¿Cómo se repartió la fortuna de Pablo Escobar?

Redacción Vistazo
Tras la muerte de Escobar

 

Cuando el conocido narcotraficante Pablo Escobar dejó este mundo, allá por 1993, lo hizo con algunas deudas pendientes. Su muerte, además, logró dividir el mundo del narcotráfico en Colombia, por lo que sus propiedades, como aeronaves, autos de lujo, complejos de departamentos, tierras y fincas, fueron repartidos como si se tratara de una herencia o parte de una puja por parte de sus seguidores.

Un año antes de su caída, Escobar recaudaba mensualmente 100 millones de dólares por la venta de drogas, principalmente a Estados Unidos, según informes de Vanity Fair y Forbes. Sin embargo, Victoria Eugenia Henao, la viuda del capo, contó a Infobae que cuando su marido falleció ella tuvo que asumir las deudas del hombre para que no la mataran ni a su familia.

Victoria y Escobar se conocieron muy jóvenes, en 1973. Ella tenía entonces 13 años y él 24, y su hermano Carlos Mario Henao Vallejos era el mejor amigo del capo. La pareja se casó tres años después y tuvieron dos hijos, Juan Pablo y Manuela Escobar.

Tras la muerte de Escobar, sus enemigos querían perseguir a su hijo, pensando que este seguiría el legado de su padre. Sin embargo, no fue así.

“Les dimos todo lo que teníamos, negociamos. Pero la vida que llevó mi hijo les demostró que iba a estar del lado del bien, nada de guerras ni de seguir el legado sangriento de su padre”, aseguró Henao, que ahora se llama María Isabel Santos.

Las vivencias de Victoria han sido recogidas en un libro titulado "Mi vida y mi cárcel con Pablo Escobar”. La mujer narra que como la muerte de Escobar fraccionó el negocio del narcotráfico, varios grupos de distinto perfil se enfrentaron al control de la actividad delictiva.

Y en medio de todo eso, ella se vio obligada a entrar en ese mundo y asumir negociaciones con al menos 40 narcotraficantes. Asegura haber conversado con “los jefes del cartel de Cali, los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, José ‘Chepe’ Santacruz y Hélmer ‘Pacho’ Herrera”, entre otros.

Los grupos exigían los bienes de Escobar como moneda de cambio por los “servicios prestados, sacrificios asumidos y daños sufridos en nombre del difunto”. Así, apenas dos meses después de la muerte de su esposo, la mujer inició una enorme repartición de al menos 62 propiedades.

“La reunión fue larga y tediosa, porque se dedicaron a escoger uno a uno los 62 bienes incluidos en la lista que llevé. Pero a diferencia de nuestro primer encuentro, me pareció otra buena señal que aceptaran recibir el 50 % de la deuda en bienes incautados y el restante porcentaje en propiedades listas para comercializar, eso sí, libres de apremios judiciales. Eso de apropiarse de bienes ‘emproblemados’ tenía una explicación: sus conexiones en las altas esferas del Estado les ayudarían a ‘lavar’ los bienes de Pablo, dejando por fuera a sus herederos. Lo que evidentemente sucedió” indicó la viuda.

Pero aquello apenas solo iniciaba. Victoria Eugenia se enfrentó a las secuelas de años de asesinatos, secuestros, sicariatos y enjuiciamientos. De repente sobre sus manos recaía el pagar todas las obras sucias de Escobar, por lo que llegó a pagar 120 millones de dólares.

Se reunía con los beneficiarios en las sedes del club de fútbol América de Cali y entre el patrimonio repartido, incluía algunas pertenencias que el Estado colombiano había confiscado. Victoria contó en su libro que el jefe paramilitar, Carlos Castaño, se quedó con nueve hectáreas de la mansión Montecasino y una docena de terrenos en la ciudad de Medellín, los cuales se usaron para construir hoteles.

Asimismo, Carlos y su hermano, Fidel, se apropiaron de dos pinturas valoradas en tres millones de dólares. Mientras tanto, a otros narcotraficantes les cedió “torres de apartamentos en El Poblado y una finca en los Llanos Orientales, que tenía pista de aterrizaje”.

Dos fincas y maquinarias fueron entregadas al "Comandante Chaparro". Como Leónidas Vargas le cobró un millón de dólares, ella arregló entregarle con un avión y varias avionetas de las 15 que poseía Escobar para traficar droga, además de helicópteros, carros y motos de lujo.

Escobar, también conocido como ‘El Patrón del Mal’, fue el hombre más poderoso de la mafia colombiana. Fundó el Cartel de Medellín y llegó a controlar más del 80% de la producción y venta mundial de la cocaína, creando un monopolio.

Falleció solo, rodeado de fuerzas militares, quienes le dieron un tiro mientras él trataba de huir por el tejado de la casa en la que se ocultaba, ubicada en el barrio Los Olivos, de Medellín.

Victoria cambió su nombre a María Isabel Santos Caballero y se trasladó con su familia a Argentina, donde lleva una vida tranquila como escritora. Juan Pablo se convirtió en arquitecto y diseñador industrial. Además, ha señalado ser un pacifista. Finalmente, de Manuela no se sabe mucho, solo que cambió su nombre a Juana Manuela Marroquín Santos y vive una vida alejada de la atención mediática.