El lado más íntimo de Jefferson Pérez

Sébastien Mélières
En la gráfica no consta Fausto, el hermano mayor que vive en Estados Unidos. Jefferson Pérez nació en El Vecino, uno de los barrios más tradicionales de Cuenca, el 1 de julio de 1974. Su madre quería inscribirlo con el nombre de Jersinio, pero este no fue aceptado en el Registro Civil del Azuay, entonces Fausto sugirió el nombre Jefferson, aunque también para conseguir su aceptación se debió decir que era hijo de un deportista.

De esa mañana feliz, en la que los ecuatorianos se despertaron con la imagen de un joven de apenas 22 años coronándose medallista olímpico en Atlanta, han pasado 26 años.

El 26 de julio de 1996, el marchista cuencano Jefferson Pérez Quezada logró esa hazaña e inscribió su nombre en la historia universal del deporte.

De “Jeff” se ha contado todo en el ámbito deportivo, pero su vida personal y familiar siempre ha sido un misterio. En 2012, Revista HOLA Ecuador del grupo Editorial Vistazo, logró conocer su círculo familiar y entrevistarlo, para conocer sobre los aspectos íntimos que lo definían:

Tuviste una niñez difícil, ¿cuáles son los momentos gratos que recuerdas?

La libertad total, es decir, correr por las calles vendiendo periódicos, alimentarme sanamente pues vendía frutas en el mercado, defenderme de cualquier amenaza física o emocional.

¿Para ti los seres humanos se definen en su niñez?

Cuando haces pan primero empiezas por la masa, luego la temperatura correcta del horno moldea el mismo, sin embargo, la presentación lo hace más atractivo. Lo mismo es en el caso de los seres humanos. El inicio por supuesto que te da forma, pero no la define totalmente.

¿Qué tipo de niño eras?

Inquieto, curioso, peleón y creativo.

¿Sigues escuchando al niño que fuiste?

Jamás me he alejado ni he olvidado de dónde vengo, sin embargo, tengo más claro a dónde no quiero ir.

¿Qué tenía el atleta Jefferso0n que no tenían los demás?

Sueños y sobre todo necesidades.

¿Cómo era tu padre?

Mi padre, Manuel, fue un ex militar. Yo no sabía ni leer ni escribir, pero ya me sabía el himno a la bandera.

¿Qué quería tu padre que fueras de grande?

Él quería que yo sea miembro de las Fuerzas Armadas.

¿Quién marcó más tu carácter?

Mi padre falleció cuando yo tenía 14 años. En esa época era mi madre la única que estaba. Ella siempre buscó a forma de sacarnos adelante y nunca nos faltó comida ni estudios. Mi madre es fuerte de carácter y muy amorosa. Ella representa a la mayoría de mujeres ecuatorianas que no son famosas pero que inspiran.

¿Cómo definirías a tus hermanos?

Como los dedos de la mano, uno más alto, otro más bajo, flaco o fortachón. Juntos como la fuerza de una roca y la nobleza del agua.

En la foto faltó tu hermano mayor, ¿dónde vive y a qué se dedica?

Fausto vive en Estados Unidos y desde adolescente es trabajador honesto.

¿Qué compartes con tus hermanas?

El amor a mi madre y a mis sobrinos.

¿Qué te gusta que la gente diga de ti?

Que digan lo que realmente piensan de mí, luego de escuchar mi pensamiento.

¿Dónde te ves en diez años?

Con la bendición de Dios más cansado, más entrenado y definitivamente más feliz.

¿El hecho de viajar en el mundo entero mientras competías, no te despertó las ganas de vivir fuera del Ecuador?

Disfrutaba de la riqueza cultural de muchos países, aprendía y definitivamente añoraba regresar a mi tierra.

¿Qué representa Cuenca ahora en tu vida?

La cuna, la escuela, y un día el lugar donde mi alma feliz permitirá que mi cuerpo descanse en paz.

En Cuenca, los Pérez son...

Lo mismo que los Quezada y todos los demás apellidos “no nobles”, pero sí trabajadores.

¿Con qué momento deportivo te quedas?

La medalla de plata Sevilla 1999 por todo lo que representa aquello que las personas desconocen.

Un momento privilegiado que recuerdas con tu madre.

Mi primera comunión luego de recibir la eucarística me abrazó y me dijo “ahora Dios cuidará por siempre tu corazón, nunca te alejes de él”.

Fuera de tu familia, ¿qué persona cuenta en tu vida?

Amigos y la persona que amo.

¿Cómo fue el romance con tu primera novia?

No recuerdo, tendría unos 19 años. Yo pasaba estudiando y entrenando, no tenía tiempo para dedicarle.

A veces das la impresión de ser solitario y autosuficiente, ¿es una percepción equivocada?

Todos necesitamos nuestro cómplice así como también la soledad para encontrar al espíritu que nos puso en este mundo. Jamás estuve ni estaré solo.

Tras tus triunfos olímpicos has seguido preparándote académicamente. ¿Cuáles son tus objetivos?

No es cuestión de estudiar para tener pegados en la pared mis títulos. Quiero estudiar para entender el conocimiento de cómo transferir el talento que Dios me dio para beneficio de los demás.

Desde hace algunos años, eres totalmente distinto. ¿Dejando el deporte de alto nivel de qué te libraste?

De la altura del elitismo, ahora otra vez volví a cero, a trabajar con la cabeza agachada y con la mente y el corazón con la claridad suficiente donde quiero ir.

¿Cuáles son los placeres sencillos que descubriste después de dejar la competencia?

Lo productivo que puede ser trasnochar, la importancia de frenar, embragar y establecer nueva velocidad para la meta.

¿Qué tipo de legado quisieras dejar?

Que se puede vencer los prejuicios.

¿Qué quisieras cambiar en ti?

Doy poco tiempo a las personas de mi entorno que está cerca sentimentalmente.

Un lema.

El día que comienzas a creer que lo imposible no existe, ese día empiezas a vivir.

¿Quién es tu amor platónico?

Olivia Newton John.

Un sueño para tu país...

Que los llamados pobres tengan acceso a educación hasta la universidad, asistencia médica de alto nivel en hospitales públicos y entregarles herramientas para que con su esfuerzo y el talento que Dios les dio se superen cada día más.