La vacuna de la discordia

Editorial

EDITORIAL
 
En el siglo XXI, la expresión más difundida del humor son los memes. El día de San Valentín, circuló uno donde el novio arrodillado le dice a su novia: “¿Qué regalo quieres?”. Ella le responde: “Una vacuna contra el COVID-19”. La vacuna contra la pandemia vale más que un diamante. No es una sorpresa. Por el virus han muerto 2,7 millones de personas en el mundo. Los muertos, en cambio, sobrepasan los 50 mil en Ecuador, si se considera los fallecimientos por COVID-19 no registrados como tal y las muertes de pacientes por causa de otras enfermedades que no pudieron ser atendidos por el colapso hospitalario. La vacuna es la diferencia entre la vida y la muerte para los humanos y para la economía de los países, la única puerta para salir de la actual crisis.
 
A pesar del tiempo récord en que se ha logrado la aprobación de 12 vacunas, su producción es limitada. No hay industria que pueda satisfacer tanta demanda. Esa exigencia ha hecho que ocurra lo impensable: competidores farmacéuticos fabricando vacunas de la competencia. Así, Pfizer desbordada por la demanda contará con las plantas de Merck, Novartis, Sanofi, KGAA para producir 2.000 millones de dosis este año. No obstante, la vacuna también es el termómetro de las desigualdades entre los países y entre las sociedades. Los países ricos han podido prepagar las dosis requeridas para su población, mientras que los pobres han hecho préstamos para abonar los anticipos y por ende están rezagados en inmunizar a sus habitantes. Y en esos países retrasados, como es el caso de Ecuador, se producen nuevas diferencias: hay privilegiados que la obtienen rápido y otros, que están más expuestos al virus, deberán esperar. Las diferencias causan indignación.
 
A pocas semanas de terminar su mandato, Lenín Moreno es un presidente impopular por el manejo de la pandemia. Hubo ineficiencia e indolencia en los inicios, en especial con la ciudad más afectada y que recibió el impacto primero: Guayaquil. Después hubo descuido y falta de control en los hospitales públicos para las compras de emergencia: sobreprecios hasta en las fundas para embalar los cadáveres. La vacunación era su camino a una salida honrosa. Sin embargo, su Ministro privilegió la vacunación a su madre; se entregó primero vacunas a un club, que había donado respiradores y después hubo dificultades tecnológicas para la inscripción de los desesperados familiares de adultos mayores, todo lo cual ha empañado más aún su imagen. Su última obligación antes de dejar el poder debe ser enderezar el proceso, hacer que se cumplan los plazos para la llegada de vacunas y que la distribución no privilegie a determinadas personas, sino a los que más la necesitan.