Transparencia es legitimidad

Editorial

EDITORIAL
 
La organización de las actuales elecciones ha sido una cadena de errores, el más grave y cuyas consecuencias están por definirse ocurrió el domingo 7, cuando la presidenta del Consejo Nacional Electoral Diana Atamaint, en lugar de anunciar un empate técnico para el segundo finalista para la Presidencia sostuvo que el candidato de Pachakutik, Yaku Pérez, estaba en ventaja. Con apenas una diferencia estadística de menos del uno por ciento no podía mencionarse eso, pues al procesar las actas inconsistentes, dentro del margen de error estadístico, los resultados podrían variar. Al haberlo hecho, de manera irresponsable perjudicó a los dos candidatos. Uno creyendo que ganó y que le hicieron fraude, y otro pensando que es el justo ganador, pero con una sombra de duda sobre su triunfo.
 
No es el primer traspié de la señora Atamaint, quien se salvó de un juicio político gracias a una triquiñuela de un asambleísta que hoy está procesado por corrupción y que permitió la inscripción de un movimiento político. En las inscripciones hubo otra cadena de absurdos. Primó el derecho a participar de todos, aunque algunos de esos partidos se hayan construido sobre premisas falsas y que debieron ser eliminados, por los errores en su constitución y, otros, porque fueron establecidos con dineros corruptos. Esto dio como resultado el absurdo de tener 16 candidatos presidenciales, siete de los cuales ni siquiera alcanzaron el uno por ciento de los votos. Después hubo tanta lenidad para permitir inscripciones de algunos candidatos, violando principios como, por ejemplo, acudir sin cédula de identidad para ese propósito o autorizar inscripciones de personas enjuiciadas y sentenciadas por corrupción.
 
Los errores electorales no solo corresponden a la señora Atamaint sino a un Directorio, que no ha podido ponerse de acuerdo para decisiones claves, porque sus cinco miembros caminan por sendas distintas. Ese Directorio le debe al país la pronta organización del recuento de votos. Dicho recuento es vital para la legitimidad de quien pase a la segunda vuelta, legitimidad que fue puesta en duda por la decisión errada del mismo CNE.