Cuidar los ingresos mineros

Editorial

Pasaron 13 años entre el descubrimiento y la operación de Fruta del Norte, considerado como uno de los yacimientos auríferos más importantes del mundo. La empresa canadiense Lundin Gold realizó a mediados de mes la primera exportación de concentrado de oro y doré y se espera para junio de 2020 que la mina opere en toda su capacidad. Producirá anualmente alrededor de 315.000 onzas de oro, durante 14 años, a un costo de sustentación de 623 dólares la onza. Son buenas noticias para un país en crisis económica y todavía discutiendo el rumbo a tomar.
 
Estudios conservadores consideran que la minería puede convertirse en un cuatro por ciento de los ingresos del PIB. No obstante, como toda actividad extractiva, genera dudas, sobre todo si se considera el antecedente de la extracción de petróleo. La explotación ha dejado destrucción en áreas de gran biodiversidad y muchos de sus recursos terminaron dilapidados. El gran desafío es controlar a las empresas para que los daños ambientales sean mínimos y a la vez asegurarnos que los recursos no sean despilfarrados.
 
Dentro del control es vital que se incluya a los mayores depredadores del medio ambiente: los mineros ilegales, que operan sin técnica y que son utilizados por mafias delincuenciales, como se apreció en la mina San Antonio, en Imbabura, desmantelada este año por el gobierno. También es importante que se exijan que todas las empresas y no solo unas se ajusten a lo que dictan las leyes.
 
Para evitar el despilfarro, convendría seguir el ejemplo de Noruega con el uso de los recursos petroleros. Ese país mantiene sus ingresos petroleros en un fondo. El fondo se estableció en 1996 y garantizan las prestaciones de jubilación y la salud de sus habitantes. Sus ejecutivos, seleccionados a través de un riguroso proceso, se encargan de invertirlos en las principales empresas y fondos de las diversas bolsas de valores del mundo, para asegurarse los mejores rendimientos. Así, la riqueza de recursos no renovables, beneficia a todos los habitantes y generaciones futuras. ¿Por qué no promover que parte de los ingresos mineros tengan un propósito similar? De esta manera, estos recursos podrían verdaderamente apuntalar el futuro del país.