Decisiones correctas... pero

Editorial

Una de las decisiones catastróficas para la industria petrolera ecuatoriana en la década pasada fue la fallida repotenciación de la Refinería de Esmeraldas. No solo que el país perdió una inversión de 2.500 millones de dólares, sino que tampoco resolvió la necesidad de importar derivados, que anualmente significa un gasto promedio de 3.500 millones de dólares. El gobierno del presidente Moreno ha decidido corregir el problema concesionando la operación de la refinería actual a una empresa internacional y construyendo una nueva refinería. Son decisiones correctas, pero su éxito depende de dos condiciones fundamentales. 
 
La primera es que las empresas que participen en las convocatorias deben tener experticia probada y reputación impoluta; y la segunda, que los procesos sean transparentes desde la convocatoria hasta la adjudicación. No obstante, los primeros anuncios siembran dudas.
 
Mediante un decreto se concede 30 días para que se presenten ofertas para la construcción de la nueva refinería. El tiempo parece insuficiente para que lleguen compañías de primer orden. Se ha anunciado ya un interesado: la empresa mexicana Coliseum Ingeniería. Coliseum es constructora de vías y edificios y otras obras, pero no tiene experticia en refinerías, que debe ser un requisito no negociable. Se ha sostenido que tendría la representación de la alemana Thyssen Krupp, que sí tiene la experiencia. Sin embargo, Thyssen Krupp inició en abril de 2019 un juicio en contra de otra empresa mexicana por haber usurpado la representación en el proceso de construcción de la refinería de Dos Bocas, en México.
 
Después, se ha dejado en el limbo la ubicación de la refinería. Se habló de Esmeraldas en un principio. Esto económicamente es lo más lógico porque ahí existe toda la infraestructura, y lo más importante: llega el petróleo. En otro sitio habría necesidad de gastar en transporte, ya sea a través de un nuevo oleoducto o por barcos, lo cual afectaría el precio final y por ende a los consumidores.
 
Ecuador no puede seguir experimentando ni ser opaco en los negocios de la industria petrolera. Por miopía ideológica, corrupción y despilfarro la década pasada fue una década perdida para el petróleo. El país continúa con la misma producción de 520 mil barriles que tenía en 2007. En el mismo periodo, Colombia fue de 530 mil barriles a un millón de barriles al día. Y mientras nuestro país gastó en una repotenciación fallida 2.500 millones, en Colombia construyen una nueva refinería privada para producir 100 mil barriles diarios, por 3.000 millones de dólares.
 
Las malas decisiones cuestan dinero, significan pérdidas de empleos y en el caso de los negocios públicos de un país son un terremoto para la confianza de los ciudadanos en sus mandatarios. Aprendamos de los errores.