Depresión, deterioro físico y soledad: así fueron las últimas horas de vida de Robin Williams

Redacción
Depresión, deterioro físico y soledad: así fueron las últimas horas de vida de Robin Williams

La mañana del 11 de agosto de 2014, el mundo volvió a conmoverse con Robin Williams, aunque esta vez de la peor manera. 
 
Aquel día, el cuerpo inerte del actor fue encontrado, ligeramente suspendido en el aire con un cinturón atado en el cuello por un extremo y en el otro enganchado a la parte superior de un armario, en la habitación de su casa en Paradise Cay, California. 
 
Miles de preguntas surgieron con el pasar de las horas acerca de la razón que pudo haber tenido Robin Williams para tomar la decisión de dejar de existir en este mundo. 
 
Según Dave Itzkoff, redactor de Cultura del diario The New York Times, y quien además llevó la investigación para su libro “Robin”, existían diversos factores que incidieron en el precipitado suicidio del ganador de un Óscar, cinco Globos de Oro, un Premio del Sindicato de Actores, dos Premios Emmy y tres Premios Grammy a lo largo de su carrera.
 
El miedo a no poder volver a hacer reír, el dolor aún irresuelto de su separación de Marsha Garces, su segunda mujer y madre de dos de sus tres hijos, y la sombra de lo que habría sido un diagnóstico médico equivocado, pues le habían detectado Parkinson. Sin embargo, en su autopsia detectaron demencia con cuerpos de Lewy, un síndrome degenerativo incurable asociado al riesgo de suicidio. 
 
Aunque ya no se encontraba en los grandes títulos, Williams intentaba mantenerse activo aceptando papeles en películas que, muchas veces, ni si quiera llegaban a salas de cine. 
 
No obstante, la serie de la cadena CBS, "The Crazy Ones", ofreció al actor la oportunidad de volver al género tres décadas y media después de su última gran participación en Mork & Mindy.
 
Aquel trabajo le devolvió la estabilidad económica en tiempos difíciles, debido a que cobraba USD 165 mil por episodio. Pero, en un momento en donde el artista se sentía vulnerable, la crítica resultó impiadosa. 
 
“Williams parece exhausto. También lo está el show”, indicaba una de las críticas a Robin, quien se encontraba desde hace tiempo atrás en un deterioro físico.
 
Billy Cristal, un gran amigo de Robin, notó lo mismo cuando compartieron una cena en Los Ángeles. “Me abrazó de despedida y se puso a llorar. Le pregunté qué le pasaba y dijo: ‘Solo estoy muy feliz de verte. Ha pasado mucho tiempo. Sabes que te quiero’”, recordó Cristal.
 
Además de sus problemas estomacales, de indigestión y resfriado, a Robin Williams se le sumaba la dificultad de visión, orinar y conciliar el sueño, asimismo, tenía temblores en su brazo izquierdo y la voz menguada. Según su tercera esposa, Susan Schneider, sus niveles de ansiedad se habían disparado al punto de convertirse en “un incesante desfile de síntomas”.
 
A todo esto, se le sumaba la lucha constante que tenía el artista contra sus propios fantasmas. "Los demonios todavía están ahí. La vocecilla diciéndome que soy una basura, que no soy nadie, todavía está ahí, créame", comentó alguna vez, haciendo alusión a la depresión que lo perseguía desde hacía años.
 
La noche del 10 de agosto de 2014 el actor entró en paranoia a causa de unos relojes de diseñador que temía que le robaran. Fue entonces cuando Williams subió a su auto y manejó hasta la casa de unos amigos, a quienes les dejó en custodia los mismos por razones de seguridad.
 
Cuando regresó a su hogar le ofreció a su esposa un masaje en los pies, pero ella lo rechazó sin imaginar que ese sería el último contacto con él.  “Como siempre hacíamos, nos dijimos el uno al otro, ‘buenas noches, mi amor”, recordó Susan Schneider, con quien se había casado tres años antes. 
 
El actor se dirigió a la otra punta de su hogar, donde ya dormía solo desde hace un tiempo atrás, Williams se llevó un iPad para leer, algo que a su mujer le pareció un buen síntoma, porque llevaba meses en que no mostraba interés por nada. 
 
La mañana siguiente, Susan se alegró al ver que la puerta del cuarto de Robin todavía permanecía cerrada, creyendo que por fin había logrado conciliar el sueño. Sin embargo, el tiempo comenzó a pasar y la puerta seguía sin abrirse, lo que generó preocupación a su pareja.
 
Entonces, Rebecca y Dan, a quienes Robin les había dejado los relojes la noche anterior, llegaron a la casa de su amigo. Eran las 11:42 cuando decidieron forzar la puerta y se encontraron con un cuadro que seguramente no olvidaran jamás. Robin Williams pasaba a la inmortalidad y las preguntas en torno a su muerte recién daban comienzo.