Aprender a pensar

Ana María Raad

“Pienso, luego existo”, parece ser la frase que ha representado al ser humano en su período más racional. Aquello que nos ha moldeado como especie (el pensar) hoy se ve tensionado y amenazado en medio de la cuarta revolución industrial, marcada por la inteligencia artificial, la circulación de ideas al ritmo de “bytes”, el radicalismo de posiciones o las noticias falsas en Internet. Hoy más que nunca, el poder pensar críticamente se torna vital, porque necesitamos contar con democracias más robustas, menores grados de violencia en la convivencia diaria, la comprensión mutua, la discusión enriquecedora y no destructiva, entre otros factores. Es por ello, que educar para desarrollar el pensamiento crítico es un imperativo. Requerimos abandonar la seductora superficie y la adictiva inmediatez de los mensajes, cadenas de WhatsApp y noticias poco veraces, para ahondar en el análisis certero, de las respuestas que resultan más complejas de profundizar pero que nos permiten comprender las situaciones y tomar mejores decisiones.
 
El pensamiento crítico se desarrolla, se ejercita y requiere hacerse de manera metódica, habitual, mediante reflexiones, injerencias, comparaciones, búsquedas de fuentes, etc. El riesgo de no hacerlo desde la edad escolar es formar ciudadanos planos, sin capacidad de discernir, de tomar su propia posición, que reducen el pensamiento, y ante ello la inteligencia artificial y su infinita minería de datos generará mejores resultados. Para ello se requieren profesores que busquen generar más preguntas y tener menos respuestas, que quieran compartir las posiciones y no dominar una sola respuesta, dar paso a la duda en vez de las certezas incuestionables.
 
El giro que están dando las universidades, los colegios, los profesores en nuestra región, demuestran la tendencia. Por ejemplo, el afamado programa “CORE Curriculum” de la Universidad de Columbia en Nueva York, acerca la lectura crítica de los clásicos a todos los estudiantes del primer año de universidad y este ya ha sido replicado en Chile y España. A nivel escolar, recientemente el equipo de Project Zero de Harvard, desarrolló en Pamplona España, un masivo congreso con profesores (incluidos Ecuador) cuyo tema fue “comprensión para un mundo complejo”. En Ecuador hay varios ejemplos como la red de colegios Fe y Alegría que ha ido avanzando en esta línea o la Universidad Casa Grande que tiene como base pedagógica el hacer y el pensar. Las universidades y colegios deben avanzar combinando un currículo basado en contenidos junto con el ejercicio de estas habilidades, abordando evaluaciones que no sólo midan conceptos, sino que apliquen estas destrezas, siempre de la mano y apoyo a los profesores, pero sobretodo con la confianza y convicción de que los estudiantes pueden lograrlo.