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2020, un año como ningún otro

jueves, 31 diciembre 2020 - 01:21
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Importado de Europa y “socializado” en fiestas y estadios, el SARS-CoV-2 actuó a sus anchas en Guayaquil y cantones aledaños y presuroso se extendió a todo el país.
 
Se perdieron cadáveres, aumentaron los femicidios, se multiplicaron los despidos laborales y trabajamos y aprendimos virtualmente.
 
 
 
Sin dinero y sin trabajo
 
 
Oficialmente, 289.258 contratos laborales finalizaron entre marzo y julio. A eso se suma el ejército de empleados informales que también quedaron en la calle. La desvinculación de empleados sin nombramiento en el sector público, debido a la crisis prepandemia completó el panorama. Se habló de 1,8 millones de empleos plenos perdidos.
 
Comercio, agricultura, manufactura, construcción y turismo fueron los sectores más afectados.
 
La nueva vida virtual 
 
Teletrabajo es una palabra que ingresó al léxico cotidiano. A mediados de año, el Ministerio del Trabajo informó que había 425 mil personas haciendo teletrabajo en el país en más de 6.000 empresas. Esa cifra es 30 veces superior a la que se registraba en febrero.
 
La nueva modalidad generó también que hasta octubre se hayan presentado 154 denuncias de acoso laboral a pesar de que ya entró en vigor una regulación para la actividad. Hacia fin de año, poco a poco, las oficinas se están volviendo a llenar.
 
Educación por zoom 
 
 
La imposibilidad sanitaria de juntar 25 o más alumnos hizo que las aulas se vuelvan virtuales. Sobre la marcha, profesores y estudiantes aprendieron nuevas herramientas tecnológicas. Pocas instituciones educativas tenían experiencia previa.
 
Las universidades, bien o mal pasaron la prueba. Pero en escuelas, sobre todo rurales y fiscales, las clases online fueron un mito. Los profesores se limitaron a un ir y venir de tareas por WhatsApp.
 
Los expertos hablan de un grave retroceso en el proceso de aprendizaje de niños y jóvenes.
 
 
 
Caida y limpia a los hospitales
 
Mientras Guayaquil lloraba a sus muertos por la COVID-19, en el hospital de Los Ceibos del IESS se compraban fundas para cadáveres a 148 dólares ca-
da una. Al mismo tiempo, en el Teodoro Maldonado Carbo, las mascarillas se cotizaban en 12 dólares. Detrás de la red enquistada en los servicios de sa
lud se descubrió a un joven llamado Daniel Salcedo.
 
Gerentes de hospitales y hasta el presidente del Consejo Superior del IESS terminaron enfrentados a la justicia.
 
 
La fiesta de los sicarios
 
 
Para el académico Fernando Carrión, “el sicariato es un fenómeno económico donde se mercantiliza la muerte”. Desde Guayaquil, Durán, Machala, Huaquillas, Manta, Quevedo o Portoviejo, llegan casi a diario noticias de que una o dos personas fueron asesinadas por sicarios.
 
Las víctimas en su mayoría o tenían antecedentes penales o acababan de salir de las cárceles pagando delitos vinculados al narcotráfico. En el consolidado nacional 2020 ha sido 10 por ciento más violento que 2019.
 

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