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“Los excesos del pasado no pueden repetirse"

domingo, 3 febrero 2019 - 09:18
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Richard Martínez, ministro de Economía y Finanzas, cree que la rigidez  de las normas laborales afectó la competitividad del sector privado. “Hay  que ser flexibles pero sin abusos”. Con la Ley de Fomento Productivo,  que tendrá una segunda parte, espera que las empresas públicas sean  eficientes y que compitan bajo los mismos términos que las privadas.
 
¿Qué los motiva a promover una segunda Ley de Fomento Productivo? ¿Qué le faltó a la primera?
Queremos terminar de consolidar  un esquema de reformas estructurales que requiere el país para cambiar el  modelo del anterior gobierno frente a  uno más volcado a la inversión privada.
 
Implica varias cosas, entre esas, fortalecer el esquema de empresas públicas  (EP), donde encontramos muchas ineficientes, con un marco regulatorio más  contundente al delimitar el campo de  acción de las EP, para que no sean usadas como un botín político.
 
Deben tener incentivos reales para  ser eficientes y, al mismo tiempo, contar  con condiciones de competencia equitativas con el mercado. En este momento,  una EP que no genera excedentes, tiene  un incentivo perverso porque igual el  Estado le asigna dinero, mientras las que  sí tienen excedentes se lo pasan al presupuesto del Estado y eso desmotiva su proceso de eficiencia. Hay que generar condiciones de competencia con la fiscalidad  de las EP, es decir, que paguen impuestos  a la renta. Eso hace que compitan, que de  sus propios recursos generados como excedentes tengan la capacidad de invertir  y de esa forma equilibren condiciones de  competencia con el sector privado.
 
También dice que impulsarán nuevas modalidades de contrato, pero unos meses atrás ya lo hicieron. ¿Qué pasó?
Hay dos componentes a tener en cuenta: económico y normativo. En el primero, si la economía no crece según lo que esperamos, los indicadores estarán estancados. Pero en lo normativo, fuimos de un extremo de flexibilidad absoluta, donde se generaron abusos, a otro de rigidez. Debemos encontrar mecanismos de flexibilidad.
 
Hay que pensar en quienes están en  la informalidad o en los que no tienen  empleo. Nos topamos con emprendedores que tienen negocios con facturaciones modestas, que nacieron como  un mecanismo de subsistencia y que no  cuentan con la capacidad de contratar  bajo los modelos actuales y, al mismo  tiempo, asumir los otros costos; ellos  caen en la informalidad.
 
Pero el cuestionamiento pasa por lo burocrático, es decir, cómo hacerlo más sencillo.
 
Siempre se puede mejorar. Por  ejemplo, uno de los pedidos es hacer  menos complejo el proceso de cierre de  un negocio cuando no resultó. El espíritu del emprendedor es llevarlo después a abrir otros, pero se enfrentan  a muchas trabas, a que no hay apoyo  para saldar deudas, para salir de compromisos con trabajadores... Quienes  estén motivados a asumir el riesgo  necesitan un colchón para que puedan  invertir en otro negocio.
 
¿A qué se refiere usted con un colchón?
Por ejemplo, la banca pública debe  cumplir un rol importante. Por eso a  finales de este mes presentaremos un  plan de refinanciamiento de deudas  con la Corporación Financiera Nacional  (CFN). Es decir, si un camaronero paga  dos cuotas de 100 mil dólares al año y  hoy no cuenta con esa capacidad, podría  reajustar la deuda y pagar algo menos  extendiendo el plazo. Eso le da oxígeno  al empresario y al mismo tiempo le permite a la banca garantizar su cobro.
 
¿Por qué Ecuador no es un destino atractivo para hacer negocios? La inversión extranjera directa es muy baja frente a nuestros países vecinos.
Hay que tener en cuenta que influyó  mucho esa política que duró 10 años  de anti-negocios y anti-sector productivo, y del ente público como motor  de desarrollo; eso generó distorsiones  con un sinnúmero de regulaciones que  limitaron la inversión. También influye  el tema laboral, con la rigidez; y por  otro lado el tamaño del mercado, que  es pequeño para atraer inversiones. Por  eso la apuesta es abrirnos a la Alianza  del Pacífico, fortalecer relaciones con  China, conversar con EE.UU., y de esa  forma ampliar la base comercial.
 
La Ley de Fomento 2 también  se refiere a un cambio en el sector  camaronero y pesquero.  Debemos darle una transformación  a la competitividad de esos sectores, en  el pesquero con la renovación de flota  naviera; y en el camaronero con la electrificación. En el primero, el fondo saldrá  de la misma reducción del subsidio, para  arreglar ese problema de competitividad,  no reemplazando el combustible pero sí  con embarcaciones eficientes. Mientras  en el camaronero, hay que pasar del diésel a la electricidad, y para eso hay que  invertir en un tendido eléctrico y en el  abastecimiento de energía a las fincas.
 
¿Cómo funcionará el acceso a ese fondo?
No es un acceso por empresa sino  que se crea el fondo, y tal como establece el acuerdo ministerial, se coordina  con el ministerio del ramo. Ellos establecen los criterios de uso de esos fondos en base a los proyectos de inversión.
 
¿Y qué buscan con la liberación de la importación de combustible?
La política errada que se ha trabajado es que se subsidia a todos cuando técnicamente se debe hacer solo a  quienes lo necesitan. La idea es liberar  la importación y ajustar la fórmula de  fijación de precio. Lo mejor es contar  con un precio más cercano a lo internacional, y quienes quieran importar lo  harán con precio internacional más los  costos logísticos. Es importante para el  sector industrial en general tener previsibilidad, y con la capacidad de importar  libremente generas mejores competencias y tienes más certezas.
 
¿Sin regulaciones?
Apuntamos a la liberación, y lo que  regule sea la oferta y demanda. Control  sí, pero que quienes importan tengan  un registro que garantice seguridad y  orden ambiental.
 
¿Cuál será el enfoque del acceso a financiamiento?
El anterior Gobierno lo buscaba para  alejarse a la corrección de los problemas,  mientras ahora lo consideramos un vehículo para salir de ese excesivo déficit  fiscal. Lo importante es tener ventanas  de acceso que no tuvimos el año pasado, y también desarrollar instrumentos  financieros que nos permitan estar por  debajo de la curva. No descartamos una  salida al mercado… Consideramos varias  opciones, entre esos los multilaterales,  donde se ha mencionado el Fondo Monetario Internacional (FMI); el acceso  con China… (Al cierre de esta edición  se conoció sobre una posible emisión de  bonos al mercado internacional y sobre  las conversaciones con el FMI en el Foro  Económico Mundial en Davos).
 
¿No afectan los cuestionamientos de algunas obras que han realizado las empresas chinas?
Hay que saber separar las cosas. Si  eso hubiese afectado con China, no hubiéramos logrado la negociación de 900  millones adicionales sin entregar un  barril de crudo más. Los problemas con  las empresas y obras chinas deben resolverse sobre la competencia de las autoridades como la Contraloría, porque  no deben quedar en el aire. Pero del financiamiento de 900 millones, 675 son  de libre disponibilidad y 225 millones  atados a nuevas obras de infraestructura  que ejecutarán empresas chinas. Es un  método que tiene el Banco de Desarrollo  de China (CDB, por sus siglas en inglés)  y que no lo va a cambiar. Pero vamos a  reforzar los estándares de los requisitos  de control y fiscalización de las obras  que se hagan con ese dinero para no incurrir en los errores del pasado.
 
¿A qué obras están atadas?
Es para el plan anual de inversiones.  Existiría una preselección de proyectos  pero aún no hay nada definido.
 
¿Y los 300 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo como garantía para obras de vivienda social?
Con esa garantía se emitirá el primer  bono social con el BID, y nos permitirá  acercarnos al mercado para acceder a  financiamiento que será exclusivamente  para construcción de viviendas a través  de candados legales. Ya trabajamos en la  arquitectura financiera y la idea es hacerlo en el primer cuatrimestre de este año.
 
¿Será un 2019 como dicen las proyecciones?
Es un año de consolidación del traslado del modelo del socialismo del siglo  21 a un modelo renovado de crecimiento económico, de mayor apertura, y eso  implica cierto sacrificio. A pesar de la  complejidad que no solo será en Ecuador sino en toda la región, con una economía enfriada, tendremos que activar  más elementos para que el sector exportador no sea afectado por la contracción  de la demanda mundial.
 
¿Habrá que ajustarse el cinturón?
Todos debemos entender que estamos generando nuevos equilibrios, y  eso generará oportunidades para algunos y sacrificios para otros. Los excesos  del pasado no pueden repetirse.
 
¿Eso implica que se aumentará el IVA?
Eso no está en discusión por el momento. Tenemos múltiples instrumentos y herramientas en el tablero de control de política pública. 

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