. Me llevaba a comer... Nunca imaginé que después me metería en las drogas de las que me costó tanto trabajo salir”, contó Mavys.

Reveló también que el astro del fútbol argentino le propuso varias veces participar de fiestas sexuales, pero ella se negó. “Al cabo de estos años me da pena de mí misma saber que tenía 16 años y fui parte de todo eso. Pero fue una experiencia más que tuve en la vida. No escogemos lo que nos toca vivir. Simplemente me dejé llevar”, dijo.

Harold Crespo, quien estudió con Álvarez en su juventud, contó que la joven se transformó en "una diosa", eso significaba para él pasar de "ser pobre" a ser la novia oficial de Maradona. Contó desde su punto de vista cómo fue el cambió de Mavys. "De ser esa niña inocente y alegre que todos conocíamos, a lo que se convirtió después de ser sumergida en ese mundo de alcohol y drogas. Fue muy duro”, expresó.

Maradona no infringió las leyes cubanas durante la relación, según la abogada Laritza Diversent, directora de una ONG que se dedica a la asesoría jurídica de la sociedad civil cubana (Cubalex). “En Cuba no se criminaliza las relaciones con menores de edad. A partir de los 14 años las niñas pueden casarse con el consentimiento de sus padres. Las relaciones sexuales solo constituyen delito si se realizan bajo estupro, es decir, si el adulto utiliza el engaño o el abuso de superioridad sobre el menor”, señaló.

Además, resaltó: “Lejos de proteger a la menor, en Cuba esa adolescente pudo haber sido sancionada por el delito de peligrosidad predelictiva, que es la figura legal que utilizan contra las muchachas que tienen relaciones con turistas”. Explicó que este delito se define en los artículos de 73 al 84 del Código Penal cubano y estipulan una condena de uno a cuatro años de cárcel.

En el caso de la relación de Mavys y Diego, ella afirmó que nunca ejerció la prostitución, lo que es común entre menores de edad cubanas que están en busca de turistas para mejorar la situación económica de sus familias. “Él me cayó bien. Me deslumbró. Fue una relación consentida”, aseguró.