Ardem Patapoutian, ganador de premio Nobel en 2021, abriendo camino a nuevos tratamientos para aliviar el dolor

Descubrir los sensores que registran la temperatura y la presión en el cuerpo humano lo llevó a recibir el Premio Nobel. Con su investigación, Ardem Patapoutian despejó el camino hacia nuevos tratamientos para el alivio del dolor.
Pilar Ortiz de Pérez
ARDEM PATAPOUTIAN, recibió el Nobel por una investigación que le tomó más de 22 años. Actualmente es profesor de Neurociencia en el Instituto Scripps en La Jolla, California. Visitó Ecuador recientemente por invitación de la USFQ

Descubrir los sensores que registran la temperatura y la presión en el cuerpo humano lo llevó a recibir el Premio Nobel. Con su investigación, Ardem Patapoutian despejó el camino hacia nuevos tratamientos para el alivio del dolor.

La vida de Ardem Patapoutian ha tenido repercusiones en todo el mundo. Ganador del Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 2021, los efectos de su trayectoria científica no solo han significado un impulso inmensurable en el entendimiento y manejo del dolor en seres humanos, su historia también ha impactado a miles de personas en el mundo, que han descubierto que a pesar de los obstáculos y la falta de acceso a recursos, la excelencia se puede alcanzar con la persistencia.

Confiesa que el Nobel nunca fue su objetivo. Su trayectoria ha sido guiada por su gran curiosidad y el amor por los descubrimientos en Biología principalmente. “Y qué mejor si pueden contribuir a mejorar la salud de la humanidad”, dice Patapoutian. Desde sus primeros años en su natal Beirut, su mayor interés siempre fueron las preguntas que no tienen respuestas, sobre todo acerca de la forma en que opera la naturaleza.

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ESTÍMULO E INSPIRACIÓN

Con el Nobel llega una mayor exposición, “uno se hace más conocido”. Lo menciona porque considera importante recalcar su origen, de dónde viene.

ARDEM PATAPOUTIAN es biólogo molecular.

Ardem Patapoutian es descendiente de armenios, nacido en Líbano, país que tuvo que dejar a los 18 años para emigrar a los Estados Unidos. “El premio fue una gran alegría para Armenia y para Líbano. No es frecuente que una persona de origen armenio gane un Nobel. Es más, soy la primera persona descendiente de armenios que lo logra...”, comenta el biólogo molecular que visitó Ecuador como conferencista, invitado por la Universidad San Francisco de Quito, USFQ.

Cuenta que desde que obtuvo el premio, empezó a recibir cartas de todo el mundo, pero las que más lo conmovieron fueron las que le escribieron, y le siguen escribiendo, niños de escuela que compartían su origen y nacionalidad, que le decían que ahora que han visto cómo su trabajo había sido reconocido con el Nobel, sentían que también era posible que ellos lo logren en algún momento, a pesar de sus circunstancias actuales.

“Ha sido una de las partes más dulces que he vivido gracias al premio”, dice. Se cataloga como una persona común y corriente, que no asistió a escuelas ni colegios de renombre, cree que eso es justamente lo que ha llevado a que su historia sea una inspiración para muchos.

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LA INVESTIGACIÓN PREMIADA

El descubrimiento específico que lo llevó a ganar el Nobel, junto al doctor David Julius, fue identificar los receptores moleculares en ciertas células del cuerpo humano que permiten sentir la temperatura y la presión al tacto, que luego se transforman en señales que son procesadas por el sistema nervioso.

Sus estudios han impulsado el desarrollo de alternativas terapéuticas para un mejor manejo del dolor crónico asociado principalmente a traumatismos y enfermedades. Al preguntarle cuántos años le dedicó a la investigación que lo llevó a recibir el prestigioso reconocimiento, responde que es difícil cuantificar exactamente el número de años que tomó, pero cree que serían entre 22 a 23.

David Julius y Ardem Patapoutian ganaron el premio Nobel de Medicina o Fisiología en 2021.

Los primeros 10 se enfocaron en los receptores de temperatura y los siguientes 12 y 13, en los sensores de presión mecánica. Descubrir los receptores les tomó solo dos años pero se requirieron 10 para entender su importancia. Fueron interminables jornadas de trabajo con modelos animales y luego en humanos para conocer a fondo las aplicaciones de los sensores descubiertos.

Reitera que lo que más me interesa es la ciencia básica, “por eso me he dedicado a estudiar las moléculas y los receptores de temperatura y de fuerza mecánica, cosas muy sencillas. Pero son las aplicaciones de estos descubrimientos las que resultan muy relevantes para tratar a aquellas personas que tienen dolores intensos”, expresa.

Destaca, por ejemplo, que al momento hay una epidemia por el uso de opioides, especialmente en Estados Unidos, frente a lo cual señala que le gustaría desarrollar nuevas sustancias que puedan aliviar el dolor.

Se encuentra en esa búsqueda. “Todo empieza en los laboratorios de biotecnología y luego el conocimiento pasa a las farmacéuticas o a otros laboratorios que son los que van a fabricar los medicamentos”, señala el doctor Patapoutian quien actualmente es profesor de Neurociencias en el Instituto de Investigación Scripps en La Jolla, California.

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CUANDO NO HAY DOLOR

Una de las inquietudes que surgen con respecto a este tema es qué sucede con las personas que por algún motivo (pie diabético, parálisis después de un infarto cerebral, etc.) han perdido la sensibilidad en algunas zonas del cuerpo y no son capaces de percibir estímulos de frío, calor o de presión mecánica en dichas áreas.

¿Qué sucede con sus receptores de temperatura y de presión mecánica? Responde que hay muchas interrogantes que todavía no se han podido responder sobre esta área, pero explica que aunque los receptores registren los impulsos de temperatura o presión en una persona, si los nervios están cortados o no están conectados al cerebro, ese paciente no puede sentir dolor porque las neuronas no pueden trasmitirlo, simplemente la información no llega al cerebro.

El doctor Patapoutian es nacido en Líbano y emigrante en Estados Unidos.​​

LA INTENCIONALIDAD DEL TOQUE

Los receptores descubiertos por el doctor Patapoutian pueden detectar cuando una persona ha sido tocada o cuando ha recibido un estímulo de presión sobre su piel. Pero, ¿pueden estos sensores determinar la intencionalidad de este contacto? ¿Si es afectuoso o busca lastimar?

“Este tema es muy interesante. Un receptor del tacto tiene ocho diferentes formas de percibir, desde la vibración hasta el movimiento de los vellos y sí, también puede identificar si ese toque ha sido realizado con afecto, como por ejemplo, al recibir un masaje o la caricia de una persona. Esta información llega al cerebro donde todo se sintetiza y ofrece una imagen completa de ese estímulo que se ha recibido y lo que implica”.