La feria de las vanidades

Patricia Estupiñán

Por segunda ocasión Ecuador ha optado por dejar la OPEP. ¡Enhorabuena! Los ingresos ocurrieron por la vanidad de dos gobernantes: el general Guillermo Rodríguez Lara y Rafael Correa; y las dos salidas se enmarcan en el pragmatismo de Sixto Durán Ballén y Lenín Moreno, conscientes del poco provecho de ser parte de una organización por vanidad.
 
A pesar de tener una producción marginal en el mercado petrolero, tanto Rodríguez Lara como Correa querían sentirse en esa élite de petro -millonarios. En 1973, Rodríguez Lara difundió su foto sobre un camello anunciando el ingreso. Delirante aplicó políticas ultranacionalistas que significaron el retraso de casi una década en el desarrollo de la industria. En tanto, Rafael Correa regresó a la organización en 2007, 13 años después de que Durán Ballén la dejó. Lo hizo por apoyar a Hugo Chávez, quien actuaba como un solitario llanero latinoamericano en un cónclave de árabes.
 
El expresidente Correa disfrutó de los viajes, los banquetes y la opulencia de los gobernantes petroleros, recibiendo regalos que dejó para un museo. Sin embargo, todavía debe explicaciones sobre algunos viajes de aviones presidenciales sin tripulación a ciertos países de miembros del cartel petrolero.
 
El ser parte de la Organización solo benefició a los mandatarios, ministros de Energía y altos funcionarios de la estatal petrolera, que viajaron a las reuniones internacionales de la OPEP y participaron de su boato. En tanto, Ecuador tuvo que contribuir con una cuota para su mantenimiento y aceptar recortes en su producción de crudo en los momentos de mayor necesidad fiscal y aunque muchas veces violó o pidió permiso para no cumplir con todo el volumen de la cuota de recorte asignada, hizo sacrificios innecesarios.
 
¿Qué recibió, en cambio? Se ha especulado que información petrolera privilegiada. Una falacia. Antes y más ahora en un mundo altamente digitalizado, ha existido abundante información de la industria del crudo mundial fuera de la OPEP, porque con excepción de Arabia Saudita, los mayores productores de petróleo del mundo –Estados Unidos, Rusia– no han sido miembros del
cartel. Tampoco se unieron otros países latinoamericanos que producen más petróleo que Ecuador. Colombia con 900.000 barriles diarios casi duplica nuestra producción de 545.000 barriles y México con 1.675.000 la triplica. Los presidentes colombianos y mexicanos fueron más sagaces que los nuestros y prefirieron la independencia y no sujetarse a las cuotas cuando los precios caen. Es decir pensaron en sus países antes que en su vanidad.
 
La membresía en el cartel fue, además, un espejismo de riquezaque le impidió al país recibir créditos destinados a países de ingresos medios por parte de la Unión Europea y paradójicamente ni siquiera acceder a algunos de los programas de la misma OPEP, como las becas para estudiar la industria, que hubiese sido de gran utilidad para Ecuador.