No hay humor en el acoso

Patricia Estupiñán

El presidente Lenín Moreno que en estos dos años de gobierno se ha caracterizado por manejar un trato amable con los demás –con excepción de sus excoidearios, los correístas– acaba de “meter la pata” por su afición a contar chistes. Sostuvo que “los hombres viven amenazados de ser considerados acosadores y que para las mujeres son solo acosadores los feos”. Los guapos, en cambio, son considerados “seductores”. Su comentario fue recogido por la prensa internacional y localmente ha recibido una justa avalancha de críticas. A pesar de que ha pedido las respectivas disculpas, el enojo es grande.
 
Al parecer no hay conciencia en él mismo, ni precaución de su equipo de comunicaciones para evitar los chistes, que si provinieran de un individuo cualquiera no pasarían de ser desagradables, pero viniendo de un mandatario resultan imperdonables. Justificar el acoso, aunque sea en son de broma, significa indolencia y falta de empatía con las víctimas de este atroz comportamiento. Ese mismo día del mal chiste, Ecuador reconocía ante la Corte Interamericana la indiferencia del Estado con la violación de una adolescente por parte del vicerrector de un plantel educativo y la exigencia de relaciones sexuales por parte del médico del mismo plantel para practicarle un aborto, lo que condujo al suicidio de la joven.
 
Por machismo, se maltrata psicológica y físicamente a las mujeres. Por acoso, se las viola e irrespeta, cada vez con más saña, por parte de las parejas, por parte de extraños. Los ataques no se limitan a personas de escasos recursos o poca educación, sino que alcanzan inclusive a mujeres que en teoría han llegado al pináculo de sus carreras. Un monitoreo de la organización Participación Ciudadana, descubrió que en la red Twitter, 31 mujeres que tienen relevancia pública fueron agredidas con los peores epítetos, solo por ser mujeres: “Rata, bruta, inepta, fea, meretriz, prostituta, imbécil, feminazi, corrupta, zorra, villana, robolucionaria, víbora, sinverguënza…etc.”, son algunas de las expresiones.
 
Según estudios de la ONG Care, el acoso y la violencia contra la mujer es un problema de graves consecuencias no solo físicas sino económicas. En una reciente encuesta en las principales empresas del país, un 40 por ciento de las mujeres ha sufrido alguna forma de acoso y se estima que se pierden 4.500 millones de dólares al año por esta causa, ya sea porque la mujer no llega a su trabajo por la violencia doméstica o por acoso en la oficina o por presencialismo, que significa estar presente en el puesto, pero no atender a lo que debe realizar por miedo y/o dolor.
 
Basta ya de banalizar un tema tan serio. No se puede condonar, ni siquiera en son de broma, el acoso.