Vida de princesa: Isabel dos Santos aprovechó la dictadura de su padre en Angola, para convertirse en multimillonaria

Foto: Reuters
Carolina Farfán

Isabel dos Santos aprovechó la dictadura de su padre Edoardo do Santos en Angola, para convertirse en multimillonaria. Ahora, la princesa está triste. Angola le exige que devuelva mil millones de dólares.
 
Históricamente, mientras los pueblos se mueren de hambre, los dictadores engordan sus arcas. En ningún continente es más frecuente esto que en África. Angola no fue la excepción. Eduardo do Santos gobernó el país entre 1979 y 2017. En 1975, Angola se independizó de Portugal. El amplio territorio, rico en minerales, tenía tres grupos que lucharon en las guerras de la independencia. El uno, ligado a la Unión Soviética, otro a Estados Unidos y un tercero independiente. Se hizo del poder el grupo pro-soviético y estableció como modelo una economía centralizada.
 
En 1979, Eduardo do Santos asumió la dirección del país, con la bendición de los soviéticos, pues él había estudiado en dicho país y estaba casado con una soviética. Al desmembrarse la Unión Soviética, en 1990, Santos abandonó la economía centralizada, pero no mejoraron las condiciones de la población, cuyo 70% vive con menos de dos dólares al día. En tanto, los hijos del dictador, en especial, la mayor, Isabel, con la bendición del padre y gracias a su acceso privilegiado se convirtió en la mujer más rica de África.
 
De 46 años, Isabel circuló toda su vida en un mundo de lujos, donde ella brindaba suntuosas fiestas y se codeaba con las más importantes celebridades. Adoraba el arte y el cine. Era fija en los festivales de Cannes y argumentaba que era “una emprendedora visionaria y que todo lo había logrado por esfuerzo propio”. En realidad, lo que debe entenderse por emprendimiento es su apetito voraz para engordar sus innumerables cuentas bancarias con dinero de las arcas públicas, por un río de desvíos y sobornos.
 
Todo ha quedado a la luz por la devastadora investigación realizada por un consorcio internacional de 120 periodistas, que bucearon en los negocios de Isabel y encontraron más de 715.000 documentos que demuestra cómo ella convirtió la dictadura de su padre en una inagotable fuente de ingresos. Todo esto ha sido publicado como “Luanda Leaks”. Así, se refleja cómo ella y su marido Sindika Dokolo, de 47 años, repartían el botín de las riquezas del petróleo y los diamantes de su país. Ella se concentró en el petróleo, él se dedicó a los diamantes. Usando a las empresas estatales hicieron sociedad con empresas internacionales. Así la estatal de diamantes trabajaba con la joyería suiza De Grisogono. Isabel, además, tenía otros lucrativos “emprendimientos” en telecomunicaciones, finanzas, construcción, etc.
 
 
Luanda Leaks reveló que la pareja tiene 400 empresas regadas en 41 países y 94 de estas en paraísos fiscales. Los angoleños bautizaron a Isabel como princesa y parecía tal. En Mónaco tiene un palacio, una isla particular en Dubai, tres mansiones en Kensington, el barrio exclusivo de Londres, donde reside permanentemente. 
 
Además de ser la principal accionista de Unitel, la empresa de telecomunicaciones de Angola, por 17 meses Isabel estuvo en la presidencia ejecutiva de Sonangol, la empresa estatal de petróleo. Es decir, pusieron al gato a cuidar de la despensa. Fue despedida por el sucesor de su padre, Lorenco, porque autorizó en un día la transferencia de 38 millones de dólares para una consultoría, hecha, obviamente por unos amigos.
 
Durante los gobiernos de Lula da Silva, Dokolo e Isabel fueron visitantes frecuentes y recibieron beneficios considerables. Según la delación premiada del jefe de gabinete de Lula, Antonio Palocci, en una triangulación financiera, se facilitó a Odebrecht créditos del Banco de Desarrollo de Brasil para obras en Angola. Odebrecht nombró como gerente a un sobrino del expresidente.
 
El reino encantado de la princesa comenzó a derrumbarse el pasado diciembre, cuando el presidente que sucedió a su padre, Joao Lourenco, declaró “una guerra a la corrupción” e inició una investigación judicial para exigir que la pareja Dokolo Dos Santos devuelva a Angola mil millones de dólares. Isabel sostuvo algo que suena ya tan familiar en los corruptos: “Es una persecución política… una cacería de brujas”.
 
Después de la avalancha de pruebas de Luanda Leaks, los organizadores del Foro Económico de Davos le retiraron la invitación y los amigos famosos comenzaron a esfumarse. La empresa de los diamantes, la suiza De Grisogono acaba de acogerse a la ley de quiebras. Escondida en su mansión en Londres, la princesa Isabel no sale…en tanto, el presidente Lorenco ha dicho que no hay negociación posible con la “mu jer más rica de África”.