¡No culpes a la lluvia!, ¿Será que no nos amas?

Diana Romero
¡No culpes a la lluvia!, ¿Será que no nos amas?

Luis Miguel tiene un reparto de hermosas canciones y muchas ya clásicos del romance, que lo convierten en “El Sol de México”, pero sin embargo su conducta a través de los años ha sido cada vez más cuestionada. 
 
Tras el estreno de su serie en Netflix, esa percepción, para muchos y para mí, cambió. Un hijo abusado y estafado por un padre ególatra envidioso de fama y sediento de dinero y poder, le devolvió esos rayos de brillo nuevamente al astro Sol, frente a su audiencia que pretendía ahora entenderlo por todo lo que vivió. 
 
Él lo supo aprovechar y con ello vino la planificación de un nuevo disco y la salida de una espectacular gira, “México por siempre”, que vistas sus primeras presentaciones en Chile y Argentina por YouTube, realmente emocionó y prometía ser un espectáculo de lujo, y en la que iba a poder cantar junto a él temas tan queridos como “Miénteme”, “La incondicional”, “Palabra de honor”, entre tantas, tantas otras. 
 
El esperado 13 de marzo llegó. Desde temprano, viniendo a la oficina pasé por los exteriores del Coliseo Voltaire Paladines Polo, cerca al estadio donde se realizaría el concierto y había movimiento, revendedores, kiosquitos de comida instalándose, vendedores de cancioneros y chucherías, así como el típico tráfico de la zona que en ese momento, por ser un día “Soleado”, no molestaba, más bien ilusionaba. 
 
Aproximadamente a las 18H30, ya los reporteros de los medios de prensa citados estaban reunidos en la puerta asignada para que uno de los representantes de la productora del evento, So High Events, nos entregase las bandas de color rojo e hicieran ingresar a la sección asignada para las coberturas, mientras miles y miles de personas también lo hacían a través de largas filas que vi extenderse hasta las afueras del amplio parqueo del Estadio Modelo Alberto Spencer, donde se realizaría el concierto.
 
Esperando que salga el Sol…
La telonera del evento fue Maga, una jovencita que intentó conquistar a todos con su juvenil simpatía y nuevos temas. Bastante joven para la gran mayoría del público que asistía, pero que supo defenderse en el escenario con una gran voz. Y tras ella, vino una inesperada segunda telonera: La lluvia. 
 
Esto alborotó a la multitud a medida que su intensidad crecía y muchos salieron del estadio para adquirir los impermeables que los vendedores ambulantes ofrecían afuera al inicio a U$1,50, pero que inmediatamente subieron a 5 dólares y en poco tiempo más, ante la escasez y demanda, a 10 cada uno. 
 
Refugiado junto a dos compañeras de prensa de medios de televisión bajo la mini carpa de un puesto de cervezas, veíamos como poco a poco, sobre todo los varones, no les importaba ya estar empapados, con tal de disfrutar entre amigos de sus “bielas” y del show esperado. La carpa anexa ofrecía hamburguesas y hot-dogs, que era como el alimento salvación para aguantar el espectáculo pues ya pasaban de las 20H00 y aún ni señas de que empezaba. 
 
Lo irónico fue que al pedir nuestros hot-dogs nos informaron que estos los vendían con mayonesa y papitas picadas pero sin cebolla ya que por orden directa entre las especificaciones de Luis Miguel, estaba prohibido que haya ese tipo de olores cerca al escenario. Me parecieron exigencias de “divo”, pero recordé que hay muchas personas que no soportan la cebolla, así que no le di importancia, tan solo comí, bebí y esperé. 
 
Debo reconocer que el guayaquileño es netamente amigable, al poco tiempo con otras personas refugiadas bajo la misma carpita, algunos ya mayores, comentábamos lo sorprendidos que estábamos por la gran cantidad de acentos de las personas que se acercaban a comprar las cervezas, habían quiteños, cuencanos, colombianos, cubanos, peruanos y venezolanos, algunos de este último grupo, trabajando en el lugar vendiendo bebidas y alimentos con mucha amabilidad y sorprendentemente más rápido y eficientes que muchos compatriotas, ¡Bravo por ellos!
 
¡Necesito creerte, culpable o no!
Los minutos se convirtieron en horas y lo peor es que el viento empezó a enviar la lluvia por todos lados, ya la carpita no nos protegía, igual estábamos mojados. Me apenaba la gente mayor que podía enfermarse, pues el viento provocaba más frío. Muchas chicas asistieron tan solo con camisetas frescas, ante el eterno calor de la ciudad, y ahora tiritaban del frío. 
 
Pero todos decían que eso desaparecería una vez que el concierto diera inicio. Las pantallas de luz, las más grandes que he visto en los últimos conciertos (Shakira, Ricky Martin y Carlos Vives), se las llevaban de largo, y a lo que se encendieron, se encendió también la euforia del público, que con gritos manifestaban su felicidad de poder ver a Luis Miguel en pantallas realmente gigantes. 
 
La alegría duró poco, a escasos minutos, se apagaron y a los segundos regresaron pero como distorsionadas y se volvieron a apagar. Ya la gente empezaba a presentir, más que nada por la hora, cerca de las 22h00, que algo malo ocurría. 
 
A mí me sorprendía que la estructura no estuviera tan techada como los escenarios de Shakira o Carlos Vives, pero el portal del diario El Universo anunciaba que en una entrevista con uno de los personeros responsables que estaban preparados para todo aun frente a la lluvia. Y hubo incluso quienes aseguraron vivir por la Kennedy, zona residencial cercana al estadio, y haber escuchado desde sus casas las pruebas de sonido la noche anterior, cuando también hubo una lluvia descomunal y que todo sonaba perfectamente.
 
¡Te tengo que olvidar!
Sin embargo, los mayores temores se hicieron realidad cuando uno de los representantes de las empresas responsables del evento, So High Events, Feel the Club y Live Nation, anunciaba que debido a fallas técnicas, se veían obligados a reprogramar el concierto para nuevas fechas y cancelar esa presentación. 
 
La indignación fue general. La primera reacción que vi fue de muchos correr hacia las puertas como para ir rápidamente a sus carros y evitarse todo el congestionamiento de la salida, mientras que otros, llenos de esperanza, decían, “Veras que es una broma, ya mismo sale, él es así”… 
 
Broma nunca fue, ¿burla, no sé? Al grito en coro masivo en toda general de “HDP”, la gente abnegada empezó a retirarse. Vi chicas llorando, mucha gente triste e indignada, otros se lamentaban por todo lo que les había costado viajar hasta Guayaquil para ver a su ídolo y que este no se presentase. 
 
“¿Quién cubre nuestros gastos?”, “Yo pedí vacaciones por esto”; así también otros se lo tomaban a broma, “¡Yo apoyo a Luisito Rey!”, “¡Que te hale las patas Luisito Rey!”, en fin, dejando la mini-carpa atrás y enfrentando de lleno a la lluvia, ya no quedaba más que empaparse de lleno, caminar entre la multitud hacia la extensa salida y buscar ir a casa, y en mi caso, para llegar y empezar a cantar y citando al propio Sol: “Te voy a olvidar, palabra de honor”.