Quito, ciudad descapitalizada

Carlos Rojas Araujo

Ninguno de los candidatos a la Alcaldía tenía un proyecto integral sobre Quito y Jorge Yunda no era la excepción. Quizás por ello, su modesta votación fue casi la misma que sacaron los tres aspirantes que le siguieron en las urnas. Daba igual, Yunda, Luisa Maldonado, Paco Moncayo o César Montúfar… Cualquiera pudo haber sido alcalde de Quito y esta columna estaría planteándose la misma inquietud: ¿qué ciudad vamos a forjar en los cuatro años siguientes?
 
Los primeros anuncios del Alcalde han sido bien recibidos. Es un hombre con sentido común para identificar problemas y pragmático para plantear soluciones. Habrá concursos públicos para administradores zonales y así cerrar parte de esa nefasta política clientelar que carcomió la reputación de un Cabildo que debe ser fiscalizado. Extenderá a un día entero el pico y placa, mientras repavimenta tramos importantes de la ciudad, y anunció un plan de ahorro minucioso en el Municipio. Además, dice que no habrá subsidios ni compensaciones para el transporte público.
 
En este primer ritmo, el coyuntural, se ve una Alcaldía ejecutiva que necesita solucionar problemas que, como el de la basura, los quiteños habían superado décadas atrás. El desafío está en la segunda velocidad: en cómo proyectar al núcleo metropolitano más importante del país. Y desde ahí, los argumentos de Yunda no se consolidan.
 
Quito es una ciudad descapitalizada, sometida al centralismo político impuesto por el correato que neutralizó a las élites económicas, dirigenciales, académicas y culturales. Fernando Carrión, el asesor más importante de Yunda, grafica con inteligencia este abandono de lo político, cuando advierte la desolación de la avenida 10 de Agosto, eje referencial de la ciudad, y el repliegue hacia los valles. ¿Yunda logrará convocar a estos sectores como lo hizo León Febres Cordero en Guayaquil en 1992? Está bien que el alcalde de los nuevos tiempos quiera darle vida nocturna a la ciudad como una medida contra la delincuencia; los cómo aún son polémicos. Un Quito que luche contra la contaminación o que sea ‘pet friendly’ nos sensibiliza como seres humanos, pero en la discusión de fondo los vacíos persisten.
 
Sus referentes como Capital de la República en el siglo XXI no son los mismos que la convirtieron en la urbe más influyente de los 80 y 90. El flujo migratorio y cultural, el fraccionamiento de sus corrientes políticas y los desafíos productivos de una ciudad mediterránea perfilan un Quito mucho más complejo, al que no se lo puede mirar únicamente como el centro administrativo del Ecuador. El Estatuto Autonómico al que Yunda ha dado importancia puede agrupar las primeras respuestas. Sin embargo, el gran conductor de este proceso será él como alcalde y su liderazgo debe contar con mucho más que el carisma del radiodifusor de los sectores populares.