Levanta la copa como Messi

Vistazo
Foto: EFE.

Era una tarde soleada de un sábado de enero. Una niña de nombre y edad ficticia cumplía 10 años. Sus familiares y amigos acompañaban a Manuela en su celebración. Todo iba según lo esperado, hasta que la madre de la cumpleañera comenzó a organizar a los invitados para hacerle una especie de calle de honor y ocurrió algo muy curioso...

El tradicional “Feliz Cumpleaños” coreado por los invitados no se realizó frente a una torta. De hecho, no se cantó ni se sopló ninguna vela. En la celebración, en vez de lo que la costumbre impone, se repitió el momento histórico que vivió la selección argentina en Qatar. Manuela quiso representar el instante final de la premiación del Mundial del año pasado, suceso que fue observado por millones de personas en el planeta.

La niña vestida con una capa de color negro sobre su ropa y con una réplica de la Copa del Mundo en sus manos, caminó con pasos saltarines y alegres frente a sus espectadores hasta llegar al centro de ellos. Con la famosa canción de La Mosca Tse Tse de fondo y a la cuenta de 1..2...3... vitoreados por todos, Manuela pudo finalmente alzar la copa para festejar un año más de vida, entre aplausos y serpentinas.

Este evento real inspirado en la actuación de Lionel Messi del 18 de diciembre de 2022 fue grabado en un video que se viralizó en las redes sociales. A mí me llegó gracias al algoritmo y no solo provocó que le diera like y reenviarlo a cuanta amiga me sigue, sino que principalmente me hizo reflexionar que las niñas del S.XXI pueden sentirse identificadas con un personaje (así sea masculino) que cumple sus metas y que hace realidad sus sueños.

Sin duda, esta copa levantada significa logros alcanzados. Esta acción se la puede traducir también en la trillada palabra “éxito”.

Yo más bien quisiera pensar que esa imagen de este jugador de fútbol, ciertamente exitoso, pero a quien esta última copa le significó años de frustraciones y esfuerzos, les ayudará a las niñas a perder el miedo a los obstáculos y a los tantos ¨no¨ que recibimos las mujeres en nuestras vidas solo por nuestro género.

Desearía saber que ellas tienen más oportunidades hoy en día que las de mi generación y que las sociedades del mundo estuviesen listas para incluir más a las niñas y mujeres (jóvenes y adultas) en todos sus ámbitos, empezando por el educativo. Es tan cierto que, a mayor conocimiento, más opciones para tomar mejores decisiones en la vida.

Debería ser una prioridad social el alcanzar la equidad en la educación y que el mayor número de niñas logren completar sus estudios hasta bachillerato. En el Ecuador existió una gran deserción estudiantil debido a la pandemia. 195.188 niños, niñas y adolescentes, entre 5 a 17 años de edad se ausentaron de las escuelas y colegios del país (informe del INEC de junio de 2022). Se desconoce el porcentaje segmentado por género. Seguramente, gracias al nuevo censo se sabrá si estas cifras han cambiado para inicios del 2023 y cuántos de estos estudiantes, si es que hubiesen regresado a las aulas, son mujeres. En casos de crisis, generalmente se prioriza la educación del varón por la creencia de que este será el proveedor de una familia en el futuro.

Tengo una hija a la que amo y admiro muchísimo. Ella ha tenido sus propias alegrías y decepciones por su género. A esta niña que ahora es una joven mujer de 22 años le he tratado de inculcar que no se rinda nunca y que persiga lo que tanto anhela. En pocos meses levantará su propia copa (una de tantas que estoy segura conseguirá) cuando se gradúe de una carrera relacionada al enfoque STEM (en sus siglas en inglés) que se traduce al castellano en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, materias que se ejercen en profesiones que hace no muchos años eran exclusivas solo para hombres.

El empoderamiento femenino debería surgir desde la educación, desde el ejercicio continuo de reforzar la confianza y autoestima de nuestras niñas, de hacerles saber que son capaces de todo lo que se propongan, inclusive de sortear los obstáculos con voluntad, persistencia, esfuerzo y ganas. Deberíamos ayudarlas a eliminar de sus cabezas los estereotipos físicos y expectativas de roles que tanto daño hacen. De igual importancia, sería proponernos a enseñar a los niños (desde temprana edad) a considerarlas como sus pares y que tengan siempre presente que las niñas merecen las mismas oportunidades que ellos.

Todas tenemos el derecho de pensar y soñar que podemos levantar la copa como Messi cuando queramos festejar cualquier logro, sea este pequeño o grande, personal o profesional, importante para el mundo o solo para nosotras mismas que, ya por el simple hecho de haberlo intentado y reconocido nuestra valentía por ello, es como haber ganado un Mundial.