Ecuador enfrenta el gran desafío de la recuperación productiva

Fausto Lara
El Producto Interno Bruto del país cayó en alrededor del 9 por ciento en 2020.

Lograr la reactivación productiva plena es el gran objetivo de los sectores empresariales del Ecuador para el presente año, tras afrontar el duro impacto que generaron en 2020 la débil situación económica local y la propagación del COVID-19.
 
El desafío es enorme, pues los resultados negativos que dejó la crisis del año pasado son difíciles de resolver. Las ventas disminuyeron en más de 27.000 millones de dólares en comparación con el 2019, las principales actividades económicas registraron una contracción y se estima que el Producto Interno Bruto cayó en alrededor del 9 por ciento. 
 
A ello se suma, que se cancelaron 1.123 sociedades, según reportes de la Superintendencia de Compañías.
 
“La situación es crítica y merece soluciones inmediatas. Los sectores productivos están prestos a seguir contribuyendo con el país”, asegura Pablo Zambrano Albuja, presidente ejecutivo de la Cámara de Industrias y Producción (CIP).
 
Para ello, las empresas locales han optado por la resiliencia y la adaptación ante la adversidad durante la pandemia, así algunas compañías reenfocaron sus operaciones hacia las nuevas tendencias de consumo. 
 
Por ejemplo, cita Zambrano, industrias licoreras incursionaron en la elaboración de alcohol y fábricas textiles empezaron a producir mascarillas y prendas de vestir acordes al momento. 
 
Otras empresas, en cambio, afianzaron alianzas y buscaron nuevos socios estratégicos para sostener a los negocios, migrando a la venta en línea, la distribución a través de las plataformas digitales y la adopción de botones de pago.
 
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El denominador común fue la optimización en la estructura de costos en las empresas de casi todas las actividades económicas, en especial, en aquellos sectores donde el golpe fue más duro, resalta Felipe Ribadeneira, presidente del Comité Empresarial Ecuatoriano y de la Federación Ecuatoriana de Exportadores. 
 
Tanto así que los hoteles, restaurantes, constructoras y algunas empresas de manufactura aún dependen de la normalización de la econimía para retomar su ritmo de operación.
 
Hasta el sector exportador no petrolero nacional, que cerró el año pasado con un crecimiento del 10 por ciento en comparación con el 2019, tuvo que realizar un gran desempeño para lograr un resultado positivo.
 
“Cabe destacar el esfuerzo empresarial de sectores agroalimentarios que, adaptándose a las nuevas tendencias globales de consumo, lograron dar un impulso al rubro exportador para generar mayor ingreso de divisas en la economía y sostenimiento del empleo”, manifiesta Ribadeneira.
 
Justamente este último aspecto: el laboral, es otra de las grandes preocupaciones en el país. De acuerdo con la última encuesta del ramo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), a diciembre de 2020, solo el 30,8 por ciento de la población económicamente activa tenía empleo adecuado, es decir, con ingresos iguales o superiores al salario mínimo. Mientras que el 64,2 por ciento estaba en el subempleo u otra forma de trabajo no adecuado; y el 5 por ciento estaba en el desempleo. 
 
Pablo Zambrano aclara que estas cifras no se pueden comparar con los registros de diciembre de 2019, pues hubo cambios metodológicos en la encuesta del año pasado, sin embargo, indica que es evidente el fuerte deterioro del mercado laboral. “La dirección del cambio es clara, hay un empeoramiento de las cifras”, agrega.
 
Esto coincide con los registros administrativos del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), que revelan que entre enero de 2020 y el mismo mes de 2021, se realizaron 260.423 desafiliaciones de trabajadores, de los cuales, el 91 por ciento fueron del sector privado. 
 
Para las personas que perdieron sus puestos de trabajo, el subempleo fue su válvula de escape, asegura Felipe Ribadeneira, pues, más de 400.000 ecuatorianos están en condición de empleo inadecuado.
 
Este problema estructural se agrava más, continúa el representante empresarial, al considerar que cada año se integran nuevos profesionales en edad de trabajar que, en su mayoría, no logran encontrar una alternativa de empleo y son expulsados hacia la informalidad.
 
“Por lo tanto, el país necesita abordar integralmente el problema de las rigideces que hoy regulan las relaciones laborales y que ponen en riesgo la sostenibilidad de la seguridad social, cuya principal fuente es precisamente el aporte que generan las plazas de empleo pleno”, indica Ribadeneira. 
 
Sin embargo, el panorama es complejo para lograr la reactivación productiva en el presente año y uno de los factores es la expectativa por las elecciones presidenciales, pues, dependiendo de quién será el nuevo Jefe de Estado se conocerá el rumbo del programa económico. 
 
Además, la evolución del COVID-19 seguirá como el elemento más trascendental para el comportamiento de la economía, de ahí la importancia de avanzar en la vacunación contra la enfermedad.