1.000 días

Patricia Estupiñán

En la vida de un ser humano, lo que ocurre en sus primeros mil días hace la diferencia. Desde su gestación hasta que cumple los dos primeros años, se desarrollan los órganos que determinarán su desventaja o su igualdad de oportunidades. Un niño hijo de una madre bien nutrida y cuidada en el parto y que después es bien alimentado, según Unicef, tendrá ingresos 50 por ciento más altos que un niño que padece desnutrición crónica infantil porque ni su madre ni él estuvieron bien alimentados y cuidados. La desnutrición crónica infantil tiene efectos devastadores porque no hay un buen desarrollo cognitivo y los países que tienen altas tasas de desnutrición padecerán subdesarrollo hasta que no la eliminen.

En Ecuador, uno de cada cuatro niños tiene desnutrición crónica infantil y según la misma Unicef, anualmente se pierde un 4,3 por ciento del PIB por los costos en salud y por la falta de productividad causada por la población en desventaja. Desde 1993, la tasa apenas ha variado (24,8 por ciento de niños menores de dos años) y entre 2014 y 2018, incluso subió (27,3 por ciento). Han pasado gobiernos de diversas ideologías políticas, se han gastado recursos, pero ha sido imposible establecer como política de Estado el combate a la desnutrición crónica infantil, a pesar de su trascendencia. No obstante, hay esperanza.

En el gobierno de Lenín Moreno, bajo la dirección de la vicepresidenta María Alejandra Muñoz, se inició la delineación de una estrategia para combatir este mal. La estrategia estuvo asesorada por Andrés Mejía, un ecuatoriano que es profesor de Economía Política de los países emergentes en el King College de Londres y que ha acompañado el desarrollo de estrategias similares en Perú y África. Moreno creó una secretaría técnica para coordinar el trabajo. El gobierno de Guillermo Lasso ha dado continuidad a ese proceso y se ha puesto como meta bajar seis puntos porcentuales hasta 2025. Esta política pública no requiere inversiones gigantescas: 500 millones de dólares por año y habrá apoyo de instituciones financieras internacionales. El gobierno actual informó recientemente de una contribución de 200 millones de dólares de un organismo multilateral para el paquete inicial de servicios.

El paquete contempla cuatro atenciones a las madres gestantes para asegurarse que estén bien nutridas durante su embarazo y con las vitaminas respectivas y las atenciones y vacunas para los infantes. Esas atenciones deberán registrarse para asegurar que se cumplan las metas. Además, busca educar a la familia sobre buenas prácticas en la alimentación, higiene y la importancia del afecto con los pequeños. La secretaría técnica ya establecida será la coordinadora de este vital proyecto, cuyos ejecutores son varios ministerios y gobiernos seccionales pues la desnutrición crónica infantil depende de 33 variables. Inclusive, la cooperación internacional será mayor si los recursos son administrados con eficiencia y habrá también participación de ONGS y empresas. Lo importante, es que en todos los niveles y que todos sus actores internalicen que esto es una agenda prioritaria sobre las otras agendas, pues de ello literalmente depende el futuro del país.