La encrucijada minera

Diana Romero
La encrucijada minera

Con dos minas a punto de inaugurar la explotación a gran escala y otros dos proyectos con problemas legales y oposición de las comunidades, Ecuador debate su futuro en un conflicto que parece no tener puntos medios. De un lado, las posibles afectaciones ambientales; y del otro, una industria que generará ingresos por miles de millones de dólares que requiere el país.
 
El primer sábado de abril, cientos de indígenas y campesinos del Azuay ascendieron a Quimsacocha, un sitio ceremonial donde confluyen tres lagunas a 3.800 metros de altura en el austro ecuatoriano. Allí celebraron la victoria del “No a la minería” tras la consulta popular del 24 de marzo en Girón, uno de los 15 cantones de la provincia. Pero mientras unos celebraban en el páramo, otros se lamentaban más abajo.
 
 
Para subir a Quimsacocha hay que pasar por los dos campamentos de la empresa canadiense INV Metals a cargo del proyecto Loma Larga, de donde se planea extraer 2,2 millones de onzas de oro durante los 12 años de vida útil que tendría la mina. Ese día, los guardias de la compañía, también campesinos de las comunidades aledañas, miraban con resignación pasar a sus vecinos. “No se dan cuenta que la minería genera trabajo”, se lamentaban.
 
LEA ESTE INFORME COMPLETO EN LA EDICIÓN IMPRESA DE REVISTA VISTAZO