Las irregularidades que llevaron a la caída de Correos del Ecuador

El edificio en Guayaquil costó de 4
Gabriela Pinasco

La modernización fue fachada: mientras Correos del Ecuador construía modernos edificios y adquiría máquinas con la pretensión de convertirse en referente regional, por dentro las cuentas nunca cuadraban. Irregulares manejos que investiga Contraloría sentenciaron a la empresa pública más antigua del país.

El Correo fue otra de las tantas víctimas de la larga y triste noche neoliberal, donde se destruyó todo lo público... Se quería vender o concesionar por 16 mil dólares anuales, pero lo hemos recuperado”. Era el discurso del entonces presidente Rafael Correa en 2013, durante la inauguración del Centro de Clasificación Regional de Correos del Ecuador, en Guayaquil. Una improvisada edificación de 4,7 millones de dólares que prometía modernizar el trabajo de la emblemática empresa.

Pero, mientras el gobierno pintaba una administración eficaz, a la empresa no le cuadraban los números. En 2013, la firma auditora Moores Rowland fue conratada para revisar los estados financieros de Correos del Ecuador y detalló cómo, por ejemplo, en 2010 y 2011 existía una diferencia de casi tres millo- nes de dólares entre lo que la empresa presentaba en sus registros y lo que reportaban sus cuentas bancarias.

“Se han identificado transacciones y depósitos que no han podido ser debidamente correspondidos en los sistemas contables”, se lee en el informe de Moores Rowland. Pero eso era solo la punta del iceberg. Las cifras no cuadraban en el pago de impuestos, ni en las aportaciones patronales al IESS, mucho menos en la evaluación de activos, las deudas y cuentas por cobrar: 2,5 millones se sobreestimaron en facturas internacionales.

La Contraloría pidió explicaciones. La respuesta fue que la empresa adoptó el sistema gubernamental del Ministerio de Finanzas, que no se ajustaba a las normas internacionales como en otras empresas. Para 2014 se ofrecía implementar los cambios que sanearían la contabilidad, ya que en esos momentos no dispo- nía de recursos, pero el gobierno se ufanaba inaugurando millonarias obras.
 
El alegre manejo de la contabilidad impidió tener informes de auditoría confiables sobre los estados financieros, requisito básico para obtener financiamiento. Eso no fue problema en tiempos de revolución. En 2012, la empresa recibió un préstamo de 9 millones de dólares del Banco del Estado (BDE), para el proyecto de “automatización y mecanización”, para clasificar paquetes y correspondencia.

El proyecto sobredimensionado
Inicialmente se pidió la compra de cuatro máquinas a la empresa Siemens, por nueve millones de dólares, pero al momento de firmar el contrato se acordó solo tres de estas por el mismo precio. En los documentos se lee que, en el centro nacional de Quito, ubicado en la avenida Naciones Unidas y Japón, se instalarían dos máquinas en un espacio de 73 metros cuadrados; y en Guayaquil, en la ciudadela Sauces 7, la otra, en un espacio de 1.112 metros cuadrados.

Cuatro meses después de firmado el contrato, en diciembre de 2012, la gerencia declaró la emergencia para la construcción del proyecto “Dotación de Infraestructura para los Centros de Procesamiento”, porque las máquinas ocu- parían hasta el triple del espacio previsto.

Esta es una de las tres máquinas que compró Correos del Ecuador por las que pagó nueve millones de dólares. Inicialmente la compra era por el mismo precio pero por cuatro máquinas. Aún se adeudarían cuatro millones de dólares al proveedor, la multinacional Siemens.

¿No se percataron?
Un informe de Contraloría simplemente concluyó que no se consideró el espacio físico; las máquinas estuvieron embodegadas un tiempo y, por ese retraso, Siemens cobró rubros adicionales de arriendo y mantenimiento.

Correos del Ecuador tenía ingresos por más de 40 millones de dólares anuales y se podía dar esos lujos. Casi 10 millones de dólares costaron las improvisadas infraestructuras. En Guayaquil se construyó inmediatamente, para que el expresidente Correa la inaugure en las fiestas julianas de 2013, pero las máquinas se instalaron en 2016. En Quito, la obra terminó en 2018, tiempo que concuerda con la debacle de la empresa: sus ingresos disminuyeron a 23 millones de dólares.

No obstante, la pérdida no termina ahí. Las máquinas clasificadoras operan a menos del 10 por ciento de su capacidad. “Son muy grandes, sobredimensionadas para el mercado ecuatoriano. Si procesáramos en Correos del Ecuador los paquetes de todas las empresas privadas del país, llegaríamos a ocupar un 25 por ciento de su capacidad”, dice Mauro Intriago, actual gerente de la empresa pública.

Y aún se adeuda cuatro millones a Siemens. Contraloría revisa nuevamente estos procesos en busca de responsabilidades. Si se determinan irregularidades se podría anular el contrato y devolver las máquinas. En caso contrario, Correos del Ecuador debe terminar la deuda y venderlas a precios subvalorados.

El monopolio estatal
Aunque el servicio postal de Correos del Ecuador funciona desde hace 189 años, en 2010 se convirtió en empresa pública y se ordenó a todas las instituciones del Estado contratar sus servicios; esto aumentó significativamente sus ingresos, pero mermó su operatividad. Ya en 2012, un informe de Contraloría detallaba su incapacidad para cumplir contratos que superaban los cuatro millones de dólares con CNT, CNE y SRI; se trataba de entrega de correspondencia y distribución de facturas.

Aunque en 2017 el presidente Lenín Moreno anuló la obligación del Estado para contratar con Correos del Ecuador, quedaron algunos lastres: la Universidad de Guayaquil declaró a la empresa pública como contratista incumplido, por un contrato de digitalización de documentos. Un millón de dólares, entregado como anticipo se esfumó de las cuentas de Correos del Ecuador sin que la Universidad recibiera el servicio.

Situación similar hay en contratos firmados con el Ministerio de Educación y la Unidad Nacional de Almacenamiento, según el gerente Mauro Intriago. ¿Es posible salvarla? Pese a tener una pérdida de 123 mil dólares en 2019, inferior a la de otras empresas públicas, el gobierno decidió liquidarla: arrastra más de 14 millones de dólares en deudas no registradas en su contabilidad y el Estado le ha inyectado 4,6 millones en los últimos años para ayudarla.

Incluso hay pruebas de sabotaje al interior de la empresa. En 2017 se eliminó el negocio de giros internacionales de dinero, porque la gerencia detectó una pérdida de alrededor de siete mil dólares. Pero un examen de Contraloría detectó que en realidad el negocio dejaba ganancias por casi 200 mil dólares. “Hay intereses, personas que usaron la empresa para beneficio propio, incluso algunos funcionarios tenían acceso al sistema contable y se borraban facturas, otros renunciaron y aparecieron luego como administradores de empresas privadas”, dijo a Vistazo un empleado que prefirió el anonimato.

Nunca se logró sanear el sistema contable. Luego de la auditoría de Moores Rowland en 2013, se contrató a la consultora BDO en 2017 y esta determinó que aún existían falencias en la contabilidad.

¿Quién se queda con el mercado?
Según un informe de la Agencia Nacional Postal, hay 161 operadores de mensajería y logística en el país, la mayoría medianas y pequeñas empresas. Apenas alrededor de 10 son grandes y compiten directamente con Correos del Ecuador que, en sus mejores momentos, llegó a tener hasta dos mil empleados. Ahora se dispone a liquidar a los 710 funcionarios que quedaron en la empresa.

El mercado de servicio postal en Ecuador movió 150 millones de dólares en 2018, mientras en 2019 bajó a 145 millones, debido a la contracción económica. A pesar de que la empresa pública tiene tarifas más bajas y puede llegar a todos los rincones del país, apenas captura un ocho por ciento del mercado. Es visible cómo desperdició las oportunidades.

Servientrega, por ejemplo, tuvo ingresos por 40 millones en 2018 y apenas 628 empleados, según información entregada a la Superintendencia de Compañías. DHL, por su parte, facturó más de 30 millones, con menos de 300 trabajadores.

Quizá los resultados de estas empresas se deben a un manejo eficiente que no requirió de infraestructuras y máquinas innecesarias. Estas podrían ser las firmas que compitan por el lugar que deja Correos del Ecuador. Aunque el Gobierno todavía no da detalles de cómo se hará el concurso, informó que se escogerá entre empresas expertas en el negocio que estén brindando el servicio en el país. En un plazo de seis meses se liquidará totalmente la emblemática empresa pública.