Los diplomáticos ecuatorianos que se convirtieron en héroes anónimos del Holocausto

José Burbano Rosales Y Manuel Muñoz Borrero.
Redacción Vistazo
José Burbano Rosales Y Manuel Muñoz Borrero.

Cada año, en torno al 27 de enero, se rinde tributo a la memoria de las víctimas del Holocausto y se ratifica el compromiso de luchar contra el antisemitismo, el racismo y toda otra forma de intolerancia que pueda conducir a actos violentos contra determinados grupos humanos.

En el marco de esta fecha, el Embajador de Alemania en Ecuador, Philipp Schauer, reflexionó este viernes, a través de un video, sobre las consecuencias de los numerosos actos criminales que se cometieron contra judíos.

El exterminio comenzó con las así llamadas deportaciones hacia países del este de Europa en el año 1941. Eran cinco los campos de exterminio, allí murieron tres millones de ciudadanos judíos y en las masacres fallecieron dos millones adicionales. En total seis millones de ciudadanos judíos sucumbieron ante la represión nazi.

“Actualmente, nuestra obligación con los difuntos es una, nunca olvidar, pero debemos recordar también a los que ayudaron a los perseguidos. Muchos de ellos anónimos, entre ellos varios cónsules ecuatorianos”, mencionó el embajador.

En efecto, hubo algunos diplomáticos que ayudaron a los judíos para que puedan trasladarse a territorio ecuatoriano. Vistazo relató la historia de dos de ellos: José Ignacio Burbano Rosales y Manuel Muñoz Borrero.

AYUDÓ CON LOS PASAJES

El 25 de enero de 1938, el ministro de Defensa de entonces, G. Freile, envió un memorando a las representaciones consulares en Alemania. Les ordenaba “abstenerse de visar los pasaportes de individuos de raza judía que pretendan viajar al Ecuador”.

En esa época se desempeñaba como cónsul en Bremen, el intelectual José Ignacio Burbano Rosales. Como se había desatado la persecución a los judíos, el funcionario pidió al Gobierno que reconsidere la decisión. Al no recibir respuesta decidió concederles visas para ingresar al Ecuador.

Su nieta, María Amelia Viteri, Ph.D. en Antropología Cultural y profesora de la Universidad San Francisco de Quito, contó a Vistazo en el 2015, que pese a las restricciones, Burbano entregó visas a 40 familias.

Viteri cree que en algunos casos, el cónsul contribuyó económicamente para ayudarles a comprar pasajes en los barcos, en vista de que las cuentas de los judíos habían sido bloqueadas en Alemania.

Sin previo aviso, Burbano fue trasladado a EE.UU. para abrir un consulado en Houston.

LE COSTÓ EL PUESTO

El cuencano Manuel Antonio Muñoz Borrero, excónsul honorario de Ecuador en Estocolmo (Suecia) también otorgó 100 pasaportes a judíos que huyeron del horror.

“Muñoz actuó según sus principios humanitarios y no de acuerdo a las instrucciones no humanitarias que recibió del gobierno ecuatoriano. No acató las decisiones de la cancillería que enviaba circulares a sus empleados diciendo “No queremos judíos””, dijo Efraim Zadoff, historiador israelita, en entrevista con Vistazo en el 2012.

Agregó que el diplomático se jugó el puesto, fue despedido y murió en la pobreza. De hecho, hay testimonios, de que entregó pasaportes gratis y que ni siquiera cobraba los 500 dólares que normalmente se recibía por documento.

En Israel fue reconocido como “Justo de las Naciones” por el Museo del Holocausto de Jerusalén.

Como Manuel Muñoz y José Burbano seguramente hubo otros héroes anónimos de Ecuador que ayudaron a los judíos a encontrar un lugar para empezar una nueva vida, alejada del terror nazi.

Su existencia es una señal de que incluso en los momentos más oscuros de la historia surgen personas que defienden los valores de la humanidad y de una convivencia civilizada y pacífica.