¿Qué hizo con sus bienes el presunto femicida de Lisbeth antes de huir?

Cecilio Moreno Mendoza
Tres veces Luis Javier le pidió matrimonio

Lis Baquerizo, 30 años, ingeniera comercial, modelo y emprendedora. Tenía un año de casada. Su muerte violenta intentó ser disfrazada por el presunto victimario y su familia. La lentitud de un fiscal les dio tiempo para transferir parte de sus bienes y fugar.
 
"Tengo que admitir que lo nuestro fue un cuento de hadas, una historia de película. Este hombre que ven aquí me conquistó por su alma, por su carisma y el gran amor que siente por mí. No cambiaría nada de nuestra historia. Toda es perfecta…”. Esto escribió Lisbeth Baquerizo Muñoz el 11 de noviembre de 2019. Un mes antes se había casado por lo civil con Luis Javier Hermida. Luego del eclesiástico se fueron de luna de miel al Caribe mexicano.
 
Pero tres días antes de la Nochebuena todo cambió: Lis Baquerizo falleció de forma violenta mientras se encontraba con su esposo en una vivienda de una urbanización cerrada, en el kilómetro 8 de la Vía a la Costa, al oeste de Guayaquil. Tras irse destapando los entretelones de esta historia, en la prensa se empezó a tratar como un nuevo caso de femicidio. Uno de los 118 que ocurrieron en el Ecuador en 2020.
 
Hasta finales de enero, el fiscal encargado del caso solo ha conseguido órdenes de detención para investigación en contra del viudo sospechoso, de sus padres como presuntos encubridores del delito y manipuladores de la escena, de un hermano del principal acusado por atropellar a un miembro de la Policía Nacional y de un médico que certificó la muerte de Lis por “causas naturales”.
 
Un noviazgo largo
La historia de amor entre Lisbeth Tatiana y Luis Javier empezó en 2007 cuando ambos tenían 16 años. Se conocieron porque sus colegios eran cercanos. Él en el San José La Salle y ella en el también religioso Laura Vicuña regentado por una sociedad de beneficencia. 
 
En su página de Facebook, ella destacó su relación, pero sin mencionar el nombre de él. Luis Javier por su parte ha mantenido siempre un muy bajo perfil en redes sociales. Cuando se conocieron, el padre de Luis, oriundo de la provincia del Azuay, hacía del alquiler de una flota de taxis su principal actividad económica. Ella creció en el populoso sector del Cristo del Consuelo donde destacaba el trabajo de su madre como estilista.
 
Con el tiempo los Hermida pusieron un almacén de repuestos automotrices que se convirtió en una compañía importadora de autopartes coreanas. La compañía fue fundada en 2016 siendo Luis Javier su presidente y su padre el gerente general. Los accionistas originales fueron el padre y sus tres hijos. En 2019 la facturación bordeó los 600 mil dólares.
 
Cuenta Virginia Muñoz que a Luis siempre lo consideró un caballero y que su hija lo amaba. Que tres veces él le pidió matrimonio pero que las dos primeras ocasiones no le aceptó porque le preocupaba alejarse de su hogar y sobre todo de su única hermana, menor, a la que habían diagnosticado con leucemia. Además, ansiaba terminar sus estudios universitarios en Ingeniería Comercial.
 
De hecho, los novios estudiaron en la Universidad de Guayaquil y compartieron una tesis de grado cuyo objetivo era “implementar una empresa para la producción de una bebida natural de frutas y verduras para evitar problemas como la desnutrición y ayudar a controlar enfermedades como el cáncer”. El potaje que pretendían industrializar había sido creado por la madre de Lisbeth y probado con éxito en su hermana enferma.
 
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La tercera fue la vencida
Finalmente, en 2019, Luis Javier obtuvo el sí. Para este tiempo ella ya trabajaba en el departamento de Comercio Exterior de una importante trasnacional de electrodomésticos. Allí laboró por más de cinco años, hasta el día de su trágico final.
 
El matrimonio civil lo programaron para octubre de 2019. Un mes antes, el 19 de septiembre, Luis Javier cedió sus acciones en la importadora de repuestos a favor del menor de sus hermanos, “incluyendo los dividendos que hubieren correspondido en el actual ejercicio económico”, reza la comunicación cuya copia reposa entre los archivos públicos de la Superintendencia de Compañías. Sin embargo, siguió figurando como el presidente de la empresa.
 
La ceremonia eclesiástica fue en la iglesia de La Merced, ubicada en el centro de Guayaquil junto al edificio de la Fiscalía provincial, el lugar donde ahora, todos los días Virginia Muñoz acude a pedir justicia para su hija.
 
La primera residencia la establecieron, a pedido de Lisbeth, en un lugar equidistante al hogar de los padres de ambos, en la ciudadela Bellavista. Pero hacía cuatro meses se habían cambiado al sector de Vía a la Costa, a una cuadra de los padres de Luis, a una casa cuyos antiguos propietarios habían sido víctimas de la pandemia. Ella hacía teletrabajo cuatro días a la semana, él pasaba el día en el negocio familiar. Virginia destaca el espíritu emprendedor de su hija. Ella usaba sus redes sociales para promocionar y vender un producto para el cuidado del cabello.
 
Noche trágica
Qué exactamente pasó la noche del 21 de diciembre en casa de los Hermida Baquerizo es aún un misterio. Cuando su madre llegó cerca de la medianoche, el esposo, sus padres y al menos un hermano estaban en la escena.
 
Le dijeron que se había resbalado por la escalera, pero, a pesar de la desesperación, poco a poco los Baquerizo fueron encontrando inconsistencias en las versiones y actitudes de los Hermida. El padre sugirió que el sepelio se lo haga apenas 12 horas después. Una herida en la ceja de Luis también era notoria a lo que él argumentó haber sido víctima de un asalto por la tarde. Al día siguiente durante el velorio, Luis no se acercó al féretro. Las sospechas crecieron cuando unas amigas de Lisbeth le contaron que desde hacía un mes ella habría estado recibiendo maltratos.
 
La madre puso la denuncia y una Fiscal ordenó levantar el cadáver, llevarlo a medicina legal y detener para investigaciones al esposo. Luis escapó ayudado por uno de sus hermanos que al momento era un teniente de navío de la Armada Nacional. El carro en que huían atropelló a un policía que intentó impedir la fuga.
 
La autopsia fue concluyente: Lisbeth falleció a causa de un corte ocasionado por un objeto cortopunzante en su cabeza. Los legistas descubrieron que la herida había sido cerrada con cemento de contacto para ocultarla en medio de la larga y frondosa cabellera de la joven.
 
Lo extraño es que, a pesar del informe forense, el principal acusado, hasta el cierre de esta edición, no había sido sindicado. Además, los padres y hermanos fueron citados a declarar tres semanas después del crimen. Cuando debían acudir, una amenaza de bomba impidió la diligencia. Al día siguiente ya no se presentaron y su paradero es desconocido, convirtiéndose en prófugos el principal sospechoso, sus padres y uno de sus hermanos.
 
Lo que sí pudieron hacer sin problemas es proteger sus bienes. Al día siguiente del sepelio, Luis Javier había sido sustituido de la presidencia de la empresa. Y en los primeros días hábiles de 2021, ante los señalamientos por presunto fraude procesal, el padre transfirió sus acciones a favor de su hijo menor. Lo mismo hizo el marino, señalado por la Policía como el causante de lesiones a uno de sus miembros. Ahora el hermano menor, de 25 años, es el accionista mayoritario y presidente de la compañía.
 
Virginia Muñoz, la valiente madre, ha pedido el cambio de Fiscal debido a sus dudas por la forma en que lleva la investigación. Ella no descansa y no descansará. De lunes a viernes está al pie de la Fiscalía, junto a familiares y amigos, pidiendo desesperadamente #JusticiaparaLisbeth.