El desafío minero

Editorial

En un horizonte sombrío, la minería es una luz de esperanza para la economía. Las revistas mineras especializadas consideran al país “como la mayor fuente de abastecimiento de minerales indispensables para ser usados en la creación de energía renovable en el mundo. El cobre es el primero de ellos, pero cada vez es más difícil y costoso encontrarlo”. Ecuador tiene en desarrollo cuatro minas de cobre que entrarán en operación en 2021 y el potencial para varios más de otros minerales pues apenas ha explorado un siete por ciento de su territorio.
 
Al entrar en operación las minas que se están construyendo, en 2021 la minería significará el cuatro por ciento del PIB. Es una buena noticia para el país. Sin embargo,hay resistencia a la minería. Las comunidades en donde se encuentran muchas minas temen la pérdida de sus recursos hídricos. Lamentablemente, creen que se repetirán los daños ambientales dejados por la industria petrolera.
 
Y tienen en parte razón, pues es innegable que toda actividad humana causa huellas en la naturaleza. No obstante, hay un factor crítico y diferenciador para aceptar a ciertas empresas mineras: La tecnología con la cual operen. Mientras más avanzada es aquella que usen, será menor la emisión de gases de invernadero, habrá mayor compromiso con la seguridad, se capacitará mejor a los empleados y por ende se causará menos daños al medio ambiente. En el país hoy tienen operaciones algunas de las empresas más grandes del mundo en minería como BHP Billiton, Anglo America, Newcrest Mining, Codelco y Lundin Gold, con gran experiencia y tecnología de punta, que deben ser bienvenidas, pero siempre bien vigiladas.
 
Por otro lado es vital evitar la minería ilegal. Nada arrasa más a la naturaleza que las actividades ilegales, ya que operan a la sombra. No solo polucionan el agua, destruyen los bosques y desperdician los minerales por falta de tecnología, sino que sus asentamientos humanos son guetos, donde además de la insalubridad no hay otra ley que la de las mafias. Esto
ha ocurrido en la “ciudad de plástico” en Buenos Aires, Imbabura. Iba a convertirse en una segunda Nambija, la mina de triste recordación en los años 80.El Gobierno ha hecho bien en desmantelarla.
 
Ecuador no puede cerrarse a la minería pero necesitamos un proceso minero ordenado, regulado y seguro. El ojo vigilante del Estado y de las comunidades será crítico para que se usen los mejores estándares y tecnología en el país. Solo así esta actividad traerá prosperidad con el menor costo ambiental posible.