¿Por qué José 'Pepe' Mujica fue tan querido? Su legado y forma de hacer política
Se consolidó como un referente de la izquierda latinoamericana, reconocido por su estilo de vida austero. Una biografía publicada en 2015 revela las claves para su popularidad. Fiel a su esencia, el libro es dinamita pura. Aquí lo recordamos.
Pocos presidentes latinoamericanos han despertado tanta simpatía como el uruguayo José Mujica, quien acaba de morir a los 89 años, a causa de un cáncer.
“Si no hubiera estado en cana, no sería así, sería medio culo roto. El tema es levantarse de la derrota. En la vida sos derrotado la inmensa mayoría de las veces. El asunto es volverse a levantar y seguir y seguir”.
Y José Mujica siguió después de 15 años de prisión por sus actividades como guerrillero tupamaro, hasta llegar a ser presidente de Uruguay y uno de los líderes latinoamericanos más respetados en el mundo. Hombre apasionado, que dice siempre lo que piensa, lo que resulta a veces incómodo, “pero tengo marcha atrás porque no soy fanático”.
Su biografía: 'Una oveja negra al poder', escrita por los periodistas Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, lo retrató de cuerpo entero, donde es fácil encontrar las claves para su inmensa popularidad. Fiel a su esencia, muchos de los comentarios en el libro son dinamita pura.
El filósofo
El primer cargo público de importancia de Mujica fue el de parlamentario. Cuentan que ahí llegó a bordo de una pequeña motocicleta y vestido con pantalones vaqueros. Al estacionar la moto, uno de los guardias le habría preguntado si pensaba dejarla mucho tiempo, a lo que le habría respondido: “Si me dejan, unos cinco años”.
Se corrió la voz sobre su manera de ser. Ya de presidente decidió continuar viviendo en su chacra y manejar su Volkswagen Fiusca para ir al trabajo, por lo que se lo bautizó como “el presidente más pobre del mundo”. No obstante, él no se sentía pobre.
“Soy austero para tener libertad y para eso es necesario andar liviano de equipaje”. Él cocina, lava los platos, habla de lo que es “y vivo como quiero”. Los años en prisión le dieron tiempo de sobra para leer. Le encanta citar a Winston Churchill y Trotsky, que son como el agua y el aceite. Sin embargo, creía que una de las principales fuentes del conocimiento es el sentido común.
Añade que hace tiempo abandonó la matriz ideológica porque no “te permite percibir la realidad. Me di cuenta de la importancia de los matices. La vida es porvenir, no es pasado, lo cual no quiere decir que el pasado no exista. El pasado existe, pero lo determinante es el futuro. Eso lo que te da es capacidad de olvidar. Olvidar, no te olvidas, pero el asunto es superar...Horrible vivir envenenado toda la vida con resentimiento. Vivir envenado es vivir al pedo”.
La ideología
Tal vez por su conocimiento de Churchill, Mujica internalizó aquella famosa frase del gran estadista inglés: “Quien no es comunista a los veinte no tiene corazón, quien es comunista a los 40 no tiene cerebro”.
Por eso llegó a la presidencia del Uruguay lejos del discurso de los socialistas del siglo XXI, encabezados por Chávez y los comunistas del siglo XX, los hermanos Castro.
Definió a Cuba como “una vieja novia de la adolescencia a la que le veía desmejorada por los años”. Sentía aprecio por los tres, pero no comulgaba en la práctica.
Sostiene en el libro que en Cuba les dijo: "Por más mierda que sea el capitalismo ayuda a crecer". A Venezuela le considera "el país más corrupto del mundo". Está de acuerdo que Chávez sacó a muchos venezolanos de la pobreza. Pero eso no “es el socialismo ni parecido. Es la forma más larga de terminar en el capitalismo”, le decía a su amigo Hugo, quien respondía riendo. “Esto es creer o reventar”.
Añadía: “Hay un problema de política práctica que les cuesta entenderlo. No sé para qué mierda te pones a nacionalizar algo que después no podés manejar. Cuando empezamos la relación con Venezuela, ellos no importaban arroz y de vez en cuando vendían al exterior. Ahora les mandamos barcos llenos de arroz. Fueron para atrás. ¡No se puede creer!”.
Para Mujica, el descrédito de los políticos era porque “a veces se produce un apartheid entre la sociedad y los gobernantes... No reprocho a nadie que no viva como yo, pero la política te separa del común de la gente. Me votaran o no me votaran, pero el grueso de la gente en la calle me respeta y me quiere. Es porque no les refriego la Presidencia por el hocico. Con la pajería del poder y la puta que lo parió todo se justifica y terminas en una casita de marfil rodeado de una cohorte de alcahuetes que lo único que hacen es lambetear al jerarca poderoso”.
Era enemigo del protocolo y de la parafernalia del poder. “La cosa que más me desespera de los protocolos es la plata que tiran los estados al pedo. Hasta en Bolivia lo viví”. Sostiene que el círculo, la alfombra roja, la pleitesía no es la república. “La república es igualdad y la deciden las mayorías a las cuales nos debemos en cuerpo y alma. Los gobernantes deben vivir con sobriedad como la inmensa mayoría del pueblo que los votó. El presidente es un ciudadano como cualquier otro”. El expresidente antes de ser candidato a presidente, Mujica sostenía que no se veía en ese rol porque “no soy masón ni profesional universitario. Soy sapo de otro pozo”.
Sin embargo, al término de su mandato sostuvo que no se cansó de la cosa, sino de los cosos. Había anunciado que causaría un terremoto y lo hizo. Habilitó el matrimonio gay, despenalizó el aborto y reguló la producción y comercialización de marihuana. Y gobernó como un demócrata. La aprobación de algunas de las leyes polémicas fue con votos de los partidos Blancos (Partido Nacional) y Colorados. “Preciso como el pan a la oposición, los trato con algodón”.
También tuvo una relación saludable con las empresas. En su estilo cáustico dijo: “Para las sociedades anónimas igual que para los grandes capitalistas tengo la táctica de la sífilis. La sífilis no mata a la víctima porque si lo hace no tiene de dónde comer. Si les saco todo o los corros de Uruguay nadie pone plata. ¿Y quién dice que vamos a manejar las cosas mejor que ellos? Mira lo que pasó en Venezuela. Les expropiaron todo y ahora están peor”.
El volcán
En el libro, Mujica hace referencia a varios presidentes latinoamericanos y otros líderes mundiales. Sobre su amigo Lula dijo: “Lula no es un corrupto como sí lo era Collor. Lula vivió con angustia y con un poco de culpa la crisis del mensalao (mensualidad que repartieron a diputados y otros por votos y obras)". "En este mundo he tenido que lidiar con muchas cosas inmorales y chantajes”, le habría dicho Lula: “Esa es la única forma de gobernar Brasil. El mensalao es también este país, todo es a lo grande”.
De Juan Manuel Santos entonces presidente de Colombia: “Es un patricio. Nos tenemos mutuo respeto y yo lo valoro porque él no está para la chiquita. Está pensando en el bronce”.
Desafortunadamente, un comentario hecho a uno de sus ministros, cuando los micrófonos estaban abiertos originó un impasse, que hizo que nunca las cosas vuelvan a ser las mismas. Mujica dijo: “la vieja es más dura que el tuerto”, en referencia a Cristina y su marido Néstor. Al presidente uruguayo le tomó una semana escribir una carta a mano de disculpas. Aparentemente, Cristina lo disculpó, invitándolo a viajar con ella al entierro de Hugo Chávez, en el avión presidencial. “Hasta una peluquería tenía adentro, cama de dos plazas, un enorme placar para la ropa”. No le dirigió la palabra en el vuelo.
LEA: 'Adiós amigo': El mundo llora la muerte de 'Pepe' Mujica
En cuanto a Evo Morales dijo: “Evo es más que el presidente de Bolivia. Es el representante de los pueblos indígenas de América. Tiene mucha llegada en toda la cordillera”.
Habló con simpatía de Sebastián Piñera. “No es un facho. Es un capitalista conservador, pero tiene claro que hay que darle asistencia a la gente”. Creía que, a Ollanta Humala, Alan García lo metió en la Alianza para el Pacífico y él no quiso echarse para atrás y que el Mercosur debe ría participar como observador en esa Alianza. “Las cosas se van a jugar en el Pacífico”.
Visitó a Obama en la Casa Blanca y al preguntarle si no se sentía raro en el Salón Oval teniendo en cuenta su pasado, aclaró: “Hay gente que tiene prejuicios o que tiene miedo al qué dirán. Yo me paso por las bolas él que dirán”.
Explicó que Obama le pidió que abra cancha para que “otros agarren el viaje en acercarse a Estados Unidos”. Sostiene que Obama tiene carisma, tiene clase. “Se la bancó (en Cartagena) más de veinte discursos dándole palo a Estados Unidos. Es una actitud de respeto”.
El futuro
En una de las tantas entrevistas para el libro, una vez los periodistas lo encontraron haciendo 30 frascos de salsa de tomate. Su esposa Lucía Topoleski, senadora estaba de viaje en Europa.
En lo personal la vida de Mujica es casi trágica. Su padre murió cuando él era un niño y su madre crió a la familia en medio de carencias. Fue ella quien le hizo interesarse en la política. Su paso por los tupamaros, un grupo guerrillero violento en los años 70 le significó 15 de cárcel y sobrevivir a seis balazos durante un enfrentamiento. Hasta unirse a los tupamaros había sido un joven enamoradizo. En los tupamaros conoció a Lucía Topoleski, su compañera de vida. “Nos unió el miedo y el desamparo”.
Ambos estuvieron presos y su amor superó la condena. Después nunca se separaron. Lo único que siente es no haber tenido hijos, pero era demasiado tarde para ello.
Vive en una chacra modesta y su otra compañera es Manuela, una perra que perdió una pierna en un rastrillo. A sus 80 años, en que se ha ganado el respeto y cariño no solo de los uruguayos dice: