El remedio peor que la enfermedad

María Belén Arroyo
El remedio peor que la enfermedad

La dosis diferencia un veneno de un remedio, escribió en el siglo XVI Paracelso, alquimista y médico suizo, quien inventó uno de los primeros analgésicos, el láudano, al mezclar opio y alcohol. 
 
Esta historia tiene dosis de ironía, de paradoja y de tragedia. Un lote de paracetamol inyectable importado llegó contaminado hasta hospitales públicos. Mientras tanto, la facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Central en Quito tiene un laboratorio equipado para control de calidad de fármacos, subutilizado.
 
 
No es la única paradoja. La gerencia del hospital Carlos Andrade Marín de Quito (HCAM, del IESS) declara que por mala gestión de sus antecesores se perdieron cuatro millones de dólares por medicinas e insumos caducados, pero 37 pacientes con enfermedades catastróficas obtuvieron sentencias para acceder a recetas que le cuestan 6,3 millones a esa casa de salud.
 
LEA ESTE REPORTAJE COMPLETO EN LA EDICIÓN IMPRESA DE REVISTA VISTAZO