Los sonidos del silencio

Raul Andrade

Una de las metas de un análisis es que lo planteado no pierda vigencia a pesar del inevitable tiempo que transcurre entre la elaboración y la publicación del mismo. Las noticias suceden a diario, pero los temas se mantienen. Así, luego de más de tres años de haberse denunciado, la lista de Odebrecht sigue en secreto, a pesar de la inmortal declaración del Licenciado aseverando que se conocería a todos los beneficiados durante los largos años de permanencia de dicha empresa en Ecuador.
 
Sigue en el aire la duda, el uso y el abuso que se hizo con dicha lista, y la innegable complicidad para ocultarla. Y es que a menudo olvidamos que este y el anterior gobierno tienen la misma raíz y responsabilidad de lo que hoy pasa en la República, y que, a pesar de la diferencia de estilos, las semejanzas ideológicas preocupan. En temas torales, como la ultra secreta negociación con China, el sigilo es arma de ambos regímenes. En cuanto a la cirugía mayor, se han apresado a algunos practicantes, pero el cirujano no aparece, así que el mal sigue enquistado en las entrañas del gobierno y sus dependencias.
 
La única pista a disposición del gran público es la revelación incesante de abusos, raterías y complicidades que son descubiertas por investigaciones independientes o realidades innegables, como el caso de las refinerías y los sobreprecios. Ante estas denuncias, el gobierno asiente, pide explicaciones, denuncia y vuelve a caer en el silencio. Una inacción carísima frente a 70 mil millones de dólares entregados a la corrupción, que no han sido ni recuperados, ni negados, ni sancionados. Después de casi tres años de gobierno, los logros en esas áreas son ínfimos y las dudas inmensas. Eso explica en gran parte el descontento  y la negativa a enfrentar nuevos impuestos o incrementos en el costo de la vida. No existe en el gobierno el menor afán de racionalidad ni reducción en su gasto, ni un plan a mediano plazo para lograr un estado eficiente, con superávit y redistribución efectiva de sus ingresos. El golpe de timón tiene que ser radical y rápido, y no lo vemos por ningún lado. La emisión de deuda para tapar huecos revela, una vez más, el temor a tomar decisiones claras y levantar nuevas polvaredas. Y finalmente, el silencio ante el manejo de la voluntad popular por parte del CNE es inaceptable.
 
El éxito de un estadista se mide por sus resultados y no por sus buenas intenciones. Ningún país hará inversiones sustanciales en el Ecuador de hoy, remendado en todos sus ámbitos por la indecisión de sus autoridades y la torpeza de sus opositores, hasta que el panorama se aclare. De la decisión depende ser un gobierno de transición o un gobierno que haga historia. ¡Clarísimo!