Romper el ciclo

Patricia Estupiñán

POR PATRICIA ESTUPIÑÁN
 
La fundación Gates estima que en las primeras 25 semanas de la pandemia del COVID-19 el mundo retrocedió 25 años. El número de contagiados se acerca a los 32 millones y las muertes al millón. No obstante, las estadísticas oficiales no son confiables. La cifra de muertos en Ecuador por COVID-19 es de 11.000, según el gobierno, pero al comparar los fallecimientos ocurridos en los meses de la pandemia, con aquellos de los mismos meses en 2019 hay un exceso de 31.000, que corresponden directa o indirectamente al virus.
 
Tampoco se puede estimar con precisión el costo económico. A comienzos de la crisis, se proyectó un decrecimiento de la economía mundial en 3,5 por ciento. Sin embargo, existe temor de que la caída sea más profunda si ocurre un rebrote del virus durante los meses invernales en el hemisferio norte. Comparada con el resto del mundo, la economía en América Latina será la más afectada debido a que la región ya estaba sufriendo una retracción por haber dilapidado el boom de las materias primas de comienzo de la década. El Fondo Monetario estima una contracción promedio de 9 por ciento. Ecuador decrecerá aún más, casi un 11 por ciento, que equivale al doble de las pérdidas que el país sufrió durante la fatídica crisis bancaria del año 2000. Según la actual edición de las 500 mayores empresas, en estos nueve meses de 2020 hubo una reducción del 22 por ciento
en sus ventas. Si la situación ha sido mala para las grandes empresas, para las Pymes y otros segmentos de la economía popular es crítica, con sectores como el turismo, los restaurantes y otros servicios quebrados o al borde de la quiebra. Por la pandemia se han perdido alrededor de 600 mil empleos formales.
 
En medio de la incertidumbre, lo único cierto es que para lograr resiliencia no se pueden repetir los errores del pasado. Por ello, las empresas que están en pie y los empleados que tienen un empleo formal deben tener como meta la resistencia. Para los empresarios, la receta está en apreciar más que nunca a sus clientes; y para los empleados en considerar una bendición tener un empleo y, por lo tanto, trabajar y cuidar a la empresa, como se cuida lo propio.
 
Sin embargo, no basta con la acción de las empresas y los empleados para levantarse otra vez; el país también necesita cambiar su horizonte político. No puede en esta circunstancia continuar en el círculo perverso de políticos populistas, que venden lo que no tienen aprovechando la de-sesperanza de los electores y que luego en el poder destruyen la economía y fomentan el despilfarro y la corrupción. Todas las semanas descubrimos nuevos casos escandalosos de corrupción del régimen pasado y del actual. El último es la pérdida de entre 500 y 900 millones de los ahorros de la Policía. Los candidatos que representan a quienes han gobernado los últimos 14 años y que son responsables de la actual situación, no merecen una segunda oportunidad.