El color del feminismo
El morado fue escogido por las sufragistas inglesas en 1916. Ellas incorporaron al blanco y dorado usados por las sufragistas norteamericanas desde 1867. Los tres colores significan: lealtad, pureza y esperanza. Desde 1978, el violeta se transformó en el color del feminismo, al dominar su uso en el apoyo de la enmienda constitucional norteamericana por los derechos iguales de las minorías.
A pesar de que la lucha femenina lleva más de un siglo, de que muchas conquistas han sido logradas, todavía subsiste una cultura machista, aun en los países desarrollados, como ha revelado el movimiento #MeToo sobre el abuso sexual en la industria del entretenimiento. El debate eterno: ¿un cambio de ley cambia la cultura?
En Ecuador para combatir el machismo, han sobrado las leyes. Después de Estados Unidos, fuimos el segundo país en conceder el voto a la mujer. No obstante, ninguna mujer ha sido electa presidenta y a la que le correspondía legítimamente ser la sucesora, Rosalía Arteaga, un congreso machista le negó su derecho. La desigualdad no es solo política, en lo laboral no se cumple aquello de que a igual trabajo, igual salario.
En promedio la mujer gana 25 % menos que el hombre, según el INEC y en altos cargos, 17% menos según PWC Ecuador. Sin embargo, en ninguna otra área la mujer está peor tratada que en la Justicia. Siete de cada diez mujeres ha sufrido acoso y/o abuso. Apenas 15% de los delitos se denuncian, según UNICEF uno de cada cien delitos denunciados termina con sentencia judicial.
Cambiar la cultura es una lucha de titanes, que se ganará cuando exista tolerancia cero a toda clase de agresión a la mujer.