Sin agenda ni prioridades

Carlos Rojas Araujo

POR CARLOS ROJAS ARAUJO
 
Pesimismo, miedo y resignación. En un grupo social, cualquiera de estas sensaciones son perjudiciales porque inmovilizan. Las tres juntas, por ende, resultan demoledoras.
 
Desde hace un mes, cuando concluyó la primera vuelta, este país tan fracturado no deja de hablar del retorno del correísmo, como un hecho casi consumado. El 33 por ciento que votó por Andrés Arauz lo hará con ansias e ilusión y está en su derecho.
 
Pero la otra porción del país se siente confundida, porque quienes la representan, en sus distintas facetas y aspiraciones, extraviaron su agenda y no tienen claras sus prioridades.
 
Los sectores empresariales carecen de un discurso con el que puedan enfrentar el peor de los escenarios que tienen por delante, independientemente de quien gane la Presidencia. Es esa Asamblea de 137 escaños donde, al menos, 95 de ellos se ubican desde el centro izquierda hacia la izquierda sin que su visión de libre competencia, alivios tributarios o remozamiento de las leyes laborales, tantas veces repetida en estos cuatro años, tenga cabida. ¿Qué hicieron (o qué dejaron de hacer) para que ese Ecuador del 7 de febrero no los haya sintonizado?
 
Xavier Hervas es el político revelación por haber reseteado a la ID, pero cuya expresión de neutralidad frente al 11 de abril, puede debilitar la fuerza de esa tercera vía que quizás no sepa cuál de los dos candidatos finalistas le conviene a la democracia. Yaku Pérez, ahogado en el reclamo del fraude, dijo que si no está en la papeleta le daba igual si regresa Correa e impone una Constituyente… Para él, la resistencia solo implica salir a las calles, bloquearlas y presionar desde afuera. Entrar en el juego institucional para definir con el resto de líderes los temas importantes, como pudo haber ocurrido tras su cita con Guillermo Lasso, nunca será una opción.
 
Si los políticos no logran definir las prioridades del país, es fácil suponer que tampoco lo hacen los sectores sociales. Ese feminismo, tan importante ahora, terminará inmovilizado si no toma la iniciativa y enseña a los dos candidatos a entender los nuevos parámetros de la democracia. Criticarlos en redes sociales por lo que hacen, dicen y se desdicen no tendrá resultados prácticos.
 
Hay un Gobierno que ni siquiera parece tener la fuerza de llegar al 24 de mayo y entregar el poder. Desorden político, violencia expresada en las cárceles, divorcio total con la Asamblea, una profunda orfandad... El mensaje de los ministros y secretarios que renuncian solo demuestra que el agobio los consumió por completo.
 
Así de descoyuntado y sordo se muestra ese 60 por ciento de la nación que, se supone, no quiere volver a los 10 años de correísmo ni convertirse en Venezuela. Esa cifra quizás sea otro de los espejismos que se crearon en los últimos años (con el aporte de académicos y periodistas) pero que hoy no refleja nada. Por eso, las tres ideas que la Revolución Ciudadana logra sentar en la ciudadanía, eficiencia administrativa, el anhelo de la bonanza que se esfumó y la revancha como ejercicio legítimo en la política, sean suficientemente claras y atractivas como para suponer que su retorno a Carondelet es posible. Hay que
volver a leer y a entender a este país.