Otto y el juego del 'outsider'

Carlos Rojas Araujo

Los mensajes en Twitter con los que Rafael Correa ridiculiza al vicepresidente Otto Sonnenholzner o los sesudos análisis con los que la opinión pública cuestiona sus dotes clientelares en el Gobierno, demuestran que la estrategia de posicionamiento le ha dado resultado. El número dos de la administración Moreno pretende asumir un papel esencial en la historia de las elecciones ecuatorianas: el del ‘outsider’.
 
Ese personaje que aparece de la noche a la mañana en el escenario político y sacude las bases del electorado como ocurrió con Correa, a raíz de la rebelión de los forajidos y su nombramiento en 2005 como el ministro disruptivo de Alfredo Palacio. O aquella figura con un ‘storytelling’ de lucha, cárcel y renunciamientos, como Lucio Gutiérrez, el militar que acabó con Jamil Mahuad en el golpe del 21 de enero de 2000.
 
Un ‘outsider’ es también un rostro joven y fresco, como el que representó Jaime Roldós en 1978, cuando los caprichos de la dictadura impidieron que su tío político, Assad Bucaram, fuera candidato, permitiéndole a este profesor de oratoria rebuscada conquistar la gloria e inaugurar la democracia.
 
Roldós, Gutiérrez y Correa llegaron a la Presidencia venciendo a las figuras que se habían preparado para la puja electoral desde los espacios convencionales. Tampoco hay que olvidarse del magnate Álvaro Noboa, que en 1998, fue la sorpresa de un PRE derrocado, al disputarse voto a voto la presidencia con Mahuad. Ni del periodista Freddy Ehlers, que llegó tercero, en 1996, enarbolando la bandera de los indígenas.
 
Sonnenholzner, quien tiene mucho y poco de todos estos nombres, hace sus primeros guiños. Se arremanga la camisa y muerto del calor llama “adefesiosos” a los políticos del entorno. Dice, casi al borde del histrionismo, que no le importa enfermarse de coronavirus si su visita a China es productiva para el Ecuador. O, simplemente, pide que le dejen trabajar mientras viaja de Santa Rosa, en El Oro, a Macas, en el Oriente, para estar con pobladores humildes o en la noche ir a un set de televisión y, con tres periodistas poco inquisidoras, hablar de los problemas serios del país. 
 
El Vicepresidente se entrena todos los días para volverse un ‘outsider’. Desde la versatilidad de su mensaje, Correa lo considera el reemplazo de Nebot, mientras otros analistas lo asumen como el salvavidas del Gobierno, dispuesto a robarle votos a la fuerza correísta.
 
Su apuesta –y la de su patrocinador más entusiasta, Santiago Cuesta–, sin embargo, puede ser contraproducente. Sonnenholzner quizás reúna los atributos de figura nueva y tener toda la maquinaria estatal para moverse por el país y hablar del futuro, pero en sus hombros cae todo el peso de la impopularidad de Moreno, sus drásticos errores de bulto y los pasivos de un ajuste aplicado a medias.
 
Salvo la década de Alianza PAIS como partido único, la historia cuenta que hubo candidatos de gobierno con bajo desempeño electoral (Julio César Trujillo en 1984; Sixto Durán Ballén en 1988 o Raúl Baca en 1992) y que el voto castigo en las urnas puede ser tan demoledor que apague para siempre a una figura joven que a lo mejor no debe pensar en el 2021 como el año de su debut.