Quito vivió su mayor crisis política este año, pero solo fue el síntoma de un problema más grande

Durante meses, Quito vivió con la incertidumbre de tener dos alcaldes, tras el proceso de remoción de Jorge Yunda.
Redacción Vistazo
El 10 de agosto de 2021, el entonces alcalde de Quito, Jorge Yunda fue agredido en plena sesión del Concejo Municipal por el concejal Fernando Morales.

Durante meses, Quito vivió con la incertidumbre de tener dos alcaldes, tras el proceso de remoción de Jorge Yunda y el ascenso de su vicealcalde, Santiago Guarderas. En el medio de la disputa, una ciudad con tres millones de habitantes que parece haberse quedado sin brújula. Aquí un análisis.

Para entender la crisis, hay que entender cómo llegamos a esta administración. En 2019, los cuatro primeros candidatos a la Alcaldía representaban en conjunto el 73 por ciento de los votos: una dispersión inédita.

En elecciones anteriores, entre los dos finalistas sumaban el 80 por ciento de la votación, según el urbanista Fernando Carrión, quien fue director de Planificación del Municipio y exconcejal.

Con 18 candidatos en la contienda, Yunda ganó con el 21,3 por ciento. Más del 80 por ciento no lo apoyó para alcalde. Fue estrecha la diferencia respecto de Luisa Maldonado (18,4 por ciento); Paco Moncayo (17,74 por ciento) y César Montúfar (17 por ciento).

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Por primera vez, el territorio pesó en elecciones locales. En un mapa del Distrito Metropolitano de Quito, las zonas que votaron por Yunda pintaron los barrios periféricos. Por Luisa Maldonado, del correísmo, optaron los barrios del sur. Paco Moncayo ganó en varias parroquias urbanas y César Montúfar, en los valles.

QUITO ESTÁ FRAGMENTADA

Quito dejó de ser la ciudad de forma alargada y angosta. Es similar a una mano con cinco dedos, que son: el acceso desde Machachi por el sur; Tumbaco y Cumbayá; Los Chillos; Calderón y Carapungo; y, la Mitad del Mundo. Los valles crecen a un ritmo cuatro veces mayor a la zona central de Quito.

Por el escenario de dispersión y el voto localizado territorial, Yunda ganó la Alcaldía capitalina con una legitimidad de origen muy baja, al igual que con déficit de representación, según Carrión.

A pesar de ser una figura pública, Yunda apenas logró arrastrar dos de las 21 concejalías en disputa. En tanto, la candidata Luisa Maldonado, dirigente barrial del sur impulsada por el correísmo, aseguró nueve concejalías.

La identificación previa de Yunda con el socialismo del siglo XXI garantizó una relación simbiótica y una correlación favorable a su gestión como alcalde. Pero en Quito soplaban vientos anticorreístas desde 2014, cuando el triunfo de Mauricio Rodas sepultó el intento de Augusto Barrera por reelegirse.

En total, los 21 concejales representan a cinco organizaciones políticas, pero en la práctica, algunos actúan en favor de la circunscripción territorial que representan, sin un proyecto común de ciudad.

El Metro de Quito debía estar listo para 2017, sin embargo, se estima que recién estará en funcionamiento para 2023.

AUGE Y CAÍDA DE YUNDA

Al inicio de la pandemia, Yunda fue el primer alcalde del país en anunciar la suspensión de clases y restricciones para contener la crisis sanitaria. En marzo de 2020, una encuesta situó su margen de aprobación en el 89 por ciento: era el segundo de los alcaldes mejor evaluados de América Latina.

La compra de cien mil pruebas COVID-19, poco después, generó las primeras dudas. Esto motivó una investigación fiscal por posible peculado. A mediados de febrero de 2021, el alcalde debió usar un dispositivo de vigilancia electrónica (grillete). Fue llamado a juicio.

Sus abogados insisten en que la motivación, en última instancia, es la persecución política porque no es una autoridad afín a las élites, sino al pueblo.

Poco después estalló el escándalo de los chats que mantenía su hijo, Sebastián Yunda, con funcionarios y contratistas del Municipio, lo que minó aún más la credibilidad del alcalde.

Sin embargo, la salida de Yunda de la Alcaldía no tuvo que ver con estos casos de supuesta corrupción que, finalmente, debe resolver la justicia en los tribunales. El proceso de remoción fue activado por el colectivo Frente de Profesionales por la Dignidad de Quito.

Las causales planteadas fueron que el alcalde incumplió la ley al no informar sobre la ejecución presupuestaria de los años fiscales 2019 y 2020, y que no presentó ni detalló ante el Concejo los alcances del proyecto vial corredor Labrador-Carapungo. Con 15 votos, el Concejo despachó a Yunda.

La destitución definitiva de Jorge Yunda se dio luego de un pronunciamiento de la Corte Constitucional.

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LA CRISIS DE FONDO

Entre los años 2000 y 2020, Quito tuvo cuatro alcaldes, de partidos distintos. “En esa secuencia discontinua de autoridades se percibe una ausencia de un proyecto de ciudad”, explica Fernando Carrión. La crisis de Quito “no se la pudo, o no se la quiso ver”, pero se venía incubando desde el fin de siglo.

Previamente, Quito vivió un ciclo, entre 1988 y 1998, en el cual el proyecto de ciudad se ancló en tres líneas básicas: la recuperación del Centro Histórico a partir de la inyección de recursos; el abastecimiento de agua potable por bombeo en lugar de gravedad (Papallacta) que garantizó la provisión y terminó con los cortes; y, la definición del esquema de transporte basado en el trolebús como eje central del sistema.

Eso cambió con el nuevo siglo y provocó que, en los últimos 20 años, Quito no tenga un modelo de ciudad. Paco Moncayo privilegió las alianzas público-privadas. Augusto Barrera “implantó el urbanismo de proyectos y redujo la autonomía de Quito, que se convirtió en un municipio gobiernista”, explica Carrión.

Esto rompió la tradición de la Capital como crítica al poder central. Dos grandes proyectos impulsó Barrera: el aeropuerto en Tababela y el Metro de Quito.

La gestión de Mauricio Rodas se enfocó en ejecutar el Metro, que hasta ahora no entra en funcionamiento pues no se ha esclarecido con claridad el modelo de gestión. Hubo intentos de remoción en este período, pero no cuajaron.

Con Yunda, dice Carrión, “entraron con fuerza el clientelismo y la corrupción”. Quito perdió el proyecto de ciudad, se debilitó su capacidad planificadora. Hoy tiene tres millones de habitantes, 64 parroquias y 1.200 barrios. Ya no es una ciudad, sino una ciudad de ciudades.

La crisis que enfrenta la Capital, al mando de Santiago Guarderas, no responde únicamente a una gestión municipal débil e improvisada. Es el resultado de años sin brújula. Salir de la debacle y debatir el modelo de ciudad para el futuro no es responsabilidad exclusiva del alcalde y los 21 concejales.