País de oportunidades

Editorial

El presidente Guillermo Lasso ha decidido enfocarse en las posibilidades para que Ecuador sea un país de oportunidades. La víspera de asumir el mando, en una presentación ante el Foro Iberoamericano: Desafíos para la libertad, Lasso delineó algunas de esas posibilidades.

La primera está en la industria petrolera, donde aspira a concesionar tres refinerías, que han drenado los recursos de la caja fiscal, pero no han ofrecido combustibles de mejor calidad ni a precios competitivos. Otra de las áreas es la energía eléctrica, donde Ecuador tiene una capacidad instalada que duplica a las necesidades de consumo. Sin embargo, la tarifa es superior a las de países vecinos, al extremo que hoy existe una revuelta ciudadana contra las tarifas en Guayaquil. En Telecomunicaciones quiere concesionar CNT, cuyos indicadores de eficiencia son inferiores a los de las dos operadoras privadas. Están también la venta del Banco del Pacífico que debería ser adquirido por un operador internacional para mejorar servicios y bajar las tasas de interés, y las radios y canales incautados, que no fueron mencionados en su discurso pero que deben ser vendidos por que han sido un ejemplo del uso político de los mismos.

Los cambios propuestos son buenas ideas. Para que el presidente Lasso logre apoyo en sus propuestas es imperativo que exista transparencia total en los procesos y que las seleccionadas sean empresas que tengan un registro histórico de excelencia y constante innovación. El Estado ha demostrado ser un pésimo operador de servicios, porque lo hace con criterio político, como lo reflejan algunos proyectos en los cuales han existido millonarias inversiones y han resultado fallidos. Basta recordar los 4.000 millones de dólares desperdiciados en las refinerías. Por lo mismo, debe dejar de intervenir en áreas que podrían ser mejor servidas por la empresa privada. En cambio, el Estado debe ser muy eficiente en controlar. Además, es indispensable asegurar la competencia entre los proveedores de servicios, evitando operadores dominantes que terminan igualmente imponiendo condiciones al mercado y en el caso de los medios incautados no pueden regresar a los antiguos dueños sino asegurarse que quienes los adquieran tengan como objetivo único ser vehículos pluralistas de información.