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Las Fake News que inundaron las protestas en Ecuador

jueves, 21 noviembre 2019 - 12:11
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Durante las movilizaciones de octubre las noticias falsas abonaron a la intranquilidad de la población y a la intensidad de las protestas. Es un enemigo sigiloso que se expande por internet como fuego sobre gasolina regada.
 
“Las fake news o noticias falsas están siendo utilizadas para ensuciar la información, mentir y perjudicar a personalidades y países”, dijo Nelson Mezerhane, presidente de la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA).
 
“Las fake news se difunden de modo veloz, no a causa de la lógica de compartir que caracteriza a las redes sociales, sino por la codicia insaciable que se enciende fácilmente en el ser humano”, reflexionó el papa Francisco. 
 
Evaluando lo ocurrido en el Ecuador durante las protestas de octubre, diario Expreso publicó: “Las autoridades creen firmemente que las llamadas ‘fake news’ llegan desde países con gobiernos afines al expresidente Rafael Correa”. Lo corroboró la ministra María Paula Romo  asegurando que “existieron ataques direccionados y programados en redes sociales. El 9 de octubre… cuando se logró una tarde tranquila, de pronto nos inundaron de noticias falsas". Expreso consideró también que la intención fue “generar caos que concluya con la destitución del actual mandatario”.
 
Un mensaje de la Secretaría de Comunicación nos despertó la madrugada del 23 de octubre: “Ecuatorianos: No creas noticias falsas, No se baja el sueldo, No se entrega bonos a Venezolanos, No se perdona la deuda a ricos”. Más allá de la poca rigurosidad ortográfica o de la hora quizá inapropiada, la SECOM explicó que intentaron aplacar “esas tres mentiras que atemorizaban a la población y generaban, de nuevo, un ambiente de protestas”.
 
Según el gobierno, las noticias falsas sobre Ecuador se empezaron a dispersar desde países como Rusia, España, México, Nicaragua, Venezuela, Bolivia y Argentina. 
 
 
 
Fenómeno antiguo
Para el decano de comunicación de la UDLA, Carlos Jijón, el fenómeno no es nuevo. “¿Se acuerdan del violador del trooper rojo?”, pregunta Jijón. Y añade: “En los 80 el jeep trooper era símbolo de estatus. Como estaban violando y asesinando a mujeres pobres, la gente por algún mecanismo sicológico quiso creer que eran los ricos los culpables. Incluso, cuando se comprobó que el delincuente era un hombre pobre y de edad avanzada, la gente lo puso en duda”.
 
Ya en la era del internet, en 2004, un correo electrónico causó miedo en Guayaquil. Por ese medio se advertía que unos extraños chanchos pintados en paredes de Urdesa y Samborondón eran la señal de una venganza que ejecutaría una famosa pandilla en contra de la alta sociedad. La tensión social fue recogida como noticia por los medios de comunicación. Cuando la Policía localizó al pintor, se supo la verdad: Había sido una travesura de un diseñador gráfico.
 
Hace un año, en Posorja, parroquia de Guayaquil, el populacho quemó a tres delincuentes ante la creencia, difundida por redes sociales, de que los capturados eran secuestradores de niños. 
¿Por qué creemos en las noticias falsas? Nos respondió Rubén Montoya, catedrático de la Universidad Casa Grande: “Porque a los humanos nos gusta escuchar lo que reproduce nuestro preconcepto sobre algo. Si un mensaje lo reafirma, eso es música para nuestro ego”.
 
Para Montoya, el problema se agrava por la existencia de una gran autopista llamada Internet. “La capacidad de reproducción de lo que viaja por ella es asombrosa. A través de ella difundimos todo lo que nos gusta, aunque no sea cierto”. Añade que en el libro "La verdad de las noticias falsas" del español Marc Amorós, se revela que el 90 por ciento de los españoles ha compartido una noticia falsa. “La mayoría lo hizo por diversión o porque creía que no hace daño”.
 
Desireé Yépez, directora de “Ecuador chequea”, un sitio especializado en cazar y desmentir información falsa, cree que: “El concepto de noticias falsas es una distorsión que ha surgido desde políticos y sistemas políticos autoritarios para deslegitimizar la tarea de la prensa seria. La noticia es noticia cuando es un hecho que ha sido contrastado. Lo otro son procesos de desinformación, contenidos falsos o mentiras directamente”.
 
Con óptica similar, el sociólogo Carlos Tutivén afirma que “Vivimos en un ecosistema comunicativo donde la información ya no viene necesariamente centralizada, garantizada, legitimada, comprobada; sino que simplemente circula por diferentes fuentes. Cada ser humano con un celular se puede convertir en un medio, aunque no sea un profesional”.
 
Y desde Penn State University, Shyam Sundar, director del laboratorio de investigación de redes sociales, añade: “Hoy nos dejamos llevar por historias compartidas, muchas veces, por personas cercanas sin detenernos a pensar que no son las más capacitadas y que no tienen los recursos para revisar las noticias antes de enviarlas”.
 
 
¿Inducción al mal?
Académicamente se definen las fake news como un tipo de información falsa, intencionalmente fabricada con la capacidad de inducir a errores a los receptores del mensaje. “Las falsas noticias en las redes sobrepasan fronteras y se expanden como fuego sobre gasolina regada”, escribió un medio español.
 
Cada día aparecen nuevas investigaciones que dan cuenta de una presunta injerencia rusa en procesos electorales del Primer mundo. En Inglaterra, hace tres años se votó por la permanencia o no en la Unión Europea. Contra todos los pronósticos, pero precedido de mucha actividad en redes sociales, ganó la opción de salida (Brexit). La convulsión alejó de Londres a la élite financiera europea, les costó el puesto a dos primeros ministros y mantiene en vilo a un tercero. 
 
En Estados Unidos también se habla de la mano rusa. Según el periódico español La Vanguardia, “El caso que llevó a la fama a las ‘noticias falsas’ fue la supuesta interferencia rusa en las presidenciales estadounidenses de 2016”. En el debate estuvo el Internet Research Agency, la “Fábrica de Trolls” de San Petersburgo, que habría trabajado en esa elección.
 
Para Desiree Yépez, “Hay estrategias de comunicación que se apalancan en el desarrollo de este tipo de contenidos y su posterior discusión. Hay una intención detrás de la generación y difusión de contenidos engañosos en internet. Buscan generar desestabilización, generar caos y desprestigiar a autoridades, políticos o personajes que influyen en distintas coyunturas aquí y en el mundo; funciona igual en distintos países”.
 
Según el Ministerio de Gobierno, en los primeros 14 días de octubre detectaron 19 mil noticias falsas que debieron ser verificadas. Por ejemplo, a mediodía del 12 de octubre apareció un video que supuestamente mostraba a indígenas ingresando al palacio de Carondelet. Si la versión era cierta, hubiera significado que un golpe de Estado se había producido. La Policía desmintió la versión. El video, se supo después, correspondía al edificio de una gobernación en el centro del país. 
 
En Guayaquil apareció otro video de un bus urbano en llamas. El flagelo, se decía, era producto de las manifestaciones. La realidad era que el incendio se había producido 45 días antes por problemas mecánicos.
 
En la confusión, un mensaje de WhatsApp daba cuenta de un malestar en las fuerzas del orden debido a que al presidente Moreno se le atribuía el haber declarado que era necesario rebajar en 25 por ciento el sueldo a los policías. La ministra Romo dijo: “Horas de prudencia, de no compartir todo lo que recibimos, de no creer todo lo que vemos”.
 
Valeria Íñiguez del portal Medium, describió la situación de esos días: “los medios locales se enfrentaron ante un gran reto: verificar las noticias. Desde estudiantes hasta profesionales se sumaron a un doble trabajo. En un mundo donde la difusión de un mensaje está a solo un click de distancia, era difícil confiar en la información dentro de aquellas masas de mentiras”. Íñiguez da cuenta de que el deseo de los medios tradicionales de ofrecer información contrastada, desató críticas de “no información oportuna” de parte de los aliados de los manifestantes.  
 
Esto fue descrito también en una declaración del Grupo IDEA que reúne a expresidentes democráticos: “Desde los primeros años del presente siglo, los gobiernos alineados con el socialismo del Siglo XXI abren guerra frontal contra los periodistas y editores de los medios de comunicación social, no contra los partidos tradicionales. El propósito –imposible de disimular tras la prédica de la defensa de la libertad de expresión y su extensión a audiencias o lectorías que se dicen excluidas– era sustituirlos como forjadores y articuladores de la opinión pública a fin de restablecer las hegemonías comunicacionales del Estado, a través de leyes de control de contenidos informativos y el establecimiento de un sistema de propaganda orientado a debilitar la función contralora de la vida pública por la prensa independiente”.
 
 
¿Fenómeno incontrolable?
Para Desiree Yépez de “Ecuador Chequea” debemos partir de un principio básico que es la educación. “Tenemos que empezar a hablar de alfabetización digital. Que la ciudadanía sepa qué hacer con los contenidos que le llegan a través de los dispositivos tecnológicos. Especialmente a las personas de la tercera edad. Un estudio realizado en Estado Unidos, determina que las personas más vulnerables a los contenidos falsos son la personas mayores de 65 años”.
 
La revista Science Magazine presentó un documento titulado “La ciencia de las noticias falsas”. Allí hacen un llamado para promover una búsqueda interdisciplinaria tendiente a reducir la difusión de noticias falsas “y abordar las patologías subyacentes que ha revelado”. Añade que “Debemos rediseñar nuestro sistema de información. Este debe tener un alcance global ya que muchos países, en algunos de los cuales nunca se ha desarrollado un ecosistema de noticias robusto, enfrentan desafíos en torno a las noticias falsas más graves que en los Estados Unidos”. 
 
Las redes sociales también lo van a intentar. Facebook aseguró que está cambiando su algoritmo para curar lo que sus usuarios postean. De su lado Twitter bloqueó cuentas rusas sospechosas de difundir desinformación y comunicó a los seguidores de esas cuentas que podrían haber sido engañados.
 
El presidente de Francia Emanuel Macron, ante un auditorio de periodistas, declaró la guerra a las noticias falsas y a quienes las propagan. Anunció una ley que regirá solo en periodos electorales y buscará evitar los intentos de influir en los resultados. Se busca también que televisoras controladas por otros países no actúen en territorio galo como elementos desestabilizadores y; que las plataformas digitales sean más transparentes con los contenidos patrocinados que publican. La idea de Macron busca incluso hacer pública las identidades de quienes controlan los troll centers emisores de fake news. ¿Será de emularlos?
 
 
Algunas fake news que circularon durante las protestas en Ecuador: 
 
 
 
 
 
 

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