Recetas que matan: 17 provincias superan el promedio de desnutrición crónica infantil nacional

Carolina Farfán
La adolescencia les llega como un aleteo fugaz

Medio millón de menores de cinco años tienen un bajo rendimiento escolar, crecen menos del promedio y tendrán pocas oportunidades en la vida. En 17 provincias se supera el promedio de desnutrición crónica infantil nacional. El gobierno lo sabe, la pregunta es… ¿le importa? 
 
Se dice fácil: en el cantón costeño de Santa Elena, uno de cada tres niños tiene desnutrición crónica infantil. En la parroquia Guangaje, en Cotopaxi, uno de cada dos... Y aunque son cifras oficiales y de horror, los últimos gobiernos han firmado un pacto no escrito, un acuerdo infame que condena a la población más desamparada a sobrevivir en la indigencia.
 
En la vida de las criaturas desnutridas no hay sorpresas. Aunque indefensas, pelean la infancia con agudos instintos primitivos de conservación. Pero no siempre con éxito. La tasa de mortalidad infantil en comunidades indígenas es hasta tres veces superior al promedio nacional.
 
Luego, la adolescencia llega como un aleteo fugaz, tan breve y violento, que no hay transición entre jugar a la rayuela y cuidar a guaguas propios. En comunidades rurales el índice de natalidad oscila entre cuatro y siete hijos por mujer.
 
Viajamos a Guangaje, 134 kilómetros al sur de Quito. Tiene casi 13 mil habitantes en su mayoría quichua hablantes que se dedican a tareas agrícolas. Las 32 comunidades de la parroquia están asentadas entre los 3.200 a 4.200 metros sobre el nivel del mar. Allí no hay infraestructura para distribuir agua potable: El cultivo de la tierra y la vida misma depende de la lluvia.
 
Al llegar, encontramos a la familia Cuchiparte trabajando en un sembrío. A pesar del empeño, no hay forma: “Acá es difícil sobrevivir, es esta comunidad la más pobre, la más seca. A veces llueve a veces no, sembramos y no da nada”, asegura Julio, padre de cuatro niños entre ocho y 13 años que comparten las tareas escolares con el arado. 
 
Esperan cosechar mellocos, habas, ocas, pero la tierra es árida y la ventisca arrasa con la siembra, “para el almuercito comemos papitas, a veces habitas, así con sopita de cebada. Fruta a veces, carne no hay nada”, remarca Cuchiparte.
 
Está comprobado que los primeros mil días de vida son determinantes para el infante, marcan su futuro. Si no recibe una dieta mínima y variada, sufre impactos severos. El nutricionista José Julio Villalba comenta: “Los niños quedan lesionados en sus cerebros. Las neuronas no alcanzan un desarrollo significativo... Estos niños, a futuro, tendrán más probabilidades de tener afecciones respiratorias, diarrea y serán más enfermizos”. 
 
Versión oficial
Según Alba Jalón, exviceministra de Inclusión Económica y Social, los programas sociales del gobierno asisten eficientemente a la población rural y llegan con infraestructura para dotar de agua potable. Sin embargo, en el páramo andino el discurso oficial suena hueco...
 
El gobierno asegura que la Misión Ternura garantiza atención especializada desde la concepción. Y que los bebés reciben asistencia integral, prestaciones y paquetes complementarios. Pero Luis Toaquiza, presidente del Gobierno Autónomo Descentralizado de Guangaje contradice esa declaración, “no ha habido apoyo del gobierno provincial, ni nacional. Nunca nos han tomado en cuenta”.
 
Martha Lotuana, madre de cinco niños, agrega: “No hay especialistas, necesitamos doctores especialistas para no estar subiendo a Pujilí y Latacunga porqu somos pobres, no hay carros tampoco”.
 
Jalón recuerda la cifra oficial, dice que 397 mil niños y niñas menores de cinco años tienen desnutrición crónica en Ecuador, y que esa cifra constituye el 24 por ciento del millón 600 mil niños ecuatorianos. Pero hay subregistros que superan los 450 mil niños desnutridos. Número que aumentará significativamente por los estragos de la pandemia. 
 
La Vicepresidencia de la República menciona seis cantones como los más afectados por la desnutrición a nivel nacional, sin embargo, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT-2018) señala que 17 provincias superan la prevalencia de desnutrición crónica infantil nacional en niños menores de cinco años.
 
Diagnóstico
La desnutrición infantil está asociada a enfermedades como diarrea, gripe, infecciones, que no tienen atención médica oportuna.
 
“En las poblaciones rurales, la higiene no suele ser un hábito, si la mamá tiene que ir a traer agua y el niño tiene ocho años, lo encarga, coge una botella y se va a traer el agua. Camina más o menos una hora y regresa con una botella de agua para la preparación de la comida, de las papas, no para lavarse las manos”, dice Fernando Ortega,
profesor-investigador de la Universidad San Francisco de Quito.
 
De su lado, Ana Lucía Torres, directora del Instituto de Salud Pública de la Pontificia Universidad Católica de Ecuador, investigó poblaciones de cinco cantones pertenecientes a las provincias de Chimborazo y Bolívar y los resultados fueron preocupantes, “básicamente tenemos que uno de cada dos niños tiene desnutrición crónica. Eso tiene impactos muy graves en la vida de esos niños no solo en la estatura que es la preocupación menor de los padres sino en las repercusiones en el desarrollo de los niños y en el aprendizaje que va a limitar sus oportunidades de vida”.
 
Antes de la pandemia, el gobierno daba desayuno escolar. Un aporte insuficiente considerando que los niños necesitan consumir 2.000 calorías diarias. Monserrat Creamer, ministra de Educación conoce la cantidad nutricional que necesitan los niños, “al menos 1.200 calorías diarias porque son niños que están en crecimiento, sin embargo, nosotros alcanzamos a proporcionarles aproximadamente 300. Obviamente no es suficiente”. Creamer sostiene que la nutrición de los niños es un tema que debería involucrar a gobiernos autónomos, prefecturas, a la sociedad toda. Así, al menos cinco ministerios (Salud, Inclusión Económica y Social, Agricultura, Educación y Finanzas) tienen responsabilidades compartidas. Es un sistema creado para evadir obligaciones.
 
Burócratas ensimismados por cuotas de poder, incapaces de anteponer el bien común. Perdidos en laberintos de trámites y presupuestos, diseñan políticas públicas para poblaciones que no conocen, para pequeños que nunca han visto a los ojos.
 
No es noticia decir que cientos de miles de niños ecuatorianos tendrán un menor rendimiento escolar, que crecerán menos del promedio, que cientos de miles de niños tendrán pocas oportunidades en la vida. El gobierno lo sabe, la pregunta es: ¿le importa?