El país no necesita una crisis política

Editorial

Editorial Vistazo
 
Por su talante parsimonioso, el presidente Lenín Moreno no ha sido proactivo en la toma de decisiones durante la pandemia. Esto ha generado que algunas voces pidan su renuncia. No obstante, en la magnitud de la crisis sanitaria y económica, lo último que necesita Ecuador es una crisis política. El país conoce el significado de la incertidumbre política, de los múltiples cambios de gobierno, y sabe que este camino no soluciona los problemas sino que los profundiza. Por último, al estar cerca un proceso electoral donde se cambiará el gobierno, es insensato anticiparlo. Sin embargo, lo que se necesita es que el presidente Moreno culmine el trabajo iniciado de manera más eficiente, como ya lo hizo con la reforma política, a través del Consejo de Participación Ciudadana transitorio, que pudo desmontar mucho del sistema dictatorial impuesto por una década en la administración de Rafael Correa.
 
La tarea urgente implica adelgazar el Estado obeso, que creció hasta concentrar el 42 por ciento de la actividad económica del país, cuando antes de 2007 era del 20 por ciento. Este crecimiento desmesurado hizo que se aumenten 100 mil empleados públicos; se multipliquen los ministerios, las secretarías, las empresas públicas, pero no que se logre eficiencia. La plantilla de CNT, por ejemplo, es de 7.500 empleados y no tiene ni la cobertura ni los servicios de la mayor empresa de telecomunicaciones privada en el país, que funciona con 3.000 empleados. Ecuador tiene 20 por ciento de su masa laboral trabajando para el Gobierno; nuestro vecino Colombia apenas 10 por ciento. Este modelo, imposible de mantener, solo ha facilitado el despilfarro, la corrupción y ha empobrecido al país. La pandemia hizo evidente que cuando el Estado consume y despilfarra es imposible enfrentar las crisis para las que se requiere de la presencia del Estado.
 
Aunque no es políticamente popular, el Presidente debe optar también por eliminar los subsidios a los combustibles y liberar su importación, que solo subsidia la ineficiencia de Petroecuador, que tiene una plantilla de 4.000 empleados. De esa forma los precios serían menores que los actuales y en caso de ser necesario, con los registros que se llevan en las gasolineras, la tecnología le permitiría focalizar el subsidio para los grupos más vulnerables. 
 
“En toda batalla, en algún momento”, decía quien ganó la Guerra Civil en Estados Unidos, “ambos lados se ven perdidos; triunfa quien sigue luchando”. Ecuador necesita con urgencia que el presidente Moreno continúe luchando contra los retos que le puso el destino.