Cumbre de la CELAC: muchos discursos y... ¿ya?

Esteban Santos López

A veces desespera el sentir que nada cambia, nace un nuevo foro en rechazo a otro y pregona lo mismo, el sueño de lograr integrarnos, de tener una misma voz en defensa de nuestros intereses conjuntos, de la patria grande y de cómo la región debe estar unida para enfrentar a los retos globales. Finalmente, termina en mucho de lo mismo, pomposos discursos, foto oficial y de regreso a su país las largas y costosas comitivas enviadas para el efecto.

En esta ocasión, el factor ideológico mantuvo un rol particularmente protagónico, toda vez que el maestro de ceremonias de turno fue el presidente de izquierda populista del país anfitrión México, que desde el inicio sentó un malogrado tono al invitar a que dictadores asistieran, Maduro por Venezuela (contra quien pesa una orden de captura y recompensa de USD. 15 millones de parte de los Estados Unidos por narcotráfico), y Díaz-Canel por Cuba, este último incluso fungió como huésped de honor en la conmemoración del aniversario por la independencia mexicana, una afrenta en sí misma.

Felizmente (y afortunadamente para el respeto a la democracia) sí destacaron voces muy críticas como la de los presidentes de Uruguay y Paraguay al momento de decir las cosas por su nombre, el presidente Lasso un poco más conservador, sin denunciar directamente a los dictadores, se refirió a la importancia que tiene la democracia y el respecto a sus libertades.

Pues bien, como condumio del evento los gobiernos de izquierda intentaron impulsar una agenda clara que pretende desplazar a la OEA como foro natural de solución de controversias de la región (siempre con la no injerencia y el despotrico en contra del imperio norteamericano como tono y narrador omnisciente). El resto de gobiernos de centro y derecha hicieron caso omiso a esta petición, por lo que no pasaron de ser nada más que fervientes discursos políticos sin mucha saliva.

El gran ausente fue la República de Argentina, ya que el presidente Fernández se tuvo que excusar toda vez que se encuentra lidiando con su vicepresidenta en una guerra de poder y control interno; una guirnalda para presentar un evidente resultado, ese país consolida nuevamente una vertiginosa picada económica, algo que lastimosamente ya no es nada nuevo.

Aterrizo así en una conclusión, la CELAC es un organismo sin institucionalidad, no cuenta con un presupuesto asignado o una sede propia, deja de lado a las potencias económicas de Brasil, Estados Unidos y Canadá. Por esto, junto con el actual contexto adverso económico de la región, dudo mucho pueda realmente desplazar a la OEA (organismo que sí cuenta con sede, presupuesto y personal) como aspira defenestrar y encabezar la administración mexicana de López Obrador.

Pero trastocando el fondo, considero que fue una nueva oportunidad perdida, en lo personal soy un convencido de que la integración es la vía idónea para una reactivación económica duradera, para el fortalecimiento de nuestras instituciones, para prevenir y denunciar a las violaciones a los Derechos Humanos y falta de libertades cuando se las quiera pisotear; y por supuesto como quimera, para que los ciudadanos podamos crear y alcanzar una identidad única comunitaria. Por esto, me asustan estas reiteradas oportunidades fallidas, en donde los furibundos y muchas veces vacíos discursos políticos operan en contubernio con la mera proliferación de nuevos foros con costos cada vez más elevados, teniendo como resultado que los ciudadanos de pie se cuestionen entendiblemente el para qué de todo esto.

Virada la página, hoy los ojos de la diplomacia mundial regresan a ver a la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, los ciudadanos de nuestra parte, expectantes nuevamente de sus resultados.