]: Abra paréntesis

Raul Andrade

Por: Raúl Andrade Gándara
 
Con esas palabras, los profesores nos explicaban que era necesario introducir una pausa en la oración para explicar y dar relieve a nuestra redacción. Y en estos momentos, es indispensable que todos procedamos de esa forma.
 
Tenemos que dejar a un lado los cálculos, las potenciales ganancias, los impedimentos argumentales y los egoísmos. Hay que recobrar los valores humanitarios y archivar la codicia individual. Olvidar los entuertos y recuperar la cordura. Todos hemos fallado, como especie y como país. Nuestra falta de solidaridad es deprimente y agobiante.
 
Nuestra indisciplina digna de estudio. Necios ante toda advertencia, nos negamos a aceptar cualquier recomendación hasta que se convierta en orden y su transgresión implique una sanción. Cuesta entender cómo hemos sobrevivido tantos siglos con semejante irresponsabilidad en nuestra conducta. Hasta que la vida nos sacude. De cualquier manera y con cualquier motivo. Y allí nacen maravillosas historias de heroísmo e imperdonables actos de cobardía.
 
De nosotros depende el saber distinguirlos. Sin estridencias pero sin olvido. Hay momentos en que hay que archivar los grandes cuestionamientos para sacarlos a la luz en otro momento. Todos eventualmente tendrán que rendir cuentas de sus actos. Y es nuestra obligación exigir esa rendición de cuentas. Nuestras autoridades actuaron irresponsablemente y las consecuencias están a la vista. La urgencia populista le ha pasado factura a un país inmediatista.
 
Hay que asimilarlo y remediarlo. Las penurias de hoy nos obligan a pensar en los porqués. A entender que el más elemental de nuestros actos puede traer terribles consecuencias si se ejecuta sin prudencia ni respeto al prójimo. La próxima vez, estornudemos sobre el populismo y no sobre nosotros mismos. Lavémonos febrilmente las manos para evitar el virus oportunista de los candidatos milagrosos, y comprendamos que las inconsecuencias provocan crisis y pandemias.
 
Hoy abramos un paréntesis para respaldar al Gobierno en sus esfuerzos contra la crisis sanitaria que nos concierne a todos, para que mañana podamos cerrarlo sin culpa para señalar sin temor responsabilidades en otros ámbitos por desidia, demora, complicidad y cálculo. La gran lección de esta pandemia es que todos estamos interconectados, tenemos responsabilidades compartidas y debemos cuidar nuestro entorno para evitar abusos de prepotentes y avivados que por nuestra inopia eludieron la obligación de informarnos y permitirnos discernir sobre nuestro futuro más allá del rumor, del chisme y del boato oficial.
 
Un pueblo preparado y disciplinado es difícil de vencer. Uno disoluto e individualista es fácilmente engañado y derrotado. Aprendamos a diferenciar los mensajes falaces y a confrontarlos con la realidad. Que la victoria sobre la pandemia nos lleve por el sendero correcto y sea el símbolo de unión para un mejor futuro.